El escritor Méndez Guédez: “Venezuela está centrada en un nacionalismo rancio, muy casposo”
El escritor venezolano habla con LA RAZÓN de su literatura, su nación, y Europa. Nadie mejor que él que se ha “movido en una realidad doble entre Venezuela y España”, dice. A nuestro país vino hace veinte años, y para él no ha perdido su encanto: “todavía se me ocurren historias que suceden de manera natural en la Península Ibérica”. Una de ellas es su nueva novela, “El baile de Madame Kalalú”.
Emma es Madame Kalalú, ¿por qué?
El título hace referencia a una canción de Rubén Blades y Willie Colón que escuchábamos bastante mi generación en Venezuela en los años 80. Cuando empecé a escribir la novela se iba a llamar así y no sabía por qué. Lo que me produjo cierto placer especial era perseguir en sus páginas este título y descubrir por qué ella tenía ese nombre. Madame Kalalú y el baile reciben el clima personal de Emma, su relación con la alegría, con el baile y experimentar la belleza en el propio cuerpo.
La protagonista rompe los cánones sociales.
Un personaje literario por lo general siempre hace una ruptura. La persona promedio difícilmente pueda ser susceptible de ser objeto de una novela o una narración. La literatura se basa en lo que altera la norma, en el desvío, en lo que sorprende, en lo que busca otra ruta y abre una puerta.
¿Por qué esa pasión por los personajes femeninos?
El de la mujer es un mundo que me interesa muchísimo y como autor me hace desdoblarme en la voz de una mujer, que se supone un reto complejo que me resulta apasionante. La fémina actual ya no es la Penélope que teje esperando a su guerrero, sino que sale en busca de la aventura. En mi caso fui criado por mujeres: mi madre, mis primas, mis tías, mis madrinas, y en algún momento de la vida tenía que contar que estuve rodeado de tantas y alcancé complicidad con ese mundo mediante una relación muy empática. Esta novela es una especie de gratitud hacia esas personas que hicieron feliz mi infancia.
¿Está la mujer valorada en esta sociedad?
Queda bastante camino por recorrer, pero eso lo sabemos, es una evidencia. Se debe mejorar porque durante siglos se la ha colocado en un injusto lugar secundario. Para ese crecimiento de su espacio en la cultura, en lo público y en el mundo en general, es importante la solidaridad afectiva de los hombres.
¿Puede un hombre adentrarse en los sentimientos femeninos en su plenitud?
Totalmente. Merece la pena intentarlo porque hay tantos tipos de mujer y de hombre como seres humanos existen. Me parece que hay que diluir esos papeles sociales. Cada vez estoy más convencido de que desconfío de que el varón y la mujer tengan una capacidad afectiva diferente. Yo creo en los individuos, en las personas, que tienen sus maneras de acercase al mundo independientemente de su sexo. Ese discurso distintivo en general es limitante. El artista debe ser capaz de desdoblarse en cualquier tipo de personajes. Sabemos que Dostoyevski fue un gran escritor y no asesinó a nadie con un hacha, pero en su obra se dan estas circunstancia.
¿Es Emma como un Robin Hood moderno?
Ella redistribuye la belleza. Es decir, es una persona de origen humilde pero tiene acceso a la belleza. Es un Robin Hood muy particular. Ella es una luchadora, pero básicamente lo está haciendo por sí misma, no tiene esa cosa propia asociada al discurso femenino del repartir, ella se está cuidando y procurándose una vida que cumpla su búsqueda de la belleza. Está obsesionada por cumplir sus deseos de alcanzar la belleza
En su novela se vislumbran unos cuantos géneros literarios.
La novela en su origen, tal como la conocemos en Occidente, viene del “El Quijote”, que tenía rasgos de novela bizantina, de caballerías, pastoril... Es decir, es una mezcla. Por otro lado, mi infancia en Venezuela fue en un país donde llegaba gente de todo el mundo, con muchos elementos culturales, con una gastronomía variada y en ese país la idea del otro era de seducción, de interés y se enriquecía con lo propio. Recuerdo la novela de un escritor canario que vivió en Venezuela en los años 50, José Antonio Rial, que escribió “Venezuela imán” donde refleja toda esa mezcla que está sucediendo en ese país maravilloso. En ese sentido veo la escritura como una embrollo de sabores, una suerte de combinación festiva de antagónicos procesos culturales, personas. Muchas novelas me quedan muy mezcladas y esta en concreto tiene novela negra, comedia, amor, culebrón, aventuras, o picaresca, que para mí es muy importante. Es algo natural.
Habiendo visto una Venezuela tan diversa, ¿cómo observa lo que ocurre ahora?
El discurso es más reaccionario, el militar. Se ha pretendido cerrar el país y crear una Venezuela militarista, centrada en un nacionalismo muy rancio, casposo. Esta era una de las enfermedades posibles del país.
A Venezuela emigraron muchos europeos tras las guerras, ¿qué opina de que ahora en Europa se cierren las fronteras?
Es muy doloroso que una Europa destruida por las guerras, miserable, llenas de enfermedades, de dolor, de grandes heridas, y que consiguió sobre todo en América Latina un lugar donde recomponerse y restituirse, ahora cierre sus puertas. Me parece muy cruel lo rápido que se han olvidado de que este continente fue destruido por los propios europeos y que gracias a que pudieron huir a otros sitios muchas familias han reconstruido sus vidas. Eso te demuestra que el ser humano es lento al aprender algunas lecciones.