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El realismo fantástico de José Manuel Muriel

El empresario publica «Los tres niveles», un nuevo libro en el que demuestra de nuevo su admiración por Edgar Allan Poe
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  • M.Moleón

    Marta Moleón

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El empresario publica «Los tres niveles», un nuevo libro en el que demuestra de nuevo su admiración por Edgar Allan Poe.
En el momento en el que la gestión de grandes empresas corporativas dejó de despertarle ilusión, José Manuel Muriel decidió convertir la escritura en su fuente principal de entretenimiento, en el centro ocasional de todas sus pasiones. Experto en reflotar causas perdidas, autor circunstancial de varios ensayos sobre la tan extendida filosofía del «coaching empresarial» y admirador hasta la médula de Poe, este inquieto jienense publica ahora «Los tres niveles», una novela que bebe del manantial del realismo fantástico de su anterior obra «Los lobos y otros relatos» y en donde se establecen una serie de planteamientos al preguntarse en voz alta sobre la existencia del cielo y el infierno, el juego de la vida eterna y los misterios que se esconden en un hipotético escenario que está protagonizado por la muerte.Distintas personalidades pertenecientes a una misma mujer se articulan en los cuatro capítulos que integran esta historia en forma de nombres: Isabel, Beatriz, Ana y Concepción. Bajo la óptica de una pareja de enamorados y a través de la lectura de un manuscrito olvidado, Muriel estructura una historia de amor generacional con una mansión cargada de recuerdos caducos en La Carolina (Jaén) del siglo pasado como telón de fondo.
El trasfondo esotérico que se advierte en las páginas de esta novela, entronca de forma directa con los ramalazos de misticismo y terror que ya asomaban en «Lobos y otros relatos»: «El miedo es un sentimiento que me produce cierto nerviosismo, me abstrae, me excita y por otro lado, me sobrecoge, me impresiona. El límite varía en función de la persona», reconoce el autor sobre su anterior libro al tiempo que añade: «Siempre he sido muy aficionado a los cuentos. Si hubiera nacido en otra época sería un cuenta cuentos. Estoy acostumbrado a escribir libros de empresas, incluso he escrito libros infantiles. Sin embargo, esta deriva literaria hacia un género que definiría sobre todo como fantástico o de ficción, procede de mi temprana afición por los cuentos y de la fuerte admiración que siento por la literatura de Poe. Además los relatos breves son lo más agradecido para leer y para escribir» y añade que si hubiera nacido en otra época «sería un cuenta cuentos. Me encantan».
De proyecto a realidad
A través del relato de catorce historias breves basadas en experiencias personales del propio autor y compaginadas con elementos fantásticos capaces de descolocar y sorprender al lector cuyos sugerentes nombres van desde «Ellos nos miran», «El hombre sin rostro» o «Susurros», hasta «Lectura interminable», «El viejo del paraguas» o «El cielo en tus ojos», Muriel configuraba un paisaje narrativo de misterio que surgió inicialmente como una propuesta televisiva influida por el estilo de «Historias para no dormir» del recientemente fallecido Narciso Ibáñez Serrador. Tras recibir la negativa de varias cadenas, la opción de materializar el proyecto en un libro cobró fuerza hasta transformarse en una realidad.
Ahora, haciendo alarde de una celeridad prodigiosa, el empresario vuelve a sumergirse en otra aventura literaria en la que las construcciones oníricas y espirituales se suceden y la mujer protagonista se convierte en una herramienta clave para entender el funcionamiento de aquellas cuestiones filosóficas que más preocupan y revuelven a una sociedad movida por unos miedos contemporáneos que el propio empresario relaciona de forma directa con la situación laboral: «En este país, en estos momentos, lo que produce más miedo es la búsqueda de un trabajo. Sobre todo a partir de ciertas edades. O bien cuando eres muy joven, puesto que ellos tienen verdaderas dificultades para encontrar un trabajo alegando ''falta de experiencia'', o bien para la gente a partir de 50, que cuando están en lo mejor de su vida profesional, sobretodo a nivel de experiencia, resulta que también se les rechaza, como si fueran gente que ya está obsoleta». Una obsolescencia que parece no calar demasiado en la figura de José Manuel Muriel, el cual sigue reiventándose de manera constante en el ámbito laboral y consiguiendo hacer de la literatura una oportunidad única para mantener viva la curiosidad que le proporcionan las palabras. Además, confiesa que la escritura se ha convertido para él en una evasión al que llegó por herencia paterna.