Fernando García de Cortázar: «En España nos dolemos porque no existe un terreno liberal amplio»
Entrevista con el historiador
Fernando García de Cortázar siempre ha concebido el ejercicio de su profesión desde la arista científica de la historia y la vertiente creadora que proporciona la literatura. Desde sus obras más tempranas, aquellas que cimentaron los primeros peldaños de su larga trayectoria, ha cultivado una decidida vocación por el estilo que ya casi resulta inseparable de los estudios, monografías y ensayos que ha publicado a lo largo de su carrera. Una tendencia que encontró una cumbre, un cénit, en esa «Historia de los perdedores de España» (Planeta), una obra original que sobresalió por el tema que abordaba en sus páginas, aquellos españoles que habían salido derrotados en el valiente pulso que mantuvieron con su época y, también, por una clara y decida apuesta estética que resaltaba en sus páginas. El impulso, sin embargo, que le ha animado a dejar temporalmente la historia para dedicarse a la ficción provino de la redacción de un libro insospechado.
El salto a la ficción
Esos volúmenes destinados a un público infantil que se acercaba por primera vez al pasado. Una biblioteca compuesta por «Pequeña historia del mundo» y «Pequeña historia de los exploradores» (Espasa) –ambos ilustrados por julius– que le convencieron para dar el salto definitivo. «La novela me tentaba, porque desde mis inicios sentía una inclinación hacia el estilo. Pero estos dos títulos fueron decisivos porque me obligaban a introducir algo de ficción y diálogos. Entonces, me dije, ¿por qué no?». El resultado es «Tu rostro con la marea», que ayer ganó el XII Premio Alfonso X El Sabio que concede la editorial Martínez Roca. «Me he sentido muy cómodo escribiendo ficción. He dedicado un año entero a su redacción, trabajando en los personajes, ciudades, ambientación y otros recursos. Pero estaba bien porque la base en la que transcurre esta obra es el periodo de entreguerras, que conozco muy bien. La historia llega hasta la II República española. Pero a la hora de hacer funcionar a los personajes, lo hacía sobre personajes muy bien estudiados».
–¿Lo más difícil?
–Creo que es aportar verosimilitud a la ficción, hacer que todo resulte creíble, sobre todo en la manera de hablar, la forma de expresarse de los protagonistas que aparecen, porque no todos poseen un mismo nivel cultural. Todos esos aspectos los he cuidado. He tratado de que salieran bien. Ahí hablan Galdós, Azaña, Valle-Inclán».
Fernando García de Cortázar ha inventado a un personaje que comparte con él gusto por la cultura y la literatura; un diplomático que presenciará los principales acontecimientos de su época sin abandonar esas tertulias de café que proliferaron entre 1910 y 1920; un protagonista que saldrá a Europa y conocerá los terrores y dudas de sus poblaciones. Por los capítulos de esta historia aparece San Petersburgo, Varsovia, Roma, Madrid. «Es una historia de amor y de guerra. La ficción me permite llegar a terrenos donde no lo había hecho con anterioridad».
–¿Qué le ha enseñado la ficción de la historia?
–En los 65 libros anteriores nunca he sido libre. Aquí he podido entrar en el interior de los personajes, en su psicología, en las ideologías que movían el mundo en ese momento. Me ha entusiasmado. Me ha ayudado muchísimo. Yo siempre he creído en la capacidad de la historia para cambiar y mejorar el mundo. En mi formación de historiador quería hacer llegar las lecciones que nos ha dejado la historia. Y la ficción refuerza la transmisión de esos mensajes. También te permite alcanzar un mayor número de lectores y el sentido y el sentimiento de España, porque la ficción comunica muy bien ciertas impresiones como la nostalgia, la emoción, el sentido de la decadencia de un mundo que se va y otro que va a nacer. Me ha servido, para eso, el gesto o la palabra de un solo personaje».
Un personaje llamado tiempo
El jurado –compuesto por Soledad Puértolas, Jesús Sánchez Adalid, Marta Rivera de la Cruz, Carolina Godayol y Carmen Fernández de Blas– ha subrayado el destacado el esfuerzo literario que impregna «Tu rostro con la marea», una obra, como explica el autor «que siempre he querido escribir, donde uno de los principales personajes fuera el tiempo; una novela de amor y de espionaje, de traiciones e intrigas políticas. He querido transportar al lector a una época que cambió el mundo para siempre: la Primera Guerra Mundial, los años veinte, los treinta... he recreado pieza a pieza el ambiente de las ciudades donde se desenvuelve, las costumbres, los prejuicios».
–¿Puede desvelarnos algo más de esta historia?
–El argumento es una persona, que podría ser yo en este momento, que recibe la documentación de un diplomático que es destinado a determinados sitios a los que está llegando la Guerra del 14. Él estará en Bucarest, Varsovia, la Roma de Mussolini.. se enamorará de una joven rusa que huye de la Revolución de Octubre. El libro también es la huida de esa muchacha y de su familia. Esto nos llevará a distintos escenarios de Europa.
–¿Pero seguro que no ha escogido ese momento por azar?
–Nunca hago una historia en balde. Novelo un momento feraz en ideologías enfrentadas. Esos años representaron un corte en la historia del mundo. El final de una época simbolizada por el zarismo y el nuevo mundo que viene con la Revolución Bolchevique. Camus afirmaba que el XX es el siglo del miedo. La ficción sirve para describir el miedo de los personajes que recorren esos países.
García de Cortázar no cree en la visión de una España separada de los acontecimientos que sacuden Europa. Jamás lo ha hecho en sus obras históricas y tampoco en esta obra, que incrusta a España en el devenir de un continente que pronto verá sus ciudades derruidas por los obuses. «La repercusión de las ideologías en España la podemos ver ahora. No existe un ámbito de pensamiento liberal. Por otro lado, si exceptuamos algunos acontecimientos de los Balcanes, España es el único país en Europa que tiene una Guerra Civil en el siglo XX. Y eso nos ha marcado. A veces nos dolemos porque no existe un terreno liberal amplio, como en Francia y Gran Bretaña. Quizá por esos enfren-tamientos tan encarnizados de la Guerra Civil. Yo entendería que lo más urgente ahora para nuestros políticos y nuestra sociedad, sería, en vez de contraponer a la izquierda y la derecha, crear ahora un espacio de consenso compartido por el centro izquierda y el centro derecha».