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La Razón
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Dirección y guión: Carla Simón. Fotografía: Santiago Racaj. Intérpretes: Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusí, David Verdaguer. España, 2017, Duración 98 minutos. Drama.
Decía Kiarostami que el naturalismo le parecía un lugar común. Lo decía, seguro, porque era un cineasta que creía en la realidad como fruto de la gran simulación del cine. Más que de lo natural habría que hablar de lo verdadero. Y la verdad solo existe cuando alguien miente, o lo que es lo mismo, cuando alguien filma. No se trata, pues, de dilucidar qué es real o qué es ficción en «Verano 1993», que, sabemos, está inspirada en la infancia de su directora, Carla Simón. Es inútil entenderla como la reconstrucción dramática de unos hechos autobiográficos, porque entonces pensaríamos en las estrategias sentimentales del docudrama, en sus falacias televisivas, que la película evita con extrema sensibilidad. Es mejor acercarse a ella como si fuera la historia de los ojos de una niña que miran en un momento en que todo parece fuera de su alcance. O todo parece un juego cuyas reglas sobrepasan esa mirada, que debe readaptar su foco mientras los adultos tienen que ganarse el derecho a habitar la imagen, primero con sus conversaciones a medias, fuera de campo, en susurros, luego intentando resolver sus dudas, tan desconcertados ante el cambio como su sobrina, que ahora es hija adoptada y hermana mayor. Como Erice en «El espíritu de la colmena» o Kiarostami en «¿Dónde está la casa de mi amigo?», el gran reto con el que se enfrenta Carla Simón es filmar la mirada de la infancia. Frida (extraordinaria Laia Artigas) tiene seis años, sus padres han muerto y está atravesando un doloroso proceso de duelo que es incapaz de exteriorizar. La información está dosificada a la medida de su punto de vista, de manera que el espectador, espontáneamente, se coloca en su lugar, replica desde la emoción su manera de vincularse con la realidad, los celos que siente ante su nueva hermana, su hermetismo, esa opacidad enigmática de los niños que Simón contempla sin asomo de complacencia pero con una empatía desgarradora. No en vano de lo que aquí se habla es de la muerte, de la orfandad, de sentirse extraña en el mundo de los vivos; de descubrir, en fin, que hay vida después de la muerte, y que no se puede vivir sin lágrimas. La grandeza de «Verano 1993» es que la trascendencia de ese tránsito discurre de una forma limpia, fluida, transparente, sin que haya una imagen o una palabra que se sitúe por encima de las demás; como si la experiencia del mundo, en toda su traumática, reveladora y luminosa magnitud, se desplegara ante nosotros por primera vez.
LO MEJOR
Conmueve sin ser sentimental y respeta con reverencia la compleja mirada infantil
LO PEOR
Que en plena desesperación estival la confundan con una película para niños