El Salón del Cómic entra en guerra
Desde las trincheras del Somme hasta Sbrenica. Esta edición trae a los mejores dibujantes que han tratado las viñetas bélicas en el aniversario del conflicto de 1914
Muerte, dolor y destrucción. Pero también heroísmo, ideales y esperanzas. Las guerras, ese jinete del apocalipsis, son una constante a lo largo de la historia de la humanidad. No acabamos de salir de la penúltima imagen de niños muertos en Gaza cuando en Ucrania se calientan ya los fusiles. Si la literatura, la pintura o el cine la han convertido en un género en sí mismo, el cómic no se ha quedado corto. Y no un género cualquiera. Da de sí para que el Salón Internacional del Cómic de Barcelona aproveche las efemérides –un siglo del comienzo de la II Guerra Mundial, tres de la Guerra de Sucesión y 75 años del fin de la Guerra Civil– y haya montado una de sus exposiciones más ambiciosas en su 32ª edición, que arrancó ayer y dura hasta el domingo, en la que ha cambiado el habitual pabellón 8 de la Fira de Montjuic (19.000 metros cuadrados) por el 1 y el 2 (juntos suman 32.000).
Viñetas en armas
El primero está ocupado exclusivamente por la gran exposición «Comics en Guerra», una muestra que reúne 550 originales y reproducciones de viñetas, pruebas y bocetos de obras que van de la guerra de Troya, vista por, al conflicto palestino, con imágenes de «Palestina», de Joe Sacco, o el «Café Budapest» del español Alfonso Zapico. «La guerra, lo bélico, es un género muy tratado en el cómic, y con suerte, esta exposición ayudará a darse cuenta de varias cosas. La primera, si la historieta es un medio que puede tratar la guerra, es que es para adultos. Lo digo porque aún hay mucha gente que mantiene que es sólo para niños; la segunda, evidencia la facilidad que tiene para asimilarse a la coyuntura social y política de cada momento: el cómic está anclado en la sociedad en la que vive. Durante la Guerra Civil, por ejemplo, se publicaron cómics bélicos en ambos bandos, en la zona republicana y la nacional, que yo prefiero llamar fascista. Algunos de esos son bélicos y ambos bandos retratan bajo su punto de vista, pontificando, las guerras. Durante la II Guerra Mundial, se publicaron varios resaltando el aspecto valeroso y heroico de las tropas norteamericanas. Sólo cinco o seis años después se publican "comic books"en los cuales se critica abiertamente la guerra en general e incluso la presencia de EE UU en la de Corea. Con el tiempo, el aspecto más heroico y el más historicista se mezcla también en los comics con la parte más crítica. A partir de los 60, la sociedad entra en una etapa más crítica y convulsa y se replantean muchas cosas. Una de ellas es la guerra. A partir de entonces, es más fácil encontrar comics críticos. Como, en los años 80, las primeras entregas de "La guerra de las trincheras", de Tardi».
La objetividad nunca ha sido un requisito. El cómic, antes que nada, era una herramienta de comunicación popular. Y, para muchos, un magnífico altavoz propagandístico. «Hay buenos comics sobre guerra que evidentemente manipulan los hechos en beneficio de la ideología», reconoce. Y no sólo los hechos: incluso la propia ficción ha sido retorcida una y otra vez cuando había una guerra de por medio.
Héroes alistados
Baste recordar cómo nació el Capitán América, zurrándole a Hitler, o que Batman y Superman, en algún momento, han sido alistados para luchar por EE UU. Pese a ello, Guiral defiende la «calidad indiscutible» del género. «Art Spiegelman, con "Maus"también forma parte de la II Guerra Mundial; y Manfred Sommer ha dibujado las guerras de África, Nicaragua, es un personaje muy importante...». Sacco, uno de los autores invitados este año, presentó esta semana en Madrid dos nuevas obras: «La Gran Guerra», una suerte de tapiz sobre la batalla del Somme, y «Srebrenica», sobre la gran matanza de «bosniaks» en la ciudad yugoslava. Un conflicto en el que no falta «Nosotros los muertos», de Max. Pero los originales viajan hasta conflictos más recientes, como las guerras de Irak o Afganistán. Ahí están los «Diarios de Guerra» de Enrique V. Vegas o «The Pass. Part One», de Andy Diggle.
La aproximación a la guerra ha tenido todos los tonos y colores. Desde la exaltación patriótica a la denuncia antibelicista. Sacco opta en su nueva obra por la primera: «La I Guerra Mundial aún es controvertida. Creo que hace 30 años, 40, la mayoría de los historiadores estaban conmocionados por lo que había ocurrido. Pero luego hubo una especie de reevaluación: algunos revisaron las historias, no todas, intentaron encontrar razones de por qué y de qué manera se luchó en la guerra, de explicar qué habían aprendido los británicos de aquella batalla». Y prosigue explicando que «la sensación que tengo respecto a esta batalla es diferente. En 1917, los ingleses lanzaron una ofensiva que fue tan catastrófica como la de la batalla del Somme». Y asegura: «Del mismo modo que en el Somme estaba claro que aquello no iba a ningún lado, también en esta batalla los generales siguieron echando soldados al horno. Mi opinión sobre lo que ocurrió en esa batalla es bastante más negativa. No muestro a las tropas inglesas alcanzando las trincheras alemanas, y en algunos lugares concretos lograron llegar. Para mí, con 60.000 bajas en el primer día de batallas, 20.000 de ellas mortales, fue un desastre total. Uno de cada dos soldados que abandonaron las trincheras murió. En eso sí hago hincapié», reconoce. En ese sentido, es heredero del francés Tardi, cuyos dibujos de las trincheras están también en la muestra. Junto a éste, Guiral destaca a Sacco. «Un reportaje hecho desde la retaguardia, desde el frente, pero siempre por la gente de la calle». En la exposición hay sitio para todas las guerras, desde Trafalgar a la de Independencia española –con Mortadelo y Filemón recreando los fusilamientos del 3 de mayo–, Cuba, el desembarco de Normandía, las guerras no declaradas... Y firmas que van de Vicente Torregrosa a Jesús Blasco, Manuel Gago y Hernández Palacios o los clásicos extranjeros, de Milton Caniff a Joe Kubert y Howard Chaykin. Sin embargo, para autores como Roca,la mejor inspiración está en la vida real y en los libros. «Intenté ir a la realidad, más que a la recreación por cine o cómic. Intenté ver muchas fotos, leer ensayos, ver cómo era, por ejemplo, una explosión. Si ves alguna vez una, comprobarás que son diferentes a como se suelen dibujar en los comics. Es la tierra la que sale para arriba. Y una muerte no es alguien a quien le pegas un tiro y sale para atrás dos metros. Es como una marioneta que le cortas los hilos y cae a plomo».
¡Espinacas y murciélagos!
Pocos marinos han hecho tanto por las verduras como Popeye. Más de una madre le estará eternamente agradecido por convertir a las espinacas en una variante más saludable y beneficiosa para la salud que la marmita de Panoramix y su extraño caldo verdoso. Su nombre se hizo popular con una serie de televisión que convirtió el trazo del personaje en un icono pop que todavía no ha pasado de moda: aún sigue imprimiéndose en camisetas. Casado con su inolvidable Olivia, a la que rescata de más de un apuro y algún candidato cuestionable, Popeye, en realidad, nació hace 85 años, exactamente en 1929, en unas tiras del Timble Theatre que enseguida alcanzaron el éxito. Elzie Crisler incluyó a este personaje en unas viñetas de las que sólo era un carácter secundario. Pero, como en las mejores tramas novelísticas, comenzó a escaparse de las manos hasta apoderarse de toda la serie. El Salón del Cómic le dedica ahora una exposición por su 85º cumpleaños. Barcelona también recuerda a otro héroe, algo más oscuro y más serio, por su 75º aniversario: Batman. La muestra ha reunido originales de diversos dibujantes que se han aproximado a esta figura esencial del cómic. El hombre murciélago se convirtió en la otra cara de Superman. Si éste venía de las estrellas y era capaz de ver a través de las paredes, Batman carecía de poderes y emergía cada noche de una cueva. El celuloide, al que tanto deben estos personajes, ya trabaja en un filme que reunirá a los dos. Otra de las exposiciones que atraerá público en esta edición es la dedicada a Lobezno, que enseñará algunos de los mejores trabajos que se han hecho sobre este mutante, al que le costó, cuando fue
creado, llegar a tener su propia serie.