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Tarantino, la estrella de brillo discutible

Tarantino como Jimmie Dimmick en Pulp Fiction
Tarantino como Jimmie Dimmick en Pulp Fictionlarazon

El director de cine recibe su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en una ceremonia a la que asistieron amigos de la profesión entre los que se encontraba Samuel L. Jackson

Un grupo de hombres sentados alrededor de una mesa redonda en un bar discuten sobre “Like a virgin” (canción de Madonna) mientras la cámara les graba realizando un “travelling” de izquierda a derecha. Así se presentó Quentin Tarantino a la industria del cine en 1992 con “Reservoir Dogs”. Veintitrés años más tarde ha recibido su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood acompañado de su inseparable Samuel L. Jackson. Tarantino, que aseguró sentirse “feliz” en un día “fantástico”, relató cómo, cuando era sólo un crío, sus padres le llevaban al Teatro Chino de Los Ángeles a ver películas como “Dos hombres y un destino”, “Aeropuerto” o “Diamantes para la eternidad”. De esta manera tuvo su primer contacto con Hollywood, al que hoy considera su “hogar”. Por otra parte, que su nombre esté estampado en el suelo del Paseo de la Fama, también quiere decir que podemos pisotearle. Muchos desean hacerlo, algún que otro periodista a quien ha interrumpido su entrevista con una actitud pedante rechazando las preguntas, compañeros de trabajo a los que ha criticado duramente, como recientemente a los de Disney-Pixar, o incluso, actores que han trabajado con él, como Leonardo Di Caprio, con quien se peleó en el rodaje de “Django desencadenado”. “No vine aquí para hacer amigos” dice Loquillo, Tarantino tampoco. Y es que en lo que respecta al director, lo mejor es obviarle a él y quedarnos con sus películas.

Realizó su primer filme, “El cumpleaños de mi mejor amigo”, en 1987, pero debido a un incendio parte de la película se quemó. Al estar incompleta, ha pasado al ostracismo y no se contabiliza entre la filmografía del director, aunque en YouTube se pueden encontrar fragmentos sueltos de la cinta. Por todo ello su ópera prima es “Reservoir Dogs”, con la que logró los premios a mejor director y guión en Sitges. En el filme Tarantino ya marcaría las directrices de su cine: poca elocuencia, en la pantalla sólo observamos una parte de la historia, la otra, lo que ocurre lejos del encuadre de la cámara, se presupone mediante los diálogos; el caos, cuando parece que los acontecimientos siguen su curso, se produce una vuelta de tuerca y el desorden invade la película; la presencia del propio director como uno de los secundarios, en este caso el Señor Marrón; y el hedonismo de la violencia. El placer que encuentran los personajes en las agresiones, tomándoselas con ironía, es el aspecto más criticado de la filmografía de Tarantino. Se defiende asegurando que a la gente le divierte y que una cosa es la violencia en el cine, y otra en la vida real. Además, afirma que si él sabe diferenciarlas, por qué no lo iba a hacer el público, pero olvida que no conoce al espectador ni la fragilidad de una mente que disfruta viendo como el Señor Rubio tortura a un policía mientras baila “Stuck in the middle with you”, escena que deja patente la pasión del cineasta por el gore.

Tras la notoriedad que alcanzó “Reservoir Dogs”, Tarantino se consolidaría como director en el estudio Miramax, que encontró en él la perfecta combinación entre el éxito comercial y el aspecto de cine independiente. La primera película de esta etapa es su obra maestra “Pulp Fiction” (1994), la traducción cinematográfica del pop noventero, con un guión excelso -la inmensa mayoría de los que ha firmado lo son-, con frases míticas como las del Señor Lobo: “Estoy a 30 minutos de ahí, llegaré dentro de 10” o “Que seas una personalidad no significa que tengas personalidad”. Tarantino nos conquistó con un trío de personajes legendario, Uma Thurman haciendo de la “femme fatale” Mia Wallace, John Travolta en el papel del moralista hombre de mundo Vincent Vega, y el iluminado y contradictorio Jules encarnado por Samuel L. Jackson. Tarantino también demostró su sabiduría para dejar huella en el imaginario del espectador con escenas como la de Mia Wallace teniendo una sobredosis; el atraco en el restaurante con el que empieza y acaba la película; o Butch Coolidge (Bruce Willis) escogiendo entre un martillo, un bate de béisbol, una sierra y una katana.

Precisamente ésta es el arma con el que asesina la “Mamba negra” (Uma Thurman), la protagonista de “Kill Bill” (2003) y su secuela (2004). Tarantino no oculta su pasión por las artes marciales en sus filmes más flojos y en los que la venganza es el tema que desencadena y conduce la trama. De “Kill Bill” Tarantino ha reivindicado la figura de su personaje principal, una mujer luchadora de fuerte carácter, frente a la imagen delicada y cursi de la feminidad que se presenta habitualmente en Hollywood. Anterior a “Kill Bill” es “Jackie Brown” (1997), una película de mafias, drogas y discusiones morales que, a pesar de las críticas favorables que ha recibido, en el público no ha tenido el mismo reconocimiento que las cintas de la “Mamba negra”, pasando a tomar un papel secundario en su filmografía.

Acabada su etapa en Miramax, la “vendetta” siguió siendo un “leitmotiv” en el cine de Tarantino, y lo transmitió a través de dos dramas raciales: el de los judíos en la Alemania nazi en “Malditos bastardos” (2009), y el de la esclavitud de africanos en América antes de la Guerra Civil en “Django desencadenado” (2012), en la que Tarantino realiza un “western” puro, aunque este género es recurrente en las atmósfera de toda su carrera. Ambas cintas tienen un final shakespiriano en los que muere hasta el apuntador. En “Malditos bastardos” los nazis fallecen en un teatro incendiado por la judía Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), que en su infancia observó como asesinaban a su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz); y en “Django”, el protagonista que da nombre al largometraje, interpretado por Jamie Foxx, perpetra una matanza en la casa de un comerciante de personas para salvar a su esclavizada amada.

Deben recibir una mención a parte las películas en las que ha compartido la dirección. En “Four Rooms” (1995) lo hace con Allison Randers, Alexander Rockwell y su colega Robert Rodríguez, con quien también trabajó en “Sin City” (2005), basada en el cómic de Frank Miller. “Four Rooms”, protagonizada por Antonio Banderas, no pasará a la historia por su calidad e intriga, pero “Sin City” se ha convertido en un filme de culto en el que la pareja de directores demuestra su fanatismo por el cine de serie B que ha marcado la carrera de ambos. Con Rodríguez, para el que escribió el guión de “Amor a quemarropa”, Tarantino también emprendió el proyecto de cine de terror “Grindhouse”, que consistía en dos películas, una dirigida por Rodríguez, “Planet Terror” (2007), y otra por Tarantino “Death Proof” (2007). No obstante, mientras la de Rodríguez ha pasado a ser una de las cintas referentes del género de zombies, la de Tarantino, que trata de un psicópata de carretera que asesina en serie a chicas jóvenes, no tuvo la misma repercusión.

Ahora Tarantino, además de recibir una estrella en el Paseo de la Fama, se encuentra promocionando su nueva película, “Los odiosos ocho”, protagonizada por parte de su “lobby” de actores que cubren los repartos de sus filmes, Samuel L. Jackson, Kurt Rusell, Tim Roth o Michael Madsen. Al acabar la Guerra Civil Norteamericana los personajes se ven forzados a reunirse en un salón después de que la caravana en la que viajaban sea desviada por un temporal, desatándose la tensión entre ellos. La cinta se estrenará en España el 15 de enero. Veremos si, como dice, el refrán, “Tarantino lo ha vuelto a hacer”.