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Viejos corazones analógicos

Berriatúa narra la fábula de un padre y un hijo unidos por el cine.
larazon

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Berriatúa narra la fábula de un padre y un hijo unidos por el cine.
Zoe Berriatúa cree que no hay nada más sencillo que la identificación natural de los frikis: «Dejas a un grupo de niños en una clase de instituto y a los 10 minutos ya se han reconocido entre ellos». No es raro que su camino hiciese intersección con la trayectoria como productor de Álex de la Iglesia. Si en «Los héroes del mal», la querencia por el fantástico de Berriatúa (de casta, su padre Luciano, le viene al galgo) se mantenía soterrada, en «En las estrellas» eclosiona en múltiples direcciones mediante la historia de Víctor, un padre desastre, amargado por la extraña desaparición hace años de su mujer, sin un duro y al borde del deshaucio, que envuelve en cuentos (cual Benigni en «La vida es bella») la difícil infancia de su hijo Ingmar. «Fue duro encajar las piezas porque hay tres mundos en esta película –explica el realizador–: la fantasía, que son los cuentos del padre; la realidad; y la fantasía-pesadilla de Víctor con su ex mujer».
No es sencillo, por tanto, explicar qué es «En las estrellas», pero lo que está claro es que se trata de una de las cintas más metacinematográficas de los últimos tiempos en España. Plagada de referencias (de De Sica a Tim Burton, de King Vidor a Fellini, pasando por Kurosawa, Gilliam, Bogdanovich... y sigan sumando), es una «elegía del fantástico» en un tiempo sin retorno hacia el edén analógico que vivió Víctor en sus buenos tiempos, cuando trabajaba para los americanos en producciones plagadas de bichos y «animatronics». «Esos técnicos (y habla de Harryhausen, de Emilio Ruiz) eran genios del cine en los 70 , 80 y 90, y de repente en la década de los 2000 ya están desfasados, fuera de su tiempo». Ni más ni menos que Víctor.

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