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“El valle de la paz”, la película que hubiera querido rodar Franco

El documental, producido por Samuel Bronston, llamaba a la conciliación. Se rodó en Cuelgamuros en 1962 y el papel del novicio benedictino lo interpretó un joven actor, José Antonio Mayan. Hoy, cuando ya hay fecha para la exhumación de Franco, que será el jueves, cobra actualidad
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El documental, producido por Samuel Bronston, llamaba a la conciliación. Se rodó en Cuelgamuros en 1962 y el papel del novicio benedictino lo interpretó un joven actor, José Antonio Mayans
Un viaje a la sierra de Madrid, unos riscos imponentes y una cruz inmensa. Las localizaciones que el productor Samuel Bronston, un hombre que se había enamorado de España, quería filmar para los exteriores de “El Cid”, las tenía delante de sus ojos. El paisaje era perfecto, pero, sin embargo, algo “estropeaba” el entorno.
Bronston, liberal e independiente, se quedó fascinado a principios de los años sesenta con una imagen que ya no se borraría de su memoria. La del Valle de los Caídos. Esas montañas del Risco de la Nava, en al sierra de Madrid, eran las que tenía en su cabeza para filmar una parte de la historia de Rodrigo Díaz de Vivar. Todo perfecto..., salvo la cruz. Tomara las imágenes desde el lado que fuese su silueta se colaba en el fotograma.
Otro, en su caso, hubiera desistido. Para Bronston, el edificio merecía una película por sí mismo, pensaba. De ahí que fraguara en su cabeza la idea de ponerlo en pie. Ahí había una película. Delante tenía material no desechable. El guión del trabajo que posteriormente se conocería como “El Valle de la paz” fue escrito por Jim Bishop y dirigido por Andrew Morton, que había participado, por ejemplo, en “Ben -Hur” o “Las minas del rey Salomón”, dos clasicazos.
El argumento no era otro que los recuerdos de un sacerdote joven, primer abad del Valle de los caídos, que evocaba a sus dos tíos, muertos ambos durante la Guerra Civil en cada uno de los bandos y enterrados al pie del monumento. Se contó con el asesoramiento de Fray Justo Pérez de Urbel, de quien se narra esta historia real, clérigo y medievalista.
Era necesario encontrar un actor que diera vida al sacerdote, para ello se eligió a José Antonio Mayans, que ya había trabajado con el productor precisamente en “El Cid” y en “Rey de reyes”, ambas de 1961 y cuyo dominio del inglés le abrió las puertas del documental. Después su filmografía se vincularía con las de Jesús Franco y Paul Naschy.
El joven actor se aclimató al papel enseguida, aunque tuvo que convivir durante una temporada en la propia comunidad del Valle de los Caídos y vestir los hábitos benedictinos de manera que su personaje resultara lo más creíble posible.
El NODO sobre la filmación recoge al productor y al guionista en el único decorado que se utilizó en el rodaje, ya que todo “había sido rodado en escenarios naturales”. “La iluminación ha exigido de un imponente despliegue técnico. Se atiende minuciosamente a todos los detalles. Los monaguillos se familiarizan con el cine”, se escucha el tiempo que se recogen varias escenas del rodaje cuya trama, se explica “se desarrolla alrededor de la primera misa de un novicio benedictino”.
Una vez montado el documental el propio Samuel Bronston, acompañado del entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, presentó la obra final a Franco en la pequeña sala de cine del Palacio de El Pardo. Y le hizo un obsequio muy especial: que fuera el general quien le pusiera el título.
Tras el visionado y teniendo el cuenta el espíritu conciliador que destilaba el proyecto Franco tuvo claro cuál sería el título: “El Valle de la paz”, título con el que se inscribió en el Depósito Legal de la época, aunque finalmente tuviera que exhibirse como “El Valle de los caídos” al ya existir otra producción yugoslava anterior, de 1956, con ese mismo nombre. El documental se exhibió en las salas de cine sustituyendo entonces al obligatorio NODO.