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Clara Usón: «El destape refleja una mentalidad que no hemos superado»

Basa su nueva novela, «El asesino tímido», en la actriz Sandra Mozarowski y en sus experiencias personales con el suicidio
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Basa su nueva novela, «El asesino tímido», en la actriz Sandra Mozarowski y en sus experiencias personales con el suicidio.
Dicen que el escritor es aquel que quiere vivir mil vidas, creándolas desde cero o reencarnándolas. Clara Usón, antes de ser escritora, se vio tentada por acabar con la suya. Valiente por su parte contarlo en su último libro, «El asesino tímido» (Seix Barral), definición que ella misma utiliza para el suicidio. Sus experiencias personales, sin embargo, son sólo la decoración de un lienzo literario que tiene como protagonista a Sandra Mozarowski, actriz de la época del destape, que tuvo un final trágico y desconocido. Unos apuntan a un accidente, otros al asesinato y otros, como Usón, al suicidio. Será difícil saber que empujó a Mozarowski a caer (o saltar) por la ventana de un segundo piso en una calle de Madrid cuando solo tenía 18 años.
–Sandra Mozarowski murió en 1977, en plena Transición, y más o menos tenían la misma edad, ¿cómo era la juventud de entonces?
–Una vez muerto Franco creíamos que ya lo teníamos todo hecho, y nos daba la sensación de un futuro increíble, lleno de libertad. Éramos como los nuevos ricos de la libertad. Y aunque fuera una mentira, tengo que agradecer haber vivido con tanta ilusión, algo que no sucede en todas las generaciones.
–Llegan los ochenta, la década de las drogas, pero hoy la marihuana hasta cotiza en Bolsa.
–Yo no voy a hacer una apología de las drogas, pero sí es verdad que no tiene sentido aceptar el alcohol y castigar otras sustancias. No estoy defendiendo a los narcotraficantes, aunque tampoco entiendo la protección a los bodegueros cuando sus productos también tienen un efecto negativo en el cerebro. Y hay tantas muertes por ingesta de alcohol como por drogas.
–En el libro se describen escenas denigrantes para las mujeres y las perpetran López Vázquez o Alfredo Landa. ¿Hay que juzgar a estos actores?
–No, ellos solo se ganaban la vida interpretando. Lo que reflejan es una mentalidad que todavía no hemos superado, el machismo español. Piensa que entonces una mujer en este país tenía que pedir permiso a su marido para abrir una cuenta bancaria o sacarse el pasaporte. Era un rehén de su esposo y su familia. Éramos muy misóginos y, por ejemplo, mi madre fue víctima de eso. Siempre estaba de mal humor y tenía mal carácter. Mucho después entendí que estaba amargada porque su vida no la había elegido ella, sino Franco. Y ahora, están las redes sociales, en las que sólo importa la estética y la mujer se cosifica desde el aspecto físico, lo cual se parece mucho al destape.
–Y sabiendo que el cine español era así, ¿cómo no han salido a la luz más testimonios de abusos sexuales en la industria española?
–He hablado con varias actrices y actores de aquella época para escribir la novela y me decían que tanto los chicos como las chicas sufrían ese acoso porque los productores se pasaban por la piedra a todos. Habrá muchos casos, estoy convencida, pero España sigue siendo diferente. «Spain is different», como rezaba el lema turístico de entonces.
–Bastantes personas que han sufrido abusos, han terminado suicidándose como única forma de borrar ese dolor. Usted también pensó en ello.
–Yo soy de las que cada día me pregunto si vale la pena seguir viviendo. Hubo un tiempo en el que decidí que no. Ahora me preocupa porque veo tanta gente joven, como Mozarowski, que se quita la vida, y yo pienso, cómo se puede renunciar a algo que no se conoce. Los jóvenes no tienen derecho a suicidarse porque, si la vida es un cúmulo de experiencias como decía Camus, hay que esperarse un poco más a tomar la decisión. Cuando una persona joven se suicida es difícil que tenga motivos serios. Quizá siente hastío por la vida porque no la conoce, o porque está frustrado. Sale el presidente del Gobierno diciendo que necesitamos ser austeros y de repente te emiten diez minutos de publicidad en la que todo lo que te ponen es precioso y te lo quieres comprar. Eso es de una violencia tremenda.
–¿Cómo se puede abandonar ese pensamiento autodestructor?
–Tenemos un cerebro racional en el que todo debe encontrar una finalidad, pero yo veo claro que la vida carece de sentido y es absurda. Y eso es un alivio porque te quita mucha responsabilidad, y te hace sentir muy libre.

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