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Elisabeth Roudinesco: «La psiquiatría se ha convertido en biología»

Ha escrito la biografía más completa del padre del psicoanálisis. Un repaso por sus mitos, su leyenda negra y, también, por su biografía.
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Ha escrito la biografía más completa del padre del psicoanálisis. Un repaso por sus mitos, su leyenda negra y, también, por su biografía.
Cocainómano, asiduo a los burdeles, misógino, masturbador compulsivo... Pocas cosas no se han dicho todavía de Sigmund Freud. La historiadora Elisabeth Roudinesco, una de las mayores expertas en el pensador, se encarga ahora de poner todo en su sitio y actualizar su biografía con su ensayo «Freud en su tiempo y en el nuestro» (Debate), una de las obras más completas de esta figura planetaria.
–¿Por qué era necesario escribir este libro?
–La última biografía era la de Peter Gay, de hace 25 años, por lo tanto ya era hora de renovar. En Francia ha habido muchos ensayos sobre Freud, pero nunca una obra a partir de los archivos de Washington. Así que decidí mostrar otro Freud, el mío. Más vienés, más en su tiempo.
–Desmonta la leyenda negra de Freud. ¿Por qué alimenta tanto estos aspectos de su biografía?
–Bueno, también desmonto a los que la crean... Cuando un ser humano ocupa un lugar tan importante aparecen leyendas negras y rosas. La historiografía se desarrolla en estos términos, por lo que el auténtico trabajo del historiador consiste en comprender por qué es así. Freud no es una excepción se ha hecho lo mismo con otros, como son, por ejemplo, Marx o Napoleón.
–¿Qué motivos había para crear estas leyendas?
–Durante la primera mitad del XX era el «enemigo de las religiones», se le consideraba como alguien amoral, diabólico, como un peligro para todas las creencias. Se le hacía responsable de los divorcios, sexualidades alocadas, de la prostitución... Y en la segunda mitad del siglo, como las mentalidades cambiaron, se dieron cuenta de que no hacía falta Freud para liberarse y se empezó a atacarle diciendo que no era científico. Hoy he visto lo contrario de lo que se dijo de él al principio: reaccionario, que no entendía la sexualidad, misógino, que reprimía a los niños... Eso significa que inventó algo. Cómo llegó a los fundamentos del ser humano, el inconsciente, el sexo, el sujeto, la locura... automáticamente creó un «espectro de Freud», como el de Marx, que decía Derrida. Cuando ya no haya psicoanálisis, que es posible, se paseará por las murallas del castillo occidental para tocarle las narices a todo el mundo. Es la prueba de que algo inventó. Por eso insisto en Napoleón y las leyendas que se crearon a su alrededor.
–¿Cuál era la admiración que Freud sentía por Bonaparte?
–Ambigua. Había cierta identificación porque le gustaban mucho los conquistadores. Para Freud, Napoleón es un producto de la Revolución y tiene unas frases contra él muy duras. Le ve como un canalla, pero, al mismo tiempo, le fascina. Es una figura que atrajo mucho a los psicoanalistas. Al final Freud se identificó más con José Napoleón.
–¿Qué puntos fuertes de Freud han quedado ya obsoletos?
–El complejo de Edipo, no como tal, sino como la idea de reactivar mitos y tragedias. Tuvo esa genialidad de hacer de cada uno de nosotros un héroe de tragedia. Eso para mí es una genialidad. Sin embargo, cuando haces psiciología con el concepto de que cada niño que desea a su madre quiere matar a su padre funciona; aplicado a la química, no. El complejo de Edipo, como es central en Freud, sí queda obsoleto en esta forma, lo que no significa que el gesto sea falso.
–Vamos a enfrentar a Roudinesco con Freud. Hábleme del psicoanálisis apolítico...
–Creo que su error, a partir de 1925, era considerar el psicoanálisis autosuficiente y que no tenía que elegir políticamente. La búsqueda de la verdad no es una ideología, estamos de acuerdo, pero de ahí a explicar que no es necesario tomar una postura... No funciona porque la neutralidad también ha sido entendida como ser imparcial ante una dictadura.
–Vamos al diván, ¿Freud está infravalorado por unos psiquiatras que se apoyan más en los medicamentos?
–La psiquiatría se ha convertido en biológica. Los fármacos mejoran, pero no curan. Va a ser la gran lección del futuro, y ya hace 30 años que se considera que los medicamentos son suficientes. Ha habido épocas en las que el psicoanálisis parecía suficiente. Ahora, la ilusión de la cura va a derrumbarse. Lo que me inquieta es que cuando se caiga ese edificio farmacológico, que los pacientes digan «se acabó, ya me han drogado demasiado», que ya está ocurriendo. Hemos pasado de la ilusión a la medicalizacion y al escepticismo. Van a tener la misma suerte que los tratamientos psicoanalíticos.
–¿Qué camino tomar con el psicoanálisis?
–El futuro son los pacientes autogestionados, pero reconozco que es un problema porque los psicóticos necesitan medicamentos, si no deliran. Los neuróticos no. Y a los primeros que rechacen medicamentos se les va a obligar a tomarlos, con lo que se vuelve a un concepto de la locura represivo, la medicalización llevada al contrario de lo que pretendía. Si se puede sacar una moraleja de esto es que en el fondo todo grupo que pretende tener la solución de la cura definitiva de los enfermos del alma está avocada al fracaso. –¿A más Freud, menos problemas psiquiátricos?
–Prefiero no aplicar todos los conceptos de cualquier manera. No hay que hacer de la doctrina freudiana un dogma, hay que ver lo que ha aportado, lo que se hereda, pero no aplicar al resto de las ciencias humanas porque sí. Lo más dogmático, lo más aterrador es la psiquiatría biológica.

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