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Elena Poniatowska: «España me ha dado más regalos que mi país»

larazon

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A pesar de su menudez y del tumulto que la rodeaba, no fue difícil encontrar a Elena Poniatowska en la Universidad Complutense. Estaba en la biblioteca, rodeada de publicaciones que llevaban su nombre, recogidas en un homenaje por su visita, pero se interesaba más por cualquier otra estantería. «¡Qué chistoso!», dijo cuando vio fotos de su infancia y llamativas flores rojas sobre un escritorio preparado para que tomara asiento. Sonreía, y a pesar del cansancio que la edad ha marcado en su rostro, se colocó rápida para una entrevista. Más dispuesta a preguntar, por su raza, que a contestar.
–De poder ir a la Universidad ahora, ¿dónde querría estar?
–Siempre he querido estar en los pupitres. Ojalá no me hubieran mandado a estudiar a un colegio de monjas en Estados Unidos. Supongo que me sirvió, pero no soy universitaria y ésa será mi nostalgia. Me habría gustado tener maestros favoritos y detestables.
–Pero la vida le ha dado otros maestros...
–Sí. Tuve la suerte de entrevistar cuando era joven a gente en México que no era reconocida, como Octavio Paz.
–¿Qué significa esta nueva distinción para usted?
–¿Qué le pasa a los españoles que me dan tantos premios? España me ha dado más regalos que mi propio país.
–¿Qué le dirá a los estudiantes cuando se reúna con ellos?
–Yo estoy para que ellos me cuenten a mí. Pero les diré lo mismo que dijo Allende en Guadalajara, que un estudiante lo primero que tiene que hacer, aunque no le guste, es estudiar. Y todo lo demás le viene por añadidura: la revolución, el sentimiento por el país...
–Con esos añadidos que tiene por su personalidad, ¿se siente estudiante?
–Yo estoy llena de preguntas y nunca he tenido una sola respuesta. Las busco en todas partes, incluso en usted, si me deja que le pregunte... A ver, ¿por qué me dan este premio?
–Por su trayectoria como escritora, ya premiada con un Cervantes, por su carrera como periodista, por ser mujer y activista... ¿no?
–Yo creo que por la constancia. Por haber seguido luchando por lo que creo desde muy joven. No haberme echado para atrás, a pesar de que a veces las cosas sean difíciles. Es un premio a mi terquedad, o mejor, a mi obstinación. ¿Usted es obstinada?
–Sí, o lo intento.
–No podemos desistir al primer golpe.
–¿Qué le motiva a ser así?
–El respeto por uno mismo primero. En México siempre hay carteles que dicen: ¡Tú puedes mexicano!
–Tal vez sea porque su país tiene muchas trabas: es difícil ser mujer, ser periodista, y hasta estudiante. Sólo hay que leer las noticias para atemorizarse. ¿Recomienda ir a México?
–Sí, soy de allí y por supuesto que lo diría aunque ahora todo esté en contra. Ahora me da vergüenza mi país con lo que está sucediendo.
–¿Qué puede hacer por él?
–No desistir, seguir denunciando, luchando desde mi posición.
–Es la misma vocación la de escritor que la de periodista?
–Es escribir, pero si quieres hacer un libro tienes que estar tranquilo. La aventura está en la mesa de trabajo, mientras que el periodismo no es pretencioso, sino una lección de humildad. Haces lo que te corresponde, resistes a la intervención del periódico y al día siguiente dicen incluso que te equivocaste. No es fácil. Te sientes muy secundario. En cambio, los escritores ya pueden hacer lo que les de la gana. Vargas Llosa, por ejemplo, puede salir con plumas en la cabeza y todo el mundo le aplaudiría.
–Ya tiene un nombre. Y usted también, es Elena Poniatowska...
–Ahora soy Elena Poniatowska Amor, el apellido de mi madre. Desde que murió firmo con él, en homenaje a ella. ¿No es hermoso?