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El Imperial War Museum reabre sus puertas tras un intenso lavado de cara

larazon

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El Imperial War Museum de Londres reabre hoy sus puertas, tras una profunda renovación que ha costado 48 millones de euros, para ofrecer al visitante 14 nuevas galerías dedicadas a la I Guerra Mundial y un atrio espectacular con el que provocar la curiosidad del espectador.
Este amplio y majestuoso museo es, según su directora general, Diane Lees, "un lugar destinado a que las generaciones futuras comprendan el sufrimiento y los enormes sacrificios que se realizaron durante la I Guerra Mundial (1914-1918)"así como "el impacto"que tuvo ese conflicto.
Cuando se cumple el centenario del inicio del conflicto y después de cuatro años de renovaciones, el museo -conocido por sus iniciales IWM- ha buscado una "manera nueva y relevante de atraer el interés del espectador", al incorporar nuevos espacios, según Lees.
Con juegos de luces y una mejor distribución de las salas, el museo narra, de manera interactiva, los orígenes, las causas, las consecuencias y el impacto global que tuvo el conflicto.
Para ello, se nutre de distintos tipos de armamento, juguetes, misivas, vídeos, fotografías o demás parafernalia y da voz mediante grabaciones a aquellos que vivieron en primera persona una guerra que convirtió Europa continental en un campo de batalla.
Pero el objetivo de este ambicioso proyecto, cuyo coste ha ascendido a 40 millones de libras (unos 48 millones de euros o 65 millones de dólares), va más allá del simple relato.
Su finalidad ha sido, según el historiador Nigel Steel, "no contar sólo la historia del conflicto en los últimos cien años, sino también plantear preguntas, provocar curiosidad y retar a la gente".
En las nuevas salas se exponen de manera cronológica nuevos objetos que examinan las ramificaciones del conflicto, que se cobró más de 16 millones de vidas.
El imponente nuevo atrio central expone a sus lados y algunos colgados del techo más de 400 objetos, 60 de los cuales, como aviones de combate o tanques, no habían sido expuestos hasta ahora.
De hecho, nada más entrar, bajo el nombre de "Testigos de Guerra", el visitante se topa con nueve icónicos objetos como un "Harriet"-avión militar de diseño británico-, un caza modelo "Spitfire"y un cohete "V-1"suspendidos del techo, así como un tanque "T-34"y un Land Rover "Reuters", dañado por el impacto de un cohete de ataque en Gaza.
Según Steel, ese imponente atrio "pretende ser un espacio para la provocación y la contemplación, que plantee asuntos de moralidad, motivación y carácter, así como de tradición e historia".
En otra de las nuevas galerías, "Puntos de inflexión", se invita a explorar temáticas relacionadas como los frentes de guerra en Rusia y África y contemplar objetos extraídos de los restos de un submarino, o un bombardero japonés abandonado en 1943, y redescubierto 50 años después.
En total, caben más de 1.300 objetos en estas salas de todos los tamaños, muchos de lo que no se habían expuesto hasta ahora. Todos ellos revelan historias de sufrimiento y pérdida pero también de resistencia, camaradería y amor.
Así, aparecen las sobrecogedoras y amarillentas misivas intercambiadas entre un general británico, William Martin, y su prometida, Emily Chitticks, quien respondió a la última carta del soldado días después de que éste perdiera la vida en el frente.
Tras la exhaustiva reforma, el IWM ofrece también una nueva exposición titulada "Verdad y Memoria: Arte Británico desde la I Guerra Mundial", la mayor muestra dedicada al arte surgido del conflicto en casi un siglo con más de 120 obras, entre las que figuran emblemáticas imágenes de artistas como Paul Nash, Percy Wyndham Lewis o William Orpen.