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Demasiado humano

larazon

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El filósofo y escritor Eugenio Trías Sagnier ha muerto hoy en Barcelona a los 70 años de edad, tras una larga enfermedad.
El gran bigote de Eugenio Trías le convertía en lo más parecido a Nietzsche en la Facultad de Filosofía de Barcelona. No era una cuestión estrictamente fisonómica, sino que se había convertido en un filósofo que, rompiendo con la universidad y la academia, era capaz de escribir sobre cualquier tema humano o demasiado humano. Su posición lateral en la universidad, con la que rompió nada más licenciarse en 1964, explica mucho su obra, que ya no era una relectura de los clásicos –que también- sino una revisión postmoderna de un mundo cada vez más difícil de explicar en el que había que echar mano de otros saberes irracionales.
Pero hablemos primero de otro filósofo desaparecido. En agosto de 2011 murió Ramón Valls Planas, un maestro fuera de los focos, huraño y entrañable. Fue miembro del jurado en la lectura de la tesis doctoral de Eugenio Trías en 1978. Y fue –este gran especialista en la obra de Hegel- quien le recriminó que no presentase lo que se denominada el "aparato bibliográfico". Allí estábamos los alumnos de profesor Valls atestando el Aula Magna porque sabíamos que asistíamos a un acto más allá de lo académico. La Filosofía, también, tenía algo de espectáculo. Eugenio Trías no era un simple doctorando: era una "estrella"de la Filosofía que se había propuesto romper con la grisura de la universidad, que obligaba a la discreción y el olvido. Efectivamente, Trías no citó ni un solo libro, algo impensable en los estudios de Filosofía, y más sobre Hegel, tema en sobre el que versó su tesis. Valls, como un fiscal insidioso, no consintió que nadie maltratase a la academia, o que por lo menos delante de él ese "enfant terrible"no iba a encontrar sus tres minutos de glorias.
La tesis la editó de manera inmediata Jorge Herralde –algo inusual en los ensayos académicos- con el título de "El lenguaje del perdón", mientras que la obra de Valls "Del yo al nosotros"seguía circulando entre los alumnos en fotocopias. Trías nunca dio clases en la Facultad de Filosofía, sino en el departamento de Estética de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, donde también se refugiaron Luis Racionero y Félix de Azúa. Más adelante, acabó de catedrático de Historia de las Ideas en la Universidad Pompeu Fabra.
Quizá aquel acto, pasado el tiempo -y si la memoria no me ha traicionado-, pudiese ser la puesta de largo del pensamiento postmoderno en España, pero sobre todo en Barcelona, presta a las rupturas aunque suponga un retroceso, pues no olvidemos que Trías, junto a Rubert de Ventós, Jordi Llovet, Josep Ramoneda, Pep Subirós y Gerard Vilar, entre otros, habían puesto en marcha el Col.legi de Filosofia en 1976, institución afecta al pensamiento estético y que devino en centro de producción de ideas de lo que sería la Barcelona futura que eclosionó en 1992, vanguardia cultural que, como tantas veces, acabó institucionalizada como la caduca universidad de la que rehuían, aunque luego volviesen (lo hizo Rubert de Ventó cuando Valverde se jubiló tras su vuelta y lo hizo Trías como ya hemos dicho). En los pasillos de la Facultad de Filosofía se decía que el Col.legi de Filosofía era una escuela para damas burguesas «en las faldas del Tibidabo» (no seamos perversos: la escuela de diseño Eina, situada en la montaña, fue su sede inicial), cenáculo de pensadores que acabaron de funcionarios de la «Cataluña ciudad» y olímpica de Pasqual Maragall. Ahora todo aquello es pasado porque lo que ha triunfado es la Cataluña-Cataluña (la de verdad), en contra también de la visión de Eugenio Trías, frontalmente opuesto al nacionalismo.
Creo que el pensamiento de Trías queda claramente recogido en "La razón fronteriza"(1999). Sin renunciar a la razón y al pensamiento ilustrado, abre al hombre a otras formas de racionalidad, como son las pasiones, el arte y el cine, o la experiencia religiosa. El límite era para Trías el hombre mismo.