El periodismo, en el centro de los Planeta
‘Las letras españolas rindieron tributo a dos de sus autores en la presentación de los títulos ganador y finalista del Premio Planeta, cuyos nombres, ya de peso en los ambientes periodístico y literario, no han parado de resonar los últimos días. La puesta de largo en el madrileño Hotel Ritz se ha celebrado tres semanas después de conocer que Jorge Zepeda Patterson, periodista y escritor, era el primer mexicano ganador del Premio Planeta por su obra «Milena o el fémur más bello del mundo» y Pilar Eyre, periodista y escritora catalana, resultaba finalista por su obra «Mi color favorito es verte». Dos «grandes novelas de las que rompen la rutina», comentó José Creuheras, vicepresidente del Grupo Planeta, porque «te hacen dormir menos horas» para leerlas. Las dos historias y sus autores reunieron en la capital a representantes del mundo editorial –autores y también editores–, figuras del periodismo y otros nombres de familiares y amigos que compusieron un misceláneo público expectante a las preguntas de la periodista Susanna Griso con los galardonados. Esta última estuvo arropada por sus dos hermanas y también su hijo, que ratificó su aprobación al «desnudo» que hace la escritora de sí misma en su obra, en la que también a él le salpica la sinceridad. Zepeda, por su parte, contó con el respaldo de la Embajada de México en España.
Con el currículum de los homenajeados, ambos «colegas» de oficio, fue inevitable hablar de periodismo, profesión para la que reclamaron «independencia» del poder y «honestidad». Zepeda, formado en el oficio en España antes de continuar en su país natal, comentó que el «cáncer del periodista es la amistad con el soberano. Corre el riesgo tanto de ser ametrallado como agasajado (por el poder)». El mexicano, amenazado en su país por la denuncia que ejerce con su periodismo de investigación, contó que recientemente ha recibido «amenazas de muerte y boicot» a su portal de noticias por su novela, en la que, haciendo también ejercicio del periodismo, denuncia la prostitución de mujeres, las bandas de mafiosos y la corrupción –entre Ucrania y la Costa del Sol–, tomando como protagonista a una mujer castigada al final por su indescriptible belleza. Pilar Eyre, reconocida en la crónica social y apoyada por numerosos compañeros del sector, ha defendido este tipo de periodismo, donde existe el mismo riesgo de ser «comprado por amigos». Pero sobre todo ha elogiado a los periodistas de investigación y los corresponsales de guerra, a los que rinde homenaje en su novela. «Ellos son los héroes del siglo XXI, los que se juegan la vida por sus crónicas», añadió la escritora, que «tras meter el bisturí en numerosas vidas», ha hecho lo propio con la suya para contar su historia de amor pasional y fugaz –de tres días– con un corresponsal de guerra francés. «Era una novela tan visceral que no pensaba publicarla». Un ejercicio de «catarsis» para decir que «no tenemos que avergonzarnos de jugárnoslo todo por una pasión», explicó Eyre.