Centro de Arte Reina Sofía

Cuando el arte inventa a la vida

La muestra reúne 275 piezas de Klee, Rothko, Kippenberger o Bourgeois

La escultura «The New Beetle», de Charles Ray (2006), con la instalación «Chambre 202. Hôtel de Pavot», de Dorothea Tanning (1970) al fondo
La escultura «The New Beetle», de Charles Ray (2006), con la instalación «Chambre 202. Hôtel de Pavot», de Dorothea Tanning (1970) al fondolarazon

«Yo soy el otro». La frase, lapidaria, la dejó escrita al final de sus días Gérard de Nerval, que no se apellidaba Nerval sino Labrunie, y que construyó su propia identidad artística y acaso vital en un proceso paralelo al de su escritura. Ser el otro, o sencillamente elegir quién ser, ha sido y es una opción artística y una vía para construir un discurso. De esta influencia de ida y vuelta, la del arte en la creación de la biografía y la de la vida en el proceso creativo, se ocupa «Formas biográficas», una amplia exposición en el Museo Reina Sofía que reúne 275 piezas, desde lienzos y grabados a esculturas, instalaciones, fotografías y proyecciones audiovisuales, de artistas de los siglos XIX, XX y XXI. Este viaje conceptual propone así un vínculo de fondo entre obras de Rothko, Klee o Munch, por citar a los más conocidos, junto a otras de Jeff Wall, Arpita Singh, Martin Kippenberger o la española Maruja Mallo –sus conocidos autorretratos–, pero exige del visitante no un simple paseo, sino una inmersión atenta en las tesis que propone.

«Bio-objetos» de Kantor

En algunas de las piezas expuestas, la tesis se asimila de forma inmediata; así, por ejemplo y volviendo a Nerval, en una suerte de árbol genealógico fantástico e imposible del autor. «Nerval es el primer escritor que ha sintetizado la locura y el delirio hasta llegar a su propia mitología individual», explica el comisario de la muestra, el francés Jean-François Chevrier.

Otras salas desconcertarán a quien no agudice los sentidos. Porque es complejo desentrañar la conexión entre el tema propuesto y una sala entera dedicada a la obra del director teatral Tadeusz Kantor, nombre fundacional de la escena europea del siglo XX. Allí están las fotografías de la primera representación de «El viaje de Ulises», un montaje ya célebre estrenado en 1944, y la escenografía –maletas raídas, puertas que dan a ningún lugar– de «Wielopole, Wielopole», junto a una proyección del filme homónimo, piedra fundacional en la documentación teatral. Hasta que se acepta la idea de «bio-objeto», que movió a Kantor, y que hace que cobre sentido en el itinerario del Reina Sofía. De igual forma, el teatro está presente con bocetos escenográficos realizados por Munch.

Otros nombres viajan del collage, el grabado o la ilustración (ahí están las páginas de «He disappeared in complete silence» de Louis Bourgeois, o los dibujos de Philip Guston) a la fotografía contemporánea, con llamativas instantáneas de la fotógrafa palestina Ahlam Shibli, que documentó los campos de refugiados de Nablus entre 2011 y 2012, y del norteamericano Ed Templeton, artífice de un espacio vital con algo de evangelio profano, o las series autorreferenciales de Francesca Woodman de 1975. Pero en la exposición conviven también indagaciones en otras formas de construcción biográfica, enfrentadas a la occidental, como la del artista indio Jivya Soma Mashe, con dos grandes grabados tribales fechados en 1997, o la proyección de diapositivas «The Black Photo Album», del sudafricano Santu Mofokeng (1997).

Al margen del extrañamiento, la exposición reserva obras llamativas y salas espectaculares, como, ya en tramo final, la que reúne la escultura nívea de un niño, «The New Beetle», firmada en 2006 por Charles Ray, y una instalación de 1970 de Dorothe Tanning con una surrealista estancia, «Chambre 202. Hôtel du Pavot». En ambas la construcción biográfica juega un papel importante. Aunque, en pocas exposiciones como en ésta, acudir a la ayuda del catálogo es más que recomendable.