Película española busca estrella de Hollywood
Matthew Fox rueda con Miguel Ángel Vivas, Emma Watson se pondrá en manos de Amenábar y Elijah Wood estrenará con Vigalondo
Un trasiego de personal con ropa oscura protegido con máscaras no dejan de levantar polvo. Según los grupos, se intercambian órdenes en inglés, en húngaro y en un castellano con sonoridad muy gallega. Podrían ser los personajes de una película de infectados, pero no, se trata del equipo internacional que rueda estos días en los estudios Astra de Budapest «Welcome To Harmony», una cinta española, a pesar del título y la localización. Para que haya dinero suficiente en una película nacional como para que suba un actor de Hollywood (Matthew Fox, sí, el de «Perdidos») tienen que confluir muchos factores, pero este milagro en plena crisis ha surgido en buena parte por el éxito internacional de «Secuestrados», el anterior filme de su director, Miguel Ángel Vivas. El «thriller» de terror se estrenó con éxito en más de una treintena de países y adquirió el grado de fenómeno (triunfó en bastantes festivales, especialmente en Austin, cuna del cine de género, donde arrasó con mejor director y película). En España apenas sobrepasó los 53.000 espectadores. «Después de "Secuestrados"me llegaron muchos guiones en inglés y español, pero no encontraba una historia que fuese la que quisiera contar», nos cuenta en una pausa de un rodaje, por el momento accidentado ya que un virus afectó a parte del equipo, especialmente a él.
El trampolín de «Celda 211»
Al final optó por adaptar la novela «Y pese a todo» de Juan de Dios Garduño –«hubo un momento en que me distancié del original y ya no quise volver a consultarlo más»–advierte el director). Pocas veces un relato en castellano ha mutado en una cinta de género en inglés, pero más insólito es aún que una distribuidora internacional como Sony compre una cinta nacional cuando aún es un guión. De ahí el aterrizaje de Matthew Fox («en cuanto lo conoces te olvidas de que estás tratando con una estrella, se está dejando la piel», comenta Vivas). Pisará la alfombra roja, probablemente, meses antes de que Emma Watson haga lo propio con la cinta que Amenábar está a punto de rodar, también en el idioma de las Islas Británicas. Una salida gracias a la cual Nacho Vigalondo ha podido filmar «Open Windows» y contratar a Elijah Wood. «Preferiría rodar en castellano, y, de hecho, así lo hacemos, pero el mercado nacional es muy pequeño y no puedes afrontar proyectos de esta envergadura», aporta Emma Lastres, de Vaca Films, alma mater del proyecto junto a Borja Pena. Desde el éxito de «Celda 211» se han podido permitir labrar una filmografía interesante, al tiempo que han sabido contactar con el público. «Welcome to Harmony» presentará el atractivo para el espectador de ser una película de zombies, ambientada en el fin del mundo, pero con un gran tratamiento de los personajes: dos vecinos, antiguos amigos, que siguen sin hablarse pese a que parecen ser los únicos supervivientes en la Tierra junto a la hija de ocho años de uno de ellos, su único lazo en común. «No calificaría la trama de anzuelo, pues soy un fan del género y me encanta poder contar lo que quiero a través de él. Aun así, lo que pasa en este trío debe ser contado con sutileza para que funcione», asegura el director. Sin embargo, tiene la dificultad para la producción de que ambos viven aislados en un páramo invadido por la nieve. Esto, según relata Lastres, ha sido un desafío para la preproducción. Primero pensaron en Canadá, ante la imposibilidad, surgió la idea de Chile, pero había que desplazar al equipo a más de 3.000 metros de altitud; ante las dificultades que eso suponía miraron la posibilidad de que algún país nórdico albergara la filmación, pero los costes eran tan altos que, finalmente, optaron por construir un escenario en los estudios de Budapest. Lo primero que llama la atención al pisar el set es que la nieve (que simula por completo ser natural a través del objetivo), y que cubre totalmente desde el tejado de las casas hasta la última rendija de las vallas que las circundan, es un polvo que se levanta con mucha facilidad (de ahí las máscaras del equipo) y cuya textura poco tiene que ver con la real, así que cada vez que tiene que repetirse una toma en el exterior, hay que «reconstruir» la superficie que se ha pisado. Para dar la sensación de que el decorado está en la inmensa llanura, que tiene al fondo el «skyline» de una gran ciudad, el estudio entero está envuelto en un croma (las famosas pantallas verdes sobre las que se proyectan las imágenes que sirven de horizonte). El verde está trufado de algo similar a un código de barras, que según nos cuenta el equipo son «tracks digitales», que permiten integrar directamente los fondos 3D al tiempo que se rueda.
Son mucho más reticentes a mostrar a cámara las «criaturas» que acosarán a estos vecinos y que transformarán el filme de drama existencial a película de terror «made in Spain». Nos cruzamos con uno de ellos por los pasillos, un actor español que llega a rodar a las cuatro de la mañana para que le conviertan en seis horas en mutante de una apariencia tan blanquecina que puede confundirse con el paisaje nevado. Vivas sueña con que el resultado final tenga un tono crepuscular, «como si el mundo se hubiera parado», algo parecido a la cinta de los Coen «No es país para viejos». Aunque la tensión no le permite disfrutarlo del todo, se observa a Vivas satisfecho de haber logrado levantar el proyecto con capital español y en Europa, para eso renunció a proyectos al otro lado del charco hasta el último momento. «Unas semanas antes de empezar, cuando aún no era seguro que rodáramos el filme, me llegó una oferta de Hollywood con un casting muy interesante en la que me daban 24 horas para decidirme. Le estuve dando muchas vueltas, pero al final me quedé. Cuando vas allí con un proyecto ya armado como me proponían, te conviertes más en un realizador que en un director». Y Fox aparece con su barba y su melena para la siguiente toma.
Por qué rodar en Budapest
La situación jurídica de Ciudad de la Luz, los estudios de Alicante, uno de los más grandes de Europa, con litigios entre la Generalitat y la empresa concesionaria, no dieron las suficientes garantías a los productores españoles, que, finalmente, optaron por el plató donde se rodaron, entre otras, «Los pilares de la tierra» o «Hannibal». Además de los 2.500 metros cuadrados de espacio (en la imagen, el estudio Astra de Budapest) pesó en esta decisión las desgravaciones fiscales que ofrece este país a los rodajes internacionales, de ahí que buscaran una compañía local para coproducir; además de que la mano de obra resulta más barata. En total calculan que un filme así costaría en España unos siete millones de euros, mientras que en Hungría saldrá por unos 4,5. No es de extrañar que haya cola de superproducciones para filmarse en la ciudad del Danubio.