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Cultura
El desconocido significado de la cedilla (ç) y el motivo por el que ya no se usa en español
El curioso viaje de la cedilla en el idioma español y por qué hoy es una reliquia lingüística

En la rica historia del español hay vestigios que se han perdido con el tiempo, y uno de los más curiosos es la cedilla (ç). Hoy, su presencia puede desconcertar a muchos hispanohablantes, pero no siempre fue así. Este signo, tan característico y llamativo, formó parte del español durante siglos antes de desaparecer silenciosamente.
Aunque ahora es típica del francés o el portugués, en el medievo era habitual verla en textos españoles. ¿Por qué se usaba? ¿Y qué llevó a su desaparición?
La “c” con cola: ¿de dónde viene la cedilla?
La cedilla tiene un origen tan fascinante como su aspecto. Proviene del latín tardío y evolucionó en la península ibérica a partir de la letra "z", concretamente de una pequeña "z" visigoda escrita debajo de una "c" para modificar su sonido. Esa pequeña "z" terminó por convertirse en una especie de gancho, lo que dio lugar a la "ç".
Durante la Edad Media, la cedilla servía para representar un sonido intermedio entre una “c” y una “z”, especialmente antes de las vocales "a", "o" y "u", donde se requería una pronunciación más suave. Palabras como "força" (fuerza) o "braço" (brazo) eran de uso común en español con cedilla.

De uso cotidiano a letra fantasma
Con el paso de los siglos, la fonética del español se fue simplificando. Los sonidos sibilantes —esas consonantes que suenan como silbidos— pasaron por un proceso de reorganización. El sonido /ts/, que antes se distinguía mediante la cedilla, fue desapareciendo del habla cotidiana.
Este proceso culminó en el siglo XVIII, cuando la Real Academia Española decidió eliminar la cedilla del idioma en su reforma ortográfica. En su lugar, se estableció la norma actual, donde la “z” se usa antes de “a”, “o” y “u” para representar el mismo sonido.
Fue una decisión práctica: la letra ya no reflejaba una diferencia fonética relevante, y su uso era inconsistente entre regiones. Así, la “ç” dejó de escribirse, aunque nunca del todo olvidada.
Sobrevive en otras lenguas: una letra con doble nacionalidad
A pesar de haber desaparecido del español, la cedilla sigue viva y muy activa en otros idiomas. El francés, por ejemplo, la utiliza para mantener el sonido suave de la “c” antes de vocales fuertes: “garçon”, “leçon”, “façade”. En portugués es imprescindible para evitar confusiones: palabras como “coração” o “diferença” perderían claridad sin ella.
Incluso en el catalán —una lengua cooficial en España— la “ç” es parte del día a día. Aparece en términos tan comunes como “plaça” o “braç”, lo que demuestra que aunque el español la abandonó, la cedilla aún tiene un lugar en la península ibérica.
¿Y si volviera? La nostalgia de los símbolos perdidos
Hoy, la cedilla despierta más curiosidad que utilidad. Para los hispanohablantes es una rareza tipográfica que sobrevive en apellidos como “Gonçalves” o en extranjerismos que aún no han sido adaptados completamente al castellano.
En un momento en que la lengua se adapta a nuevas realidades tecnológicas, sociales y culturales, recordar elementos como la cedilla ayuda a entender cuánto ha cambiado y evolucionado el español. Cada letra perdida es también una historia ganada.
Un signo que dejó huella
Más allá de su desaparición, la cedilla forma parte de la arqueología del idioma. Su viaje desde la escritura visigótica hasta los textos modernos es una muestra clara de cómo los idiomas se transforman. Ya no la escribimos, pero su influencia aún resuena en la manera en que pensamos y comprendemos la lengua.
Así, este pequeño gancho debajo de la “c” sigue recordándonos que la ortografía no es estática, sino un reflejo del tiempo y del habla. Y aunque la cedilla ya no tiene un papel oficial en el español, su historia sigue viva cada vez que nos preguntamos qué significa esa “c con colita”.
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