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Fernando Marías : «Me gusta pensar que soy inclasificable»

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Fernando Marías es un escritor de cine. Y lo es porque algunas de sus novelas acaban convertidas en películas (la última, «Invasor», nominada a cinco Goyas) y porque su manera de contar es tan descriptiva y gráfica que resulta imposible no ver y sentir cuanto relata. Tal vez es la pasión de cinéfilo mezclada con su vocación literaria lo que confiere tanta tangibilidad a sus historias o quizá es, simplemente, que esa «voluntad de decir contra viento y marea» no sólo le hace «flotar como un corcho en altamar», en estos tiempos difíciles para la literatura, sino también alcanzar esa verosimilitud que requieren las grandes novelas y las grandes películas.
–Coincidiendo con el estreno de la película sobre su novela «Invasor», usted mismo la ha reeditado. ¿No encontró editorial?
–Los editores no suelen tener interés en reeditar, ya que hablamos de cine, «reestrenos». En estos tiempos se mira mucho más lo que se edita, y éste es un libro de los llamados «de culto», que obtuvo el Premio Dulce Chacón, pero no fue comercial. Cuando vi la película me entusiasmé y pensé que podría probar algo que hace mucho deseaba hacer en estos tiempos en los que el mundo editorial está cambiando. Quería saber qué pasa cuando un escritor prueba la aventura de decir «tengo un sello editorial».
–No es la primera vez que una novela de Fernando Marías se lleva al cine y la película obtiene varias nominaciones en los Goya...
–Para mí es un premio importante que «La luz prodigiosa» e «Invasor», mis dos historias llevadas al cine, hayan tenido nominación al guión adaptado, porque creo que habla bien de la novela. En el caso de «La luz prodigiosa» lo hice yo; en el de «Invasor», Javier Buñuel y Jorge Arenillas han hecho una película distinta de la novela. Pero me parece muy bien. Es una adaptación libre, que es lo que se planteó desde el principio.
–¿No es más gratificante cuando uno escribe el guión de su novela?
-Los escritores nos volvemos perezosos. Yo, cada día enciendo el ordenador, escribo lo que quiero... El mundo del cine me da pereza porque me recuerda a mis épocas televisivas, venturosamente pasadas, cuando hacía series de ficción y llevaba mal que lo que escribía se sometiera a veinte criterios y te lo cambiaran. Entiendo que ese mundo es así, aunque no es para mí. Pero esto es como las emociones, que no se pueden resistir. Le veo muchos peros, aunque si mañana me lo propone un productor, diré que sí, incluso antes de saber qué película es, porque el cine es fascinante. Y más aún ver cómo los personajes de una novela tuya cobran vida con el rostro de Alberto Amman y Antonio de la Torre.
–Precisamente Antonio de la Torre ha recibido una doble nominación a los Goya, una de ellas por «Invasor», como mejor actor de reparto...
–Me ha hecho especial ilusión porque es un actor que me fascina. Además, hay otras tres nominaciones (montaje, sonido y efectos especiales) que atañen más a la productora. Así que estamos todos contentos.
–«Invasor» es un apasionante thriller. ¿Es usted especialista en ese género?
–Me gusta pensar que soy bastante imprevisible e inclasificable. Creo que mis novelas son muy distintas unas de otras, aunque es posible que, en el fondo, haya elementos que, si uno se psicoanaliza, siempre están ahí.
–¿Por ejemplo?
–Tanto «La luz prodigiosa» como «Invasor» empiezan con una persona que tiene la mente en blanco, en el caso de la primera, por una amnesia, y en el de la segunda por un shock traumático. Ambos personajes despiertan y luego hay una serie de «flashbacks» que van desvelando cuál es el enigma. En mis novelas, siempre hay un ingrediente de salto al pasado, de obsesión por lo que fue y ha desaparecido. Seguramente, si uno se pone a mirar, encontrará más puntos en común. De todas maneras, ahora me apetece probar caminos nuevos.
–Pues no sé si el momento literario está para muchas pruebas...
–El momento que estamos viviendo es terrible en todo, y, en el mercado editorial, con agravantes, porque la piratería recorta mucho las ventas. Es como una especie de «tsunami». Pero creo que los que vamos a flotar, no se cuánto tiempo, somos aquellos que realmente no tengamos otro remedio que contar las historias que queremos. Si estás en la literatura sólo por dinero te desengañarás, porque los libros se están vendiendo mucho menos. Sólo quien tenga verdadera voluntad de decir y contar contra viento y marea flotará como un corcho. Y no digo que se vaya a hacer rico, sino que flotará como los corchos en altamar, que no hay forma de hundirlos.
–¿Los escritores tendrán que reinventarse para poder sobrevivir?
–Tendremos que reinventarnos a nosotros mismos y al mercado. Yo estoy coqueteando con el teatro, para escribir y producir; o sea, estoy probando caminos nuevos. Creo que escribir libros ya no es suficiente. Además, el público está cambiando mucho. Antes necesitabas ruedas de prensa y varios medios para que se hablara de tu libro, y ahora tienes que seguir Facebook, Twitter, éste o aquel blog... Palabras que hace diez años ni siquiera sabíamos qué significaban. Se está creando una forma de espectador o de lector nuevo porque hay un mercado nuevo. Y también se están creando muchos espejismos, porque hay que tener cuidado con creerse que las redes sociales son una televisión privada propia. Hay que ser muy lúcido respecto a cuánto genera internet, sin olvidar que hay que inventar cosas nuevas y que lo de escribir una novela con el pañuelo anudado al cuello y la pipa, para colocarla luego en el mercado, se ha acabado.

Personal e intransferible

Dice Fernando Marías (Bilbao, 1958) que la década anterior fue su década de los premios. Y no es raro, porque los ganó casi todos, entre otros, el Nadal, el Ateneo de Sevilla, el Dulce Chacón, el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil o el Primavera. Cuenta que quiere probar caminos nuevos sin dejar de escribir historias que después celebra con «la droga más poderosa del mundo, porque genera energía y hasta fascinación al mirarla: el agua».