Goytisolo: «Me siento un polizón en un transatlántico»
El escritor guarda su legado en la Caja de las Letras mientras espera recibir el Cervantes
La Guerra Civil le hizo un tránsfuga de España, huyendo de aquel país deshecho, que censuró su obra, y al que no creía pertenecer hasta convertirse en «un polizón transatlántico». Grandes ciudades como París, Boston, Nueva York o Marrakech, donde vive hace dos décadas, le han acogido y en ellas enriqueció su escritura, empapándose de diferentes realidades, especialmente la del Magreb, que ocupa sus novelas en los años 80. Sin embargo, desde su exilio voluntario Juan Goytisolo ha prestado un gran servicio a las letras españolas, siendo uno de los escritores castellanos con más reconocimiento internacional. Y definitivamente será profeta en su tierra y mañana se le entregará el Premio Cervantes durante un acto en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Los méritos que el jurado le ha reconocido son «su capacidad indagadora en el lenguaje» y «sus propuestas estilísticas complejas, desarrolladas en diversos géneros literarios; por su voluntad de integrar las dos orillas a la tradición heterodoxa española y por su apuesta permanente del diálogo intercultural». Por su parte, el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, mencionó el entusiasmo del novelista catalán por «rehacer la historia de la Literatura española desde una visión distinta, más abierta». Goytisolo se considera un «hombre de mucha escritura y pocas palabras», aunque le tocará realizar los discursos y entrevistas pertienentes, todo sea por su admirado Instituto Cervantes y el reconocimiento que éste le ha otorgado. Ese aprecio no surge de la banalidad, sino que las sedes que la institución tiene alrededor del mundo han sido un refugio para el escritor catalán en sus numerosos periplos, especialmente las que se encuentran en Tánger y Marrakech. La primera, porque su biblioteca lleva su nombre desde 2007, y la segunda, porque le sirve de «secretaría», como afirma el propio Goytisolo, ya que allí acude en busca de ayuda para realizar gestiones por su «incapacidad para las nuevas tecnologías»; tanta, que aun escribe a bolígrafo y papel.
Cuna de vidas
Goytisolo depositó ayer en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, concretamente en la número 1.500, un legado compuesto por dos obras inéditas: un poemario con dos citas de San Juan de la Cruz titulado «Devocionario» y un manuscrito que ha descrito como «complejo» que unifica memorias, autoficción y un inventario. Éstos no podrán ser leídos hasta el 5 de enero de 2031, fecha en la que el autor cumpliría cien años. Es el décimo galardonado por el Cervantes que ha aportado su donación personal a esta «cuna de vidas». Desde 2007 ya lo han hecho Francisco Ayala, Antonio Gamoneda, Juan Gelman, Juan Marsé, José Emilio Pacheco, Ana María Matute, Nicanor Parra, José Manuel Caballero Bonald y la vencedora de la última edición, la mexicana Elena Poniatowska.
Con estos legados de los «Premio Nobel de las letras en español», el Cervantes busca que sus figuras sobrevivan al tiempo más allá de las reediciones a las que se someterán sus novelas en los años venideros. En el caso de Goytisolo, no habrá mejor manera de celebrar el centenario de su nacimiento que descubrir su obra desconocida. Ya veremos si se produce de manera póstuma, ya que él dice que no vivirá para ver la apertura de la caja. De momento, quedan más de quince años de incertidumbre para conocer la dificultad del manuscrito y el «Devocionario».