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España, desierto de coleccionistas

larazon

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Los martillazos de las casas de subastas han retumbado esta semana más fuerte que nunca. Récords absolutos como el que se vivió anteayer en Nueva York, donde 692 millones de dólares batieron el récord de ventas en una jornada, o el tríptico de Francis Bacon, que superó los 105 el martes, han ocupado primeras páginas de la Prensa con más preguntas que respuestas. «Han aparecido nuevos coleccionistas que han deformado el valor de la obra de arte», comentaba ayer Leopoldo Rodés, consejero de Christie's y presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, impulsada por La Caixa, para quien situaciones como las de esta semana son prueba de la «distorsión» que se vive en el mercado del arte, principalmente por la aparición de fortunas de medio y extremo Oriente y del capital ruso. Estas «fiebres» de gasto, en opinión de María Dolores Jiménez-Blanco, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, no contribuyen a tejer una «trama» de coleccionismo profesional, que es, precisamente, el peor de los males que han lastrado a España. Esta falta de tradición es la principal conclusión que se desprende del estudio presentado ayer por esta profesora («El coleccionismo de arte en España. Una aproximación desde su historia y su contexto»), que pone de relieve las carencias de coleccionistas en nuestro país.
La principal conclusión del informe es que, como consecuencia de una Ilustración y una Revolución Industrial homologables a las de otros países europeos, no hubo en España un relevo que se preocupase de la compra de obras de arte en sustitución del antiguo régimen aristocrático. «Éste es un vacío, un tiempo perdido que dura todo el siglo XIX y tres cuartas partes del XX», señaló Jiménez-Blanco. Aunque la situación cambia durante la Transición, en opinión de esta experta, la falta de tradición y de interés por el arte ya tienen un peso imposible de vencer. «Es cierto que a partir de los ochenta se produce un cambio y entran en juego actores públicos institucionales y manos privadas, como el sector bancario, pero falta una sensibilidad social arraigada», explicó. Durante estas últimas tres décadas, el coleccionista español ha ido cambiando sus perfiles y abriéndose a un tipo de persona que no es exactamente el del profesional liberal, pero, en general, con una carencia fundamental: la profesionalización. «Hay un abanico más amplio, pero falta ese coleccionista informado, constante y dedicado a su colección», señaló. El informe también recoge los desmanes con dinero público y los museos sin contenido que han ido floreciendo por la geografía española.
Sobre el presente, esta experta apuntó que «es público que algunos coleccionistas se están desprendiendo de obras» para poder sufragar con su venta el mantenimiento del resto de sus colecciones. «No es un secreto, puede verse en los catálogos de las casas de subastas. No es que se trate de un expolio como en el siglo XIX, porque las obras de mucho valor no pueden salir de España, pero es una situación a la que se llega por la falta de apoyos legales y por un marco fiscal, que, si bien no beneficioso, por lo menos no debería ser hostil. Podría parecer factible a corto plazo, pero nada parece indicar que vaya a serlo». En este sentido, se refirió a la tarea pendiente de una nueva ley de mecenazgo y a una rebaja del IVA, que actualmente está fijado en el 21 por ciento. «Es una cifra que no beneficia a nadie.
La caída del Prado
Y es patente el efecto que ha tenido en las entradas al Museo del Prado», cuyos tiquets valen 14 euros, y que ha experimentado un descenso notable de visitantes en esta temporada. Para cambiar la situación, la profesora se remitió a una sola palabra: «Educación». Y contó una anécdota llamativa: «El MoMa de Nueva York se inauguró sólo ocho días antes del crack de la Bolsa de 1929. «Se hizo para cambiar al mentalidad de la ciudad, que era hasta entonces muy provinciana. Y ya tenían claro que eso sólo podía conseguirse si la gente podía frecuentarlo, conocerlo. Es algo que enriquece a la sociedad porque es cultural y es colectivo». De la misma manera, defendió el papel de las galerías de arte, que «engrasan» el sistema y negó que el coleccionismo en España se esté reduciendo a las grandes fortunas. «No me consta que el coleccionista de franja baja de gasto esté cayendo, todo lo contrario». Sin embargo, éste es el tipo de aficionado sobre el que se sustenta la trama y la tradición que le falta a España, algo similiar a lo que ocurre en Oriente, salvo que allí han surgido más millonarios. «Hay jugadores nuevos que distorsionan. La primera subasta que organizó Christie's en Shangái multiplicó por tres la estimación más alta de recaudación prevista», dijo Rodés. «No son países con tradición estas compras se hacen sobre el vacío. Es la moda, no una continuidad. Es un caso como el de la bengala: brillante, efímero, frágil y sin sustancia», señaló Jiménez-Blanco.