El país que nadie vio
Una exposición recorre dos siglos de nuestra historia a través de la fotografía
Una exposición recorre dos siglos de nuestra historia a través de la fotografía
Los relatos aspiran a atrapar en el tiempo un hecho acontecido. Con frecuencia, incluso aspiran a hacerlo de manera veraz. Éstas son, sin embargo, eso: aspiraciones. Hasta que llegó la fotografía. «Tras su invención –dijo Roland Barthes–, el pasado pasó a ser tan seguro como el presente». Y la memoria ya no podía traicionarnos, o, al menos, no tanto. La exposición «España contemporánea. Fotografía, pintura y moda», organizada por la Fundación Mapfre, reúne precisamente el imaginario visual de nuestro país para construir un relato sobre la historia reciente de España que deja poco espacio a la memoria para tergiversar la realidad. La veracidad que destila la muestra estriba, además de en el formato fotográfico, en la elección de escenas muchas veces triviales, retratos de la intrahistoria de un país agitado por fuertes convulsiones en el que rara vez había espacio para las imágenes que, desde la distancia, aportan más información: las de la historia con minúsculas. «Quise que el hilo conductor de la exposición no fuera el de descubrir historias. No me interesaba el acontecimiento que ocupaba las primeras páginas de los periódicos, sino la vida social en general, que no tiene esos picos, pero que son muy importantes», asegura el comisario fotográfico de la muestra, Alejandro Castellote.
La historia con minúsculas
El primer daguerrotipo realizado en Madrid, en 1839, es una de las joyas que encabeza el recorrido por la exposición. Junto a él, calotipos y colodiones, que registraron un inventario de ciudades y monumentos. Las vivencias de la monarquía de Isabel II conviven en el apartado de instantáneas de mediados del XIX con la de una imagen romántica de España que populariza los estereotipos: toreros, flamencas, gitanos y bandoleros forjan una fotografía costumbrista que a los artistas posteriores les costará superar. «En el siglo XIX, está como metida en una burbuja; tiene muy poca penetración en las capas de la sociedad, ya que sólo está al alcance de unos pocos», explica el comisario.
En 1900, años en los que se producen profundas transformaciones sociales, la fotografía se convierte en el testimonio idóneo del cambio: las fábricas y las ciudades, recién estrenadas, sustituyen al campo, y la tendencia más pictorialista enfoca esta vez a los más desfavorecidos, mientras que las diferencias de clases se acentúan. «Aborda la realidad de las clases más humildes porque la fotografía siempre ha sido un medio humilde. En parte, gracias a ser la periferia del arte, ha podido permear todo lo ocurrido», añade Castellote. Este retrato del medio humilde a los más humildes constituye el inmediato antecedente de una de las épocas doradas de la fotografía en España: los «felices» años 20. Aunque España continúa polarizada, surge la burguesía urbana, que invierte su tiempo y dinero en empaparse de las vanguardias europeas e intentar introducirlas en el país. La mujer, que comienza a conquistar sus derechos y libertades, también es retratada de distinta forma: se desnuda –muchas veces literalmente– ante la cámara.
Pero el 17 de julio de 1936, con el estallido de la Guerra Civil, el charlestón da paso a la miseria, de la que no sólo Robert Capa y Gerda Taro dejaron constancia: los españoles Centelles, Alfonso y Luis Ramón Marín, entre otros, también pusieron el foco en la contienda más cruenta de nuestra historia reciente. En los 40, regresada la calma, el imaginario colectivo se nutre de la sobriedad de las imágenes «oficiales», de emisiones del NODO. En este punto de la exposición, cobran importancia los álbumes familiares, máxima expresión de la historia con minúsculas. Escenas cotidianas contrastan con las de propaganda y nos ofrecen información sobre esta sociedad desprovista de ideología que había dejado la guerra: «Estos álbumes son esenciales. Aunque no haya nada en estas fotografías especialmente particular, todos somos capaces de sustituirlos por nuestros familiares y sentirnos identificados muchas veces», comenta el comisario. No es hasta los 60 cuando se produce la apertura del país y la influencia de la entrada del turismo en España. La publicidad se convierte en uno de los mejores termómetros del territorio español, hecho que esta exposición no pasa por alto con la inclusión de algunos carteles significativos y la selección hecha por la Cámara de Comercio de programas de televisión más representativos de estos años. La muestra termina con la proyección de 200 imágenes destacadas de la actualidad de los últimos diez años, seleccionadas por la Agencia Efe. La exposición se completa con la publicación de «España a través de la fotografía. 1839-2010» (Taurus), un volumen que recoge las instantáneas de esta muestra acompañadas de los textos de especialistas.
El detalle
LA HISTORIA TAMBIÉN ES UNA PASARELA DE MODA
Desde hace tiempo la Fundación Mapfre se ha propuesto difundir la historia de la moda con exposiciones dedicadas a sus creadores. Este es un caso. De hecho, es una parte esencial de esta muestra. El recorrido está intercalado con diseños propios de cada una de las épocas que enseñan cómo vestían los españoles en cada época. Entre las obras que se pueden ver sobresalen uno de Balenciaga (en la imagen) y otro de Fortuny.