«Objetivo: Londres»: La city, en llamas
Dirección: Babak Najafi. Guión: C. Rothenberger, K. Benedikt, C. Gudegast, C. St. John. Intérpretes: Gerard Butler, Aaron Eckhardt, Morgan Freeman. EE UU, 2015. Duración: 99 minutos. Acción.
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Poco después del espantoso caos, de la masacre provocada en Bruselas por el radicalismo musulmán, te preguntas frente a filmes como éste, la secuela de aquel «Objetivo: la Casa Blanca» (Antoine Fuqua, 2013), que la realidad, exageraciones de Hollywood a un lado, puede superar a la ficción aunque nos pese. Tras el asesinato del primer ministro británico, varios líderes mundiales (de Italia, EE UU, Francia, Alemania, Japón... España vuelve a quedar fuera del juego, por suerte) se reúnen en la capital inglesa para asistir al funeral. Lo que nadie podía imaginar es que la cita, rodeada por el mayor despliegue de seguridad jamás concebido, acabe en una matanza que incluso puede alterar el equilibrio político del mundo. Menos mal que, mientras explotan varios edificios legendarios de la city (a estas alturas del terrorismo, produce un escalofrío ver cómo estalla la Abadía de Westminster) el presidente norteamericano y sus colaboradores del Servicio Secreto, liderados de nuevo por Mike Banning (que encarna un pétreo Gerard «300» Butler) son los únicos capaces de terminar con el mortífero enemigo. Las escenas de acción se suceden a ritmo vertiginoso, medio borrachas, y los disparos, las persecuciones, aunque el guión acabe cayendo en el mismo y básico defecto que el anterior, porque no hay quien se trague la máxima que vertebra esta historia: que con un agente como el patriota y heroico Banning, ningún traficante de armas vengativo (o, lo que también puede leerse entre líneas, ningún yihadista demente, y Butler pronuncia un encendida parrafada sobre ello en el filme), logrará finalmene su letal propósito. Qué inocentes son.