"Las herederas": Una mujer bajo la influencia
Dirección y guión: Marcelo Martinessi. Intérpretes: Ana Brun, Margarita Irún, Ana Ivanova. Paraguay-Brasil-Uruguay-Alemania-Noruega-Francia, 2018, 97 minutos. Drama.
En esa casa lentamente desmantelada se nota el polvo en los muebles, el olor del privilegio dorado echado a perder. Hay algo de la atmósfera pegajosa de «La ciénaga», como si «Las herederas» empezara en la hora de la siesta que Lucrecia Martel identificaba con el tiempo muerto de la burguesía malograda. Quién sabe si esa casa no se habría convertido en una réplica de la de «Grey Gardens» si la justicia no hubiera roto, al menos temporalmente, la relación ambiguamente clandestina de dos mujeres que viven una a la luz del fraude financiero y la otra a la sombra alargada de la inopia. «Las herederas» es la historia del desplazamiento de tierras que obliga a Chela a salir de las tinieblas de la dependencia emocional, a la vez que aprende a renunciar a sus favores de clase. La matizada, controladísima interpretación de Ana Brun nos ayuda a comprender tan bien su desubicación inicial en su nuevo papel de taxista sin carné como la liberación de su deseo, su renacimiento, paradójicamente cuando tiene que mantener las apariencias de pertenencia a un mundo tan decadente como la casa en la que vive. La objetividad de la cámara registra su viaje desde un universo opresivo a un futuro posible, en el que la dignidad es sinónimo de autonomía. No hay apenas una nota discordante en una ópera prima que mantiene el tono bien cogido por las solapas, registrando el pausado despertar de una mujer que necesitaba cambiar las sábanas de su existencia, aún a costa de llevarse más de una decepción por el camino.