El músculo musical de «Hércules»
Dos creadores que triunfan fuera de España: Hollywood y China se los rifan. Fernando Velázquez es el autor de la banda sonora. «Algún director me ha dicho que salvé su película», confiesa
De vez en cuando –ahora, con todo el trabajo que tiene, quizá espacie más el tiempo– le gusta tocar la guitarra eléctrica. En algún bar, por ejemplo. Es intérprete de violonchelo, aunque Fernando Velázquez (Guecho, 1976) no se siente muy identificado con el instrumento. Al comenzar la entrevista advierte: «Cuidado que si me dejas tengo mucho rollo». Y no falta a la verdad porque enlaza unas ideas con otras y pretende resumir su hacer en unos quince minutos. Lo imposible, vamos, pero al menos, para hacernos una idea basta. Anda ahora inmerso en plena promoción de «Hércules», de cuya banda sonora es autor. «Me encanta hablar y responder. Además, nunca cuento lo mismo. Es tan divertido lo que hago que cuando hablo de ello me vengo arriba», comenta para abrir el fuego. Se define como «un emprendedor, una palabra que ahora está tan de moda, desde la primera función del colegio. Me entusiasma esa ilusión, ese ''dream'', estar en los escenarios. Es lo bonito y, al tiempo, lo adictivo. Disfruto igual en una función colegial que haciendo una película. Es magia y resulta divertido y además de "freelance"no puedes decir que no». Lógico es saber si se entrega de igual manera para poner música al corto de un amigo (que los tiene en el mundo del cine, y muchos), que a una superproducción. Y la respuesta es afirmativa: «Me da igual. Es trabajo y me entrego. Los millones no cuentan», aunque es consciente de que en Hollywood se está haciendo un hueco. Le gusta, pero insiste en que lo que te piden es que cuentes una historia: «No hay demasiadas diferencias con trabajar en España. Si acaso en el procedimiento y en la responsabilidad que puedas sentir. Más allá de eso...» A decir verdad, prefiere quedarse en España, «donde tenemos todavía mucho que defender».
Cuando le ofrecieron firmar la música de «Hércules» , que acaba de llegar a las salas españolas, dirigida por Brett Ratner, se consideró un privilegiado: "Pensé, qué suerte tengo y cómo me lo tengo que trabajar. Es como el amor, como una relación de pareja. A una película como ésa hay que dedicarle mucho tiempo». Velázquez, que tiene un currículum extenso y sabe de qué va el paño («Lo imposible», «Ocho apellidos vascos», «Mamá», «Zipi y Zape y el club de la canica», «El orfanato», «Cinco metros cuadrados», «Lope», «Los ojos de Julia», por dar una simple pincelada) considera importante, muy importante, su función-misión en una película «porque si no no me llamarían a mí. En "Hércules", por ejemplo, la música es arriba, arriba, arriba. Trabajé con la London Philharmonia y alquilamos primero el tambor más grande, y el segundo mayor, también, y el tercero. Imagínate cómo sonaba aquello. Si queríamos conseguir ese efecto había que tener los instrumentos adecuados. Vamos, nada que ver con, por ejemplo, "Ocho apellidos vascos"y la txalaparta que suena. "Hércules"era algo épico. Empecé con la película más o menos montada. Hay espacios preciosos, batallas, peleas y mamporros de Dwayne Johnson, pero al tiempo tenía que narrar cómo era su entorno, su modo de vida. Él es frágil, aunque su aspecto nos diga lo contrario, y sufre.Y hay que reflejarlo también. Todo tenía que ser grande y me enfrentaba a un porrón de trabajo. Fui conquistando el corazón del director con las maquetas que le enviaba. Ellos se fían y se van creyendo lo que cuentas». Y hace, en ese momento, por si alguna duda queda, la comparación con un chiste: «Mira en este oficio, o estas a Rolex o a setas», dice mientras suelta una carcajada. «Yo sabía a qué venía. Vale, el director te dirige, pero tú eres consciente de que tu trabajo es fundamental porque cuando la música suena todo cobra vida».
Si hay una película de la que cuenta que se siente especialmente orgulloso es de «321 días en Míchigan», ópera primera de Enrique García y que se presentó en el pasado Festival de Cine de Málaga: «Es una cinta pequeñita con una música pequeñita también. Tiene lo que ha de tener, ni menos ni más». ¿Cuenta la música más que la propia cinta? «Claro que sí. Puede narrar más la historia que el propio filme. Yo veo qué me ofrece y qué puedo contar yo. Lo que te cuenta la música es verdad y hay algo muy importante: que gracias a ella se puede conseguir que un drama se convierta en una comedia o justo lo contrario. Resulta apasionante», explica Velázquez desde un aeropuerto con destino a Madrid.
Tiene varios proyectos en la mano, se considera un hombre afortunado («sí tengo mucha suerte, pero me lo trabajo»), sin embargo, sabe lo que es pasar por un momento de «página en blanco», de no dar con la tecla: «Y no sólo me sucede a mí. A los directores también les pasa. Ellos sienten un inmenso respeto por la música porque saben que puede alterar su proyecto. A mí me han dicho alguna vez: "Gracias por salvar mi película". Lo que yo he hecho es situar el trabajo donde queríamos, pero ambos somos conscientes de que hasta que no se escucha la banda sonora el trabajo no está terminado", dice y prefiere guardar el secreto profesional de quién le dijo aquéllo.
El talismán de «jota» Bayona
Después de «Hércules» ha seguido trabajando. Y ahora tiene Velázquez varios sobre la mesa: «Crimson Peaks», la nueva película de terror de Guillermo del Toro, con Jessica Chastain, un «triller» firmado por el español Lluis Quílez, «Out of the Dark», un corto ya terminado con Miguel Ángel García de la Calera, «El pintor de sombras», y en cuyo reparto encontramos a Ingrid Rubio, y Unax Ugalde , uno que destaca sobre los demás, la nueva película de Bayona, «Un monstruo viene a verme», con un imponente elenco que encabeza Liam Neeson, Felicity Lott, Sigourney Weaver y Geraldine Chaplin: «Es lo más llamativo de lo que ahora tengo por delante», dice.