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Héctor Castiñeira: «Los grupos de Whatsapp deberían estar prohibidos»

Bajo el seudónimo de «Mamá saturada», publica su cuarto libro: «Desayuno con lactantes»
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Bajo el seudónimo de «Mamá saturada», publica su cuarto libro: «Desayuno con lactantes»
Si les hablo de Héctor Castiñeira (Lugo, 1982) probablemente no sepan quién es. Si añado que ha escrito tres libros con el seudónimo de «Enfermera saturada» y que tiene más de 300.000 seguidores en redes sociales, pueden empezar a hacerse una idea de su calado. Este joven gallego, autor de «La vida es suero», «El tiempo entre suturas» y «Las uvis de la ira», publica ahora «Desayuno con lactantes» (Ediciones Martínez Roca), donde se convierte en «Mamá saturada», alter-ego de Tere Antúnez, al cuidado de dos hijos pequeños, y auténtica protagonista de un libro en el que, con grandes dosis de humor, narra las peripecias de lo que significa sobrevivir como madre.
–«Mamá Saturada» es usted, Héctor Castiñeira, ¿por qué?
–Te preguntarás, ¿qué motivo tiene un chico para escribir como una chica? (risas). La verdad es que sí que choca un poco que ponga voz a una madre, pero bueno yo tengo el precedente del anterior personaje, el de la enfermera, con el que llevo ya cinco años. Yo sí soy enfermero, esa parte es real, y entonces al final uno cuando trabaja en un mundo mayoritariamente femenino, no le cuesta meterse en el papel de una mujer.
–¿Por qué ese seudónimo?
–Utilizo el seudónimo de «Mamá saturada» porque me parece mucho más divertido contar las historias a través de un personaje que a través de uno mismo, me gusta inventarlos para poder contar historias.
–¿Ser madre es una profesión de riesgo?
–Sí, desde luego que sí. El problema es que por la presión social, por los trabajos de hoy en día, es muy difícil conciliar vida laboral y vida familiar. Todo eso lleva a someter a un estrés a las madres que provoca que sea como una profesión de riesgo, más allá de la propia crianza del niño.
–«Mamá saturada», «Enfermera saturada». Qué estrés de vida, ¿no?
–Al final me voy a saturar yo (risas).
–¿Dónde hay más alboroto, en la sala de espera de pediatría o durante el desayuno de los niños antes de ir al colegio?
–En el desayuno. Las madres deben estar pendientes de que no se peleen entre ellos, de que coman, de que estén listos para ir al colegio. Es mucho más estresante.
–Para una madre, ¿dormir es un cuento imposible?
–Por lo que veo yo, porque todo esto nace aproximadamente hace un año y medio cuando mi hermana tiene a mi ahijado, las madres van arrastrando horas de sueño y al final aprenden a dormir en el sitio más insospechado, desde el transporte público hasta el baño.
–¿Y un lugar para desconectar?
–Me gusta, una vez que salgo de trabajar, ir a un café, en una calle tranquila, pero siempre cerca de una ventana, por la que poder ver a la gente pasar y a la vez ir creando historias, fijándome en las personas que hacen sus vidas y a raíz de ahí, crear nuevos personajes.
–O sea, que nunca descansa tampoco del todo...
–No, la verdad es que no. Echando la vista atrás, cada poco encuentro por mi casa papeles con historias que yo escribía de pequeño. La inquietud de crear la tenía desde pequeño.
–¿Los grupos de Whatsapp nos complican más la vida?
–Deberían estar prohibidos. Se crean con muy buena intención, sobre todo en el caso de las madres, como el de preparación al parto para hablar si se suspende una clase, pero al final terminan siendo una locura. Lo mismo con los grupos de guarderías o de los colegios, donde terminan criticando al maestro o los cumpleaños de unos y otros.
–¿Cuál es la película que más ha visto desde que es tío?
–Mi sobrino está ahora con la serie «La patrulla canina», pero de película, «Frozen». Yo no sé qué pasa con «Frozen», pero es increíble. Incluso en el coche oyen el disco de las canciones.
–Parafraseando a Quevedo, érase un niño a una pantalla pegada...
–Sí, desde luego, Yo recuerdo cuando éramos pequeños que en los viajes ibas detrás, mirabas por la ventanilla y te aguantabas. Ahora les ponen la tablet para que vayan tranquilos. Es una pena, están tan pegados al móvil que no disfrutan de otras cosas. Pero claro, buscamos también ese momento para que se queden tranquilos.
–«Desayuno con lactantes», «Las uvis de la ira»... ¿Le gusta el cine clásico?
–Sí, mucho. En mis títulos siempre hago referencia a títulos clásicos y me gusta hacer un juego de palabras dependiendo del terreno.
–¿Su película preferida?
–«Matar a un ruiseñor».
–¿Y para ver con niños?
–«E.T» o «Los goonies». Para mí, perduran en el tiempo.
–¿Y alguna otra profesión «saturada» para un próximo libro?
–Creo que merecerían uno los abuelos. Los sobrecargamos con la crianza de los niños y son los que pasan más horas con ellos.

El lector

Héctor Castiñeira es lector habitual de diferentes cabeceras, y además en papel. Reconoce que ha intentado seguir alguna suscripción digital, pero que nunca ha terminado de acostumbrarse. Le gusta estar informado y comparar cómo tratan las noticias los diferentes medios. «Si pasa el día y no leo el periódico me parece que me falta algo», asegura.

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