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El galeón «San José» sale a flote

El navío español, que transportaba el tesoro más fastuoso del Caribe, fue hundido en 1708 por barcos ingleses. El presidente de Colombia anunció ayer el hallazgo. Los detalles sobre su ubicación son «top secret»

Algunos de los objetos localizados
Algunos de los objetos localizadoslarazon

El navío español, que transportaba el tesoro más fastuoso del Caribe, fue hundido en 1708 por barcos ingleses. El presidente de Colombia anunció ayer el hallazgo. Los detalles sobre su ubicación son «top secret»

Vía twitter. Así anunció al mundo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el hallazgo del pecio del galeón español «San José», hundido por el «Expedition», barco de bandera británica, a principios del siglo XVIII y que transportaba un cargamento equivalente a unos 5.000 millones de dólares actuales. «Gran noticia. ¡Encontramos el galeón San José! Mañana daré los detalles en rueda de prensa desde Cartagena». Pasaron las horas y delante de una nube de medios y rodeado de un grupo de investigadores que han participado en el hallazgo aseguró que el pecio fue hallado al amanecer del pasado 27 de noviembre. «Me siento muy complacido, como jefe de Estado, de informar a los colombianos que sin lugar a dudas, sin ningún tipo de duda, hemos encontrado 307 años después de su hundimiento el galeón ‘‘San José’’». La operación estuvo coordinada por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) desde el buque de la Armada Nacional «ARC Malpelo» y ha contado con el apoyo de científicos internacionales y de modernas tecnologías.

El navío español se encontró en las «inmediaciones de la Costa Caribe colombiana, en nuestras aguas, un yacimiento arqueológico que corresponde a la Nave Capitana galeón San José». El director del ICANH, Ernesto Montenegro, explicó, informa Efe, que la identificación del navío fue posible por «la presencia de cañones de bronce fundidos especialmente para el galeón», cuyas fotos se mostraron y que para el experto «no dejan ninguna duda de la identidad del yacimiento arqueológico». En las labores de investigación, en las que también participó el Ministerio de Cultura de Colombia, fueron necesarios estudios cartográficos, meteorológicos e históricos «desconocidos en Colombia». Además, recurrieron a la más alta tecnología y expertos de diferentes lugares del mundo, entre los cuales estaba uno de los miembros del equipo que descubrió los restos del «Titanic». Santos recordó a manera de homenaje «a los 600 navegantes que fallecieron al momento del hundimiento del galeón San José». Según Santos, el pecio del «San José» es «patrimonio de todos los colombianos y protegerlo debe ser un propósito nacional» y añadió «que la información sobre este extraordinario hallazgo se encuentra sometida a reservas de ley por muchos motivos». Fundamentalmente para evitar que los «caza tesoros» merodeen por el lugar y puedan sustraer alguno de los objetos del barco, pues en los años ochenta del siglo pasado una potente compañía, la estadounidense Sea Search, halló el lugar del hundimiento y reclamó sus derechos. En 1984 empezó un sonado litigio con el Gobierno de Colombia que se prolongó hasta 2011, cuando la Corte federal de Estados Unidos falló a favor del país y tumbó de raíz la demanda judicial presentada por la empresa. Este larguísimo litigio dio origen a una ley que sería probada en 2013 en el Congreso para proteger el patrimonio subacuático del país.

- Baúles con piedras

Construido en 1698 y cargado con una ingente cantidad de piezas de oro y plata (que supondría una auténtica inyección económica para las maltrechas arcas españolas del monarca Felipe V), el «San José», con 64 cañones, zarpó a comienzos de 1708 de Portobelo (Panamá) un día radiante que pronto se fue cubriendo, presagiando quizá la tragedia que se avecinaba. Lo acompañaban otros buques de la flota de la Armada española con dirección a Cartagena de Indias. En las cercanías de la isla de Barú fue por una flota inglesa compuesta por más de una decena de navíos, que, sabedores de la travesía, los esperaban. Los marineros del galeón español cargaron durante tres meses. Cuenta las crónicas (no sin cierto regusto a leyenda), que por cada baúl se llenaban otros dos con piedras, tal era el celo por no desvelar el cargamento. Solamente el capitán del San José, el general José Fernández de Santillán, y el comandante de la guarnición de Cartagena sabían con detalle el contenido que viajaba en la bodega. Además de la tripulación, viajaban entre los pasajeros familiares del virrey de Perú. Entre contrabando y remesas libres de impuestos con derecho a enviar a España, el buque transportaba más de medio millón de dólares extra. Sobre las siete de la tarde, según consta en el cuaderno de bitácora que se halla en Archivo de Indias en Sevilla, un impacto en la base inferior del San José hundió el galeón en el mar con todos sus pasajeros a bordo. Hubo once supervivientes y entró desde ese momento a formar parte de la leyenda de los grandes naufragios de la historia. Fernández de Santillán había nacido en al sevillana calle Cuna. Su gesta, hoy desagraciadamente olvidada, vuelve a situarse así en primera línea.

La escuadra inglesa del comodoro Charles Wager estaba formada por el «Expedition», de 74 cañones, el «Kingston», de 60, el «Portland», de 50 y el «Vulture», con 8. Su intención era acorralar a la embarcación madre para hacerse con el impresionante cargamento que transportaba. La escuadra inglesa les salió al paso y en la isla del Rosario se inició el combate, «después de un intenso cañoneo intentan el abordaje buscando el botín. Cercana la noche el San José estalla salvándose sólo once personas de las seiscientas que iban a bordo», recoge Mario Germán Arana en su monografía sobre el galeón publicada en 2013.

- Florentino y Fermina

Se trata del navío más importante de la Flota de Tierra Firme, según recoge este estudioso, cuya carga aún hoy es complicado establecer porque no se han hallado aún los registros de embarque. Un barco cuya historia llegó a reproducir García Márquez en algunos pasajes de «El amor en los tiempos del cólera»: cuando Florentino Ariza ve en las escolleras a los niños que bucean se fija en Euclides, de doce años, una anguila «hecha para pasar reptando por un ojo de buey» y piensa en él para extraer del fondo del mar alguno de los cuantiosos tesoros que descansan del naufragio del San José, cuya historia relata a grandes rasgos. Su objetivo es regalárselo a Fermina Daza, su amada.

«Es un hallazgo de una importancia mundial, constituye uno de los más grandes e identificaciones de patrimonio sumergido, sino el más grande, dicen algunos, en la historia de la humanidad», decía ayer el presidente de Colombia, donde esta importante noticia ha abierto los informativos de las diferentes cadenas.

El «gemelo» del San Joaquín, de la mejor madera

El galeón fue el navío más utilizado por Europa para sus viajes oceánicos entre el siglo XVI y mediados del XVII. El San José y el San Joaquín pertenecían a este tipo de embarcación. Eran gemelos construidos por Pedro de Arostegui en los astilleros de Mapil, localidad cercana a San Sebastián. En 1689 ambos estaban terminados. En su construcción, según recoge la monografía de Mario Germán Arana, se utilizaron materiales de muy buena calidad: «Las maderas para el casco vinieron de los Pirineos, los palos para el velamen de Escandinavia y Dinamarca, el alquitrán de Moscovia, las jarcias de Riga y Königsberg, el velamen de Holanda y la artillería era española», recoge.