«Crear es un juego formidable. Como novelista me siento en mis zapatos»
La periodista se encuentra en uno de sus mejores momentos: dirige el programa de radio «La observadora» y acaba de presentar su nueva novela, «Mientras llueva»
La periodista se encuentra en uno de sus mejores momentos: dirige el programa de radio «La observadora» y acaba de presentar su nueva novela, «Mientras llueva»
Nadie descubrirá a estas alturas y tras tantos años de trabajo a la periodista que esconde Teresa Viejo. Tanto en radio, donde ahora mismo dirige «La observadora», el espacio de entrevistas de RNE, como en televisión –TVE, Antena 3 y Castilla-La Mancha TV– y prensa escrita. Además, fue la primera directora de una revista de información general en nuestro país («Interviú», en 2002) y actualmente trabaja activamente como embajadora de Unicef. Una todoterreno que en lo personal está repleta de pasiones y miedos, sentimientos que descarga en sus novelas. «Mientras llueva» (Espasa) es su última obra, la historia de una mujer que huye de su pasado en busca de respuestas y de la que reconoce sentirse «especialmente orgullosa».
–Se trata de su tercera novela después de otros tantos ensayos. ¿Está cómoda en este papel?
–Me siento en mis zapatos. Mi vocación de escribir está muy latente desde niña... El periodismo me llevó al ensayo y después mi verdadero yo me ha llevado a la ficción. Y me siento especialmente satisfecha con este último trabajo porque las dos primeras novelas tenían un pequeño anclaje de realidad. En ésta es casi todo ficción; crear, crear y crear es un juego formidable.
–Es una novela de intriga, misterio, amor...
–Tiene muchos matices. Misterio e intriga psicológica. Es una novela de secretos, de amor pero no de un solo amor, sino de amores obsesivos, malsanos. También es muy atmosférica. El entorno, el paisaje, los lugares, son un personaje más. Hay un misterio interior y otro exterior con todo lo que rodea a la protagonista.
–La protagonista, Alma, se plantea el sentido de su existencia, qué hacer con su vida. ¿Podría el lector sentirse identificado?
–Creo que en algún momento de nuestra vida todos nos preguntamos hacia dónde vamos. A veces huimos sin movernos del sitio, y otras, como en el caso de Alma, moviéndonos. Está en una encrucijada y se marcha al lugar de sus raíces maternas. Pero allí, curiosamente ella, que arrastra un misterio, se va a encontrar con otro muchísimo mayor. Y es que el presente y el futuro sólo tienen solución en el pasado. Quien deja saldos pendientes en el pasado se los encontrará.
–¿Qué tiene la época de la posguerra para hacerse tan recurrente en sus obras?
– Creo que es muy interesante desde el punto de vista humano. Europa va restañando sus heridas de la II Guerra Mundial, España de la Guerra Civil pero... ¿Y las de las familias? Aunque no creo que ésta sea una novela de época como las dos anteriores. Su escenario lo puedes llevar al tiempo presente; funcionaría seguro.
–Hábleme de ese mundo: el espiritismo.
–Es una corriente filosófica muy contundente que arranca en Francia, después en el mundo anglosajón y al que se suma la reina Isabel II en Inglaterra. Conan Doyle era espiritista, lo eran los escritores de la época... Era toda una corriente filosófica. Se hacían preguntas como: ¿dónde está la conexión entre la materia y el espíritu? ¿A dónde vamos cuando morimos? Cuestiones que en la actualidad se analizan desde la física y que no tienen nada que ver con la imagen que nosotros tenemos de estos temas.
–La protagonista es una mujer adelantada a su tiempo ¿se siente reflejada en este aspecto?
–Claro. Hay una parte de mí en todos mis personajes. Están mis obsesiones, lo que cautiva mi atención, que son la soledad, la pérdida, el misterio, los secretos de las familias. Me apasiona también el mundo de psiquiatría, el cerebro humano, la medicina y me obsesiona el amor, pero no el amor tranquilo, sino el convulso, que es el más literario. Me gusta mucho en Alma, porque lo tengo yo y se lo he trasladado, ese debate entre el amor romántico y el real tangible. Me sigo peleando como ella, sigo creyendo que hay amores románticos, no te digo príncipes azules pero sí personas ideales. ¿Por qué no va a encontrar alguien al hombre de su vida?
–Dirige en RNE «La observadora», un formato de entrevistas que la gente parece que demanda cada vez más
.–Me parece un lujo. Estaba más acostumbrada a hacer magazines en radio; ahora estar a solas con un personaje 30 minutos lo disfruto. Trabajo con absoluta libertad y el mismo espíritu que puede tener un oyente cuando se acerca al programa. Quiero observar, ver y aprender de los entrevistados. Me gusta descubrir a un científico ilustre como Rafael Yuste; que está liderando el proyecto Brain, de la Administración Obama, o charlar con el filósofo Emilio Lledó; son conversaciones impagables.
–Además, escribe en el blog «El subjetivo» sobre actualidad. ¿Cree que es positivo que los periodistas se sitúen en según qué aspectos?
–Yo soy muy cautelosa con la opinión. Cuando la manifiesto lo hago en relación con temas internacionales y cercanos a la cooperación, y ahí se escapa la embajadora de Unicef. Todo lo que tenga que ver con asuntos de la mujer, infancia, tercera edad. No soy quién para ser analista política, yo doy opiniones sociales. Veo una situación social y comento sobre ella con independencia de quién esté dirigiendo en este momento. Y los años te dan la perspectiva para entender que las ideologías no son nada, que el mundo no es de dos colores, sino de vasos comunicantes.