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El director del Bolshói vuelve al trabajo tras recuperarse del ataque

Serge Filin deberá enfrentarse de nuevo en el día a día con algunos de los bailarines que confabularon para que le rociaran con ácido la cara
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Serge Filin deberá enfrentarse de nuevo en el día a día con algunos de los bailarines que confabularon para que le rociaran con ácido la cara
Los malos del ballet son capaces de convertir a una princesa en ave («El lago de los cisnes»), ocultar una serpiente en una cesta de flores para que mate a la protagonista («La bayadera») o dar un somnífero a su mejor amigo para poder vender a su amada como esclava («El corsario»). Así que inspiración no faltó a los bailarines y altos mandos del Bolshoi que urdieron la confabulación para dar una lección al director artístico de la formación, Sergei Filin. 22 operaciones y ocho meses después, el lunes regresará a la casa de la compañía para asistir a la primera reunión de la temporada. Ayer aterrizó en Moscú, donde le esperaban con flores, su esposa, María Propvich, su hermana, Elena Filina, así como colegas del mundo del ballet y bastantes periodistas: «Tendré que regresar a Alemania. No se puede decir que me hayan dado el alta. Haré viajes cortos que no interfieran en el trabajo», aseguró a la prensa. «A las 9 de la mañana iré a la policlínica del teatro Bolshói. Los doctores me verán, y a las 10 empezaré a trabajar... El 17 estaré en la apertura oficial de la temporada», afirmó Filin, que dijo sentirse recuperado, según la agencia RIA-Nóvosti. «Me encuentro bien, de otro modo no hubiera podido volar», aseguró. «Poco a poco voy avanzando. Puedo verles. El ojo izquierdo ha podido ser estabilizado... con él puedo ver lo que pasa en el escenario y volver al trabajo», dijo el director. En cambio, agregó que el estado de su ojo derecho sigue siendo grave. «Pero ahora ya puedo ver mis dedos, esto es un buen logro... antes no podía». «La compañía espera sinceramente que Sergei se recupere y vuelva», ha declarado Katerina Novikova, portavoz del Bolshói. «Hasta qué punto será capaz de participar en la vida de la formación, se aclarará en un futuro cercano», también admitió antes de su llegada.

La remodelación del teatro

Hasta el pasado 22 de enero, las intrigas del ballet habían dado que hablar en la prensa rusa, pero, a partir de ese día saltaron a la primera plana de los diarios internacionales. La agresión, cuyo móvil se asoció desde un principio con problemas de celo profesional, es la gota que colmó un vaso que venía llenándose desde hacía años y que, de momento, se ha llevado por delante al director general, Anatoli Iksanov, una decisión que habría tomado el Ministerio de Cultura ruso al considerarlo incapaz de controlar a su equipo y, también, por estar bajo sospecha por un escándalo de corrupción de 90 millones de rublos en la reconstrucción del teatro. Los grandes titulares los acapara la agresión, cuya conspiración lleva dos nombres: el del extravagante Nikolai Tsiskaridze, primer bailarín y estrella de la televisión rusa, y el del confeso autor intelectual, Pavel Dmitrichenko. Convertido aquél en el primer intérprete de esta compañía en reconocer su homosexualidad, desde hace tiempo fantaseaba con la idea de convertirse en su director. Le faltó tiempo para difundir sus críticas sobre la controvertida remodelación del teatro.
Pero Tsiskaridze tramaba algo mucho más maquiavélico. En su círculo de con- fianza figura, además del autor intelectualdel ataque, la novia de éste, Angelina Vorontsova, que se había cogido un buen enfado cuando Filin, la víctima, no le dio el papel principal de «El lago de los cisnes». En el núcleo de oposión al director artístico está también el famoso coreógrafo Grigorovich. El caso es que todos ellos habrían planeado un ataque a Filin con una idea en la cabeza: convertirse en el director de la compañía, un deseo que casi todos albergan. Pero se les fue de las manos: lo que iba a ser una paliza de advertencia (en caso de que tal cosa exista) se convirtió en la citada agresión. Filin ha pasado unos cuantos meses en Alemania recuperándose y ahora su vuelta, con tanto rival en contra y dado su estado de salud, es más que nunca una incógnita. Probablemente, Tsiskaridze esperaba que la baja de Filin allanara el camino de su ascenso. Nada más lejos de la realidad. La dirección del Bolshoi, como él mismo confirmó, sospechaba de su implicación. Esta intuición, unida a sus polémicas declaraciones, devino en la no renovación de su contrato tras 20 años de relación laboral con la primera compañía del mundo.

Un gigante de la danza bajo sospecha

Los enanos siguen creciendo entre los tutús y las mallas de la vetusta compañía rusa. La primera bailarina Svetlana Zajárova ha azuzado más el fuego al negarse a bailar «Eugène Oneguin» por no estar de acuerdo con los papeles que le asignaron para próximos montajes. A esta confabulación, hay que sumar también acusaciones de desvío de presupuesto, estrellas despedidas, y otras sospechas de distinto calado: hace escasos meses, una bailarina, Anastasia Volochkova, despedida supuestamente por sobrepeso, denunció que en el Bolshoi, más que las cualidades técnicas, se valoraba la belleza de las intérpretes, e insinuó que intimar con millonarios rusos era indispensable para lograr los roles principales. No es de extrañar que el Gobierno ruso quiera darle un buen lavado de cara a este nido de víboras, como muchos lo llaman.