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El faraón de Hollywood

Cartón piedra y yeso para crear la civilización del Nilo cerca de Los Ángeles. El director rodó en 1923 su primera versión de «Los Diez Mandamientos». Una de las ciclópeas esculturas del filme, hallada en Guadalupe, volverá a la vida restaurada
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Cartón piedra y yeso para crear la civilización del Nilo cerca de Los Ángeles. El director rodó en 1923 su primera versión de «Los Diez Mandamientos». Una de las ciclópeas esculturas del filme, hallada en Guadalupe, volverá a la vida restaurada
Excéntrico, ególatra y genial. Él era la definición misma del Hollywood de los años dorados, de las primeras décadas del pasado siglo XX. Su carrera abarcó 40 años y a lo largo de esas cuatro décadas rodó setenta películas. Abrumador. Su nieta Cecilia DeMille Presley le define como «una visión moderna de los Médicis», artífice de lo que sería conocido como cine «colossal», calificativo con el que podría definirse el hallazgo en un desierto angelino de una totémica cabeza. Escondida durante más de noventa años bajo las dunas de arena de Guadalupe, California, una enorme esfinge perteneciente a la película «Los Diez Mandamientos» (1923), dirigida por Cecil B. DeMille (y que en la época costó la nada despreciable cifra de un millón de dólares) ha sido desenterrada y se encuentra en proceso de restauración. El público tendrá la oportunidad de verla expuesta este año una vez haya sido reconstruida, ya que las inclemencias del tiempo y la arena han hecho mella en la imponente escultura. Al menos esto es lo que asegura Doug Jenzen, director ejecutivo de Guadalupe-Nipomo Dune Center, que ha supervisado los trabajos de excavación. La esfinge tiene 4,6 metros de altura y cinco toneladas de peso y es una de las 21 que se utilizaron en el filme del excéntrico director, que creó para este filme los mayores decorados nunca creados. La fachada de la ciudad faraónica tenía una altura equivalente a doce plantas de un edificio y 219 metros de anchura. Las esfinges se construyeron en Los Ángeles y se transportaron al desierto de Guadalupe, que está a una distancia de 266 km y allí es donde las montaron.
La leyenda cuenta que tras acabar el rodaje el equipo técnico dinamitó las esfinges, abrieron unas zanjas y posteriormente las enterraron (el desplazamiento de tan colosales piezas suponía un gasto ingente para DeMille y su equipo, de ahí que decidieran abandonarlas una vez enterradas y así también nadie las podría utilizar), pero según Jensen este final tan dramático resulta bastante poco probable. Según él, el viento, la lluvia y la arena hicieron que las esfinges quedaran enterradas bajo la arena. De hecho una guía de rodaje ayudó a encontrarlas. «Si dentro de mil años los arqueólogos descubren las ruinas en la dunas de Guadalupe, espero que no vendan a los periódicos la noticia de que la civilización egipcia se extendió desde el Valle del Nilo a la costa del Pacífico», llegó a decir con su ironía característica el cineasta. El inmenso decorado fue diseñado por Paul Iribe, precursor del Art decó. En solo dos meses se construyeron inmensas moles de piedra y se hicieron a mano gigantescos jeroglíficos y grabados. Se excavó un río artificial, rodeado por un oasis con 200 camellos, todo mientras una orquesta sinfónica entretenía todas las noches al plantel de actores y extras.
La primera excavación se realizó en los años noventa, hacia 1993, cuando el Dune Center aún formaba parte de Nature Conservancy. Los arqueólogos peinaron la zona y encontraron docenas de pequeños objetos, incluidos tabaco y botellas de jarabe para la tos, probablemente como sustituto del alcohol, ya que era la época de la prohibición, que duraría de 1920 a 1923. De acuerdo con Jensen, esto nos corrobora que el equipo no lo pasaba del todo mal entre toma y toma consumiendo jarabe para la tos y fumando.
En 2012 el Dune Center invitó a un grupo de arqueólogos a que inspeccionara, la zona de nuevo. Encontraron entonces la cabeza de una esfinge equivalente en tamaño a una mesa de billar. Sacaron finalmente la cabeza de Paris que hoy se puede visitar en el centro, sin embargo, no tuvieron tiempo de desenterrar el cuerpo. Dos años más tarde, Applied EarthWorks ha vuelto para acabar con la tarea, aunque se encontraron con un gran deterioro debido a la erosión.
Gasas empapadas
El viento, sin embargo, los ayudó a encontrar los restos de otra esfinge. El equipo liderado por el arqueólogo Kholood Hintzman pudo extraer con mucho cuidado el cuerpo y para evitar que se agrietara lo envolvieron en gasas empapadas previamente en un producto químico conservante para posteriormente rellenarla con espuma aislante. El equipo sólo podía trabajar unas pocas horas al día debido a que la niebla matutina les impedía realizar su trabajo con precisión y el fuerte viento vespertino también se convertía en un hándicap a la hora de avanzar. Tras ocho días, finalmente consiguieron sacar el cuerpo entero y trasladarlo para que se pudiera secar. Será este año cuando la esfinge pueda volver a lucir como lo hizo noventa años antes. El rodaje del filme fue en algunos momentos una verdadera pesadilla debido al tiempo extremo, pues las altísimas temperaturas de la mañana se convertían en grados bajo cero al caer la noche. Antes de comenzar el rodaje de «Los Diez Mandamientos», envió un ejemplar de la Biblia a todo el personal junto con una nota: «Como es mi intención filmar prácticamente todo el libro del Éxodo, la Biblia nunca debe estar lejos de ti». Su nieta DeMille Presley destaca su enorme religiosidad y la importancia que tenían estos valores en sus filmes: «Creía sinceramente en Dios», asegura quien estuvo a su lado durante casi toda su vida, pues su niñez la pasó en la residencia que poseía su abuelo en Los Feliz: «Nos sentábamos hasta las doce o la una de la madrugada y charlábamos de todos, de historia, de arte, de filosofía. Me llevaba a todas partes».
Cecil B. DeMille no era un director que lo pusiera fácil: él decía lo que se debía hacer y cómo, no admitía una orden en contra. Viajaba con su silla especial desde donde controlaba la marcha del rodaje, un ayudante estaba pendiente en todo momento de lo que pudiera necesitar y vestía de un modo genuino, con polainas de cuero y pantalones de montar. Lejos de bailar el agua a los actores, el director los trataba en ocasiones de una manera tiránica. Célebre es la anécdota desagradable y el duro enfrentamiento que mantuvo con Victor Mature, quien en el rodaje de «Sansón y Dalila» se negó a luchar con un león argumentando que podría sufrir heridas. DeMille se mofó de él y jamás le perdonó la afrenta. Con el tiempo, todo Hollywood se enteró de que el actor en la escena de la lucha «se puso de color amarillo. No ha nacido mayor cobarde que él», acostumbraba a decir el director a todo aquel que tenía cerca. Retarle tenía sus consecuencias.

Cecilia, siempre cerca del abuelo

Le recuerda con fascinación, pues para ella no era ese director temido, sino su abuelo. «Me encantaba viajar con él y siempre me tuvo cerca. Visité Nueva York, toda Europa. Era una vida maravillosa», recuerda su nieta Cecilia DeMille Presley (en la imagen, de niña, junto a su abuelo), quien ha firmado un libro junto con Mark A. Vieira en el que repasa la trayectoria de esplendor del cinesta. «Cecil B. DeMille: el arte de la epopeya en Hollywood» es un tomo en el que abundan las fotografías y los dibujos que recogen la vida de uno de los grandes de la meca del cine. «Siempre hacía ejercicio. Era fuerte como un toro», ha recordado Cecilia, quien siente verdadera fascinación por «la increíble visión que tuvo para hacer películas».

Egipto en Los Ángeles

El abultado presupuesto de la película, un millón de dólares de los años 20 del siglo pasado, permitió al director recrear el antiguo Egipto en algunas de las dunas de arena situadas a 175 millas al norte de Los Ángeles. El monumental conjunto dio trabajo a 1.600 personas e incluyó nada menos que cuatro estatuas con la efigie de Ramsés de cuarenta toneladas de peso cada una y otras 21 estatuas que se distribuían a ambos lados de una inmensa avenida. Tres mil animales y 2.500 extras campaban por el set. Durante el día el tráfago era monumental, pero ¿qué sucedía durante la noche? Tanto los actores como el restos del personal dormían en tiendas de campaña a unos cien metros de distancia. Los hombres a un lado, las mujeres a otro.

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