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Dos años de cárcel para un director fugitivo

Es la pena a la que Polanski podría enfrentarse si se autoriza su extradición a EE UU, adonde no ha regresado desde que se fugó en 1978.
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Es la pena a la que Polanski podría enfrentarse si se autoriza su extradición a EE UU, adonde no ha regresado desde que se fugó en 1978.
Aunque hace unos meses Polonia se negó a extraditar al director de cine Roman Polanski a Estados Unidos, ayer el Ministerio de Justicia polaco anunció que reabrirá el proceso. Esta intención del titular de Justicia polaco, Zbigniew Ziobro, marca un nuevo estadio en el caso Polanski, que vuelve a poner el risgo al director de cine más célebre de Europa a enfrentarse a las autoridades estadounidenses, cuatro décadas después de ser acusado de violación a una menor. «Ni Polanski ni nadie puede estar por encima de la ley», anunció Ziobro, fiscal y, a su vez, político del partido conservador «Ley y Justicia». «Sea cual sea el estátus de la persona juzgada, no puede existir protección en la responsabilidad por estos actos abominables, como abuso sexual de una menor en ausencia de sus padres. La pedofilia es cruel y debe ser eliminada por completo», arguyó. El ministro es una de las figuras más controvertidas en el panorama político de Polonia, aunque también se ha ganado una reputación en su país por su rectitud a la hora de aplicar la ley. El abogado del creador de «El pianista», Jerzy Stachowicz, aseguró que la noticia no les había cogido por sorpresa, ya que Ziobro había dado cuenta de sus intenciones con anterioridad.
El por qué el ministerio de Justicia del país de origen de los padres de Polanski reabre ahora un caso que el Tribunal Regional de Cracovia había cerrado el pasado 30 de octubre es aún inexplicable para muchos. «En este caso concreto, sólo se puede especular con que esta decisión está marcada por los intereses políticos del actual Gobierno de Polonia», contó a LA RAZÓN el abogado especializado en derecho penal Kay Reese. En este país, el ministerio de Justicia y la Fiscalía General están unidas. Según afirman los expertos penalistas Christoph Grabitz y Ernesto Grueneberg: «el proceso de extradición funciona exactamente igual respecto a una acusación del año 1977, como si se tratara de una orden de extradición actual. Estados Unidos emite una petición para juzgar al ciudadano por un delito cometido en su país y, de acuerdo a los tratados entre ambos países, Polonia decide si se concede o no». Por lo cual, Polanski corre riesgo de ser enviado a Estados Unidos para responder ante la Justicia norteamericana, ya que este delito no prescribe por más que hayan pasado 40 años, de acuerdo a las leyes estadounidenses.

Agosto, mes clave

Esta apelación llegó al Tribunal Supremo de Polonia, según precisó el portavoz del Tribunal Krzysztof Michalowski. Desde allí se tomará una decisión final en audiencia pública en el próximo mes de agosto. «Hasta esta fecha, Roman Polanksi podrá venir a Polonia sin riesgo de ser detenido», apuntó. La fecha de la audiencia se conocerá a lo largo del mes de junio.
El creador de «La semilla del diablo» y «Chinatown» reconoció en 1977 haber mantenido relaciones sexuales con una menor de 13 años, Samantha Greimer, durante una sesión de fotos en la casa del actor Jack Nicholson en Los Ángeles, cuando él ya tenía más de cuarenta años. Aunque el director declaró que las relaciones habían sido consentidas, fue acusado de «abastecimiento de sustancias a una menor, actos obscenos a un menor 14 años, relaciones sexuales ilegales, violación por uso de droga, perversión y sodomía». Este hecho le costó una pena de prisión de 47 días de cárcel bajo examen psiquiátrico y libertad bajo fianza. Un año más tarde, huyó a París al saber que podía enfrentarse a 50 años de prisión. Roman Polanski no ha pisado territorio estadounidense desde hace cuarenta años. Ni siquiera regresó cuando ganó el Oscar como director por su filme sobre el Holocausto «El pianista», el mimso año que se hizo con la Palma de Oro en Cannes y sí recogió en persona.
Hasta el momento en el que la Justicia de Los Ángeles no dé por cerrado el caso –algo que aún no ha sucedido– Roman Polanski no puede regresar a Estados Unidos sin riesgo de ser llevado ante la Justicia, como tampoco puede hacerlo en los muchos países del mundo que tienen acuerdos de extradición con EE.UU. Es el caso de Reino Unido, país que el galardonado director no ha visitado en décadas, o de Italia, razón por la cual el Festival de Cine de Venecia no ha contado con su presencia en los últimos años.
Según el profesor de Derecho de la Universidad de California del Sur, Jean Rosenbluth, Polanski sólo puede estar seguro «en Suiza y Francia». Actualmente, reside en París junto a su esposa, la actriz gala Emmanuelle Seigner. Nacido en esta ciudad y poseedor de la doble nacionalidad polaca y francesa, las leyes galas impiden la extradición de sus ciudadanos. También en Suiza puede sentirse seguro desde 2010, año en el que las autoridades helvéticas decidieron no extraditarle, aunque previamente había sido detenido en Zúrich por mandato americano el 26 de septiembre de 2009, cuando iba a recibir un premio a su trayectoria en un festival de cine y cuya invitación no quiso rechazar, pero que le pasó factura en forma de privación de libertad. Aún se recuerdan las fotografías en las que se le veía mirando por la ventana, apenas una sombra, tomadas desde el exterior nevado de su imponente chalé en Gstaad.

Olor a cebolla

Tras el sonado arresto, más de un centenar de personalidades del mundo del cine, entre ellas Harvey Weinstein, Woody Allen, Pedro Almodóvar, Michael Mann y Martin Scorsese, firmaron una petición de libertad para el cineasta. Pasó dos meses en una cárcel suiza y nueve más en arresto domiciliario, en su chalé de la turística localidad suiza Gstaad, mientras acababa el montaje de su cinta «El escritor», donde tuvo serios problemas para finalizarla. «No poder entregar una película es lo peor que puede pasar. Las vidas de cientos de personas y mucho dinero dependen de ello. Tenía un viejo ordenador en la cárcel, pero no había internet. Tuvimos que montarlo en una habitación donde los presos normalmente pelaban cebollas. Lo que más recuerdo es ese impregnante olor a cebolla», declaró el director años después.
Otro de los pocos países a los que, desde octubre del año pasado, podía viajar Polanski era Polonia. El cineasta posee una casa en Cracovia y se ha trasladado muy a menudo en los últimos meses para rodar una producción de 35 millones de euros sobre el capitán acusado de espionaje Alfred Dreyfus. Polanski ya había manifestado su deseo de llevar a cabo este proyecto, puntualizando que lo haría siempre y cuando no existiera amenaza de extradición. Si finalmente se autoriza la extradición del artista, que hoy tiene 82 años, Roman Polanski puede enfrentarse a dos años de cárcel. En 1977, la pena de privación de libertad de este delito podía haber confinado al director nacido en París a 50 años de prisión, a pesar del acuerdo de declaración de culpabilidad por la condena ya cumplida. Sin embargo, la Ley estadounidense fue modificada en julio de 1977, lo que reduciría la máxima sentencia a dos años de privación de libertad. Si acepta la extradición, el proceso podría concluir rápidamente, mientras que si decide recurrir, podría extenderse durante años, según afirman fuentes estadounidenses.
Polanski ha sido el creador de clásicos como «El baile de los vampiros» (1967), «La semilla del diablo» (1968) y «Chinatown» (1974). Cuatro años después de su experiencia en Suiza, aseguró que había «llegado a ser feliz, aunque en algún momento había sido difícil de imaginar». Ahora, la decisión del Gobierno polaco vuelve a levantar viejas ampollas y coloca un nuevo obstáculo en el camino del director, que perdió a su esposa Sharon Tate en Los Ángeles, al ser asesinada por el grupo Charles Manson.