Historia

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El esplendor de la monarquía de los Austrias

El académico Feliciano Barrios, Premio Nacional de Historia 2016, analiza la corte española de 1556 y 1700, entre los reinados de Felipe II y Carlos II.

El historiador Feliciano Barrios
El historiador Feliciano Barrioslarazon

El académico Feliciano Barrios, Premio Nacional de Historia 2016, analiza la corte española de 1556 y 1700, entre los reinados de Felipe II y Carlos II.

Feliciano Barrios tiene a sus espaldas una dilatada trayectoria académica y su curriculum es abundante en méritos y distinciones. Aun así, la llamada del Ministerio de Cultura para comuncarle que había obtenido el Premio Nacional de Historia 2016, dotado con 20.000 euros por su obra «La gobernación de la Monarquía de España: consejos, juntas y secretarios de la administración de corte, 1556-1700», le dejó tan soerprendido como reconfortado. Le recordamos que el año pasado hubo varios agraciados con los «Nacionales» que declinaron recibirlos esgrimiendo motivos de diversa índole. No es, desde luego, su caso pues se muestra«enormemente agradecido, ya que es un altísimo honor que me hayan elegido y una de las mejores cosas que me han sucedido», contesta con orgullo.

El jurado ha elegido su libro por «ser un modelo de gran síntesis histórica abarcando la gobernación de España de 1556 a 1700. Aporta novedades metodológicas y conceptuales y descubre las claves del funcionamiento interno de la Monarquía de los Austrias y la visión comparativa de las Españas. Es un estudio clásico que sin embargo enlaza con problemas actuales y las nuevas formas de hacer historia». Lo que deseaba era escribir un buen libro, jamás soñó con que, además, recibiera una distinción. Eso, ni lo imaginó. En «La gobernación de la Monarquía de España: consejos, juntas y secretarios de la administración de corte, 1556-1700», volumen patrocinado por la Fundación Rafael del Pino, señala Feliciano Barrios que «sobre todo trato de exponer una visión de conjunto de todo el régimen polisinodial. No es un libro de divulgación, pero sí es de recomendable lectura para no especialistas para saber cómo se organizó la monarquía plural», añade. Su trabajo es una obra de «síntesis» sobre los órganos de Gobierno de la monarquía entre Felipe II y Carlos II, «una monarquía plural en la que los reinos salvaguardaban su propia administración y sus derechos privativos y, además, en la Corte, junto al monarca, existía una administración compuesta por consejos, juntas y secretarios», explica. Cada uno de esos Consejos –Castilla, Aragón, Portugal, Indias, Italia y Países Bajos– era «absolutamente independiente»: «Se trata de un régimen de Gobierno pero no de un verdadero sistema. Los reinos conciliares conservaban su independencia», concluye el historiador y académico.

De enseñar y ser docente sabe bastante Barrios, pues es profesor de Derecho en la Universidad de Castilla-La Mancha e impartió sus saberes tanto en la Complutense como en la Autónoma. Por sus aulas han pasado multitud de jóvenes, algo de lo que se siente extremadamente orgulloso. Unos, con ansias de saber; otros, quizá no tanto, pero de todo ellos guarda un gratísimo recuerdo su maestro: «Tengo la mejor opinión de los alumnos. Jamás he tenido ningún problema con ellos. Me encanta la docencia, enseñar, y a ellos, aprender», asegura. Y se queda para sí con ese grupo que pasados los años vuelve a las aulas para saludar a quien fue su maestro, «y actitudes como esa, la verdad, lo compensan todo», confiesa. Su especialidad son los siglos XVI y XVII, los comprendidos entre los reinados de Felipe II y Carlos IV. Precisamente por eso, Barrios fue requerido por el director de cine Agustín Díaz Yanes para que le asesorara en la película «Alatriste», de la que conserva un más que grato recuerdo.

Le preguntamos cómo ve la enseñanza de Historia en España, y ahí se explaya: «Se da poca, aunque no debemos generalizar, pues somos muy tendentes a hacerlo, ni decir que hoy se enseñe mal porque no es así ni se ajusta a la realidad. Conozco excelentes profesores en las distintas comunidades autónomas y otros que no lo son tanto. Habría que dar más Historia que refleje la realidad de nuestro pasado, pues luces en él hay muchas». Insiste en que «se enseña poca Historia tanto en Secundaria como en Bachillerato, con lo que los alumnos llegan a la Universidad con muy escasos conocimientos de base», lo que le obliga, para paliar en parte estas lagunas, a recomendar lecturas generales al comienzo del curso.