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«Pecar en el Ritz»: Golosas Tentaciones

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Este otoño, desde el 3 de noviembre, las meriendas del Ritz se plantean como un verdadero lugar de culto al dulce, a la perdición de todo goloso... Un espectáculo para todos los sentidos.
Como si de la casita de chocolate de Hänsel y Gretel se tratase, se ofrecerá una increíble selección de tartas artesanales, chocolate, muffins, bizcochos, brownies, mini pastelitos, gominolas caseras y chuches, muchas chuches propuestas por el Chef Jorge González... Una tentación imposible de resistirse.
Desde las 16 horas hasta las 20 horas un escaparate con la mejor pastelería estará a la disposición de todos los interesados. Podrán degustar de una selección de dos o tres postres acompañados de una bebida caliente a elegir entre café, té o chocolate.
Horario ininterrumpido de 16:00 a 20:00 horas desde el 3 de noviembre

Pastelería vs Repostería

La palabra pastel deriva del griego “pasté”, una “mezcla de harina y salsa”. El diccionario de la Real Academia Española define ‘pastelería’ como el arte de trabajar pasteles o pastas, ‘repostería’ como oficio del repostero: persona que tiene por oficio hacer pastas, dulces y algunas bebidas.

La “dulce” Historia

Los primeros registros de recetas dulces simples se remontan a Mesopotamia y al Antiguo Egipto, hace más de 7.000 años, dónde se preparaban panes de miel redondos espolvoreados con ajonjolí.
En la Antigua Grecia, los nacimientos se celebraban con pasteles. Los fabricados en Atenas tenían fama, eran elaborados con harina, queso y aceite.
Fue en el Imperio Romano, hacia el S. IV a. C, cuándo se distinguió por primera vez la diferencia entre el panadero y pastelero; introduciendo el oficio de los “pastillariorum”.
Los árabes, al conquistar España, plantaron árboles de cítricos y almendras de Persia. Estas comidas entraron en el intercambio comercial, imponiéndose en Roma y en el resto de Europa -a través de las Cruzadas- sabores del Medio oriente como el mazapán, el nougat y el baklava; endulzados con miel.
La historia de la pastelería tiene una estrecha relación con la religión marcando el tipo de postres y pasteles elaborados durante el año litúrgico.
Al igual que en la antigua Roma, los panaderos franceses también preparaban tortas y productos de pastelería, hasta que en 1440, una sociedad llamada “Cooperativa de Pasteleros” decidió separarse de los panaderos. Aun así, el conflicto entre ambos gremios continuó hasta que en 1700 cuando llevaron el caso a la Corte, dónde se decretó: “Solamente los pasteleros pueden usar manteca, huevos y azúcar para hacer tortas a ser vendidas”.
España a través del descubrimiento de América, en el S. XV, supuso la introducción del chocolate en pequeñas cantidades. Y junto con el azúcar se fue combinando y reemplazando a la miel como endulzante por su excelente combinación.
Uno de los momentos claves de la historia de la pastelería, fue la llegada a Francia de Catalina de Médici, desde Italia, en 1553. Con ella, trajo a sus cocineros y pasteleros, quienes introdujeron muchas recetas, entre ellas el frangipane.
En el siglo XVIII, en Francia se inició el desarrollo del hojaldre, marcando el comienzo de la pastelería moderna. A finales de este siglo se desplegó la línea bollería vienesa, más tarde Maria Antonieta popularizó el croissant.
No fue hasta este siglo y los dos siguientes cuando comenzó a existir verdaderamente el arte de la pastelería. En 1863, se crearon las tartaletas de almendras de Ragueneau, en 1740 se introdujo en Francia el Baba, por medio del rey polaco Stanislas Leszczynsky. Y en 1805, Lorsa, pastelero Bordelés, creó la decoración con cornetes.
El mayor innovador, sin duda, fue Antoine de Carêm. A principios del siglo XIX, publicó la obra “El Pastelero Real”. Un libro considerado como la primera descripción de la repostería moderna, con un importante repertorio de recetas.