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Hitler entra en clase

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El Ministerio de Educación alemán y los profesores germanos se muestran partidarios de que «Mein Kampf» se estudie en las escuelas a partir de 2016.

Con la expiración de los derechos de autor del libro en el que Adolf Hitler plasmó sus ideas nacionalistas, «Mi lucha» («Mein Kampf»), se reabre la polémica sobre un manifiesto político que sigue suscitando rechazo y temor. Según la legislación vigente, los derechos de una obra caducan a los setenta años de la muerte del autor, cumplidos el pasado 30 de abril. A partir del primer día de 2016, el libro pasa a ser de dominio público y cualquier editorial o persona podrá reeditarlo. El libro de Adolf Hitler volverá a verse en las estanterías de las librerías alemanas siete décadas después de uno de los episodios más sangrientos de la historia del país y de toda Europa.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, una sentencia otorgó la plena titularidad de los derechos de autor de «Mi lucha» al estado de Baviera –sur de Alemania–, ya que en su territorio estaba registrada la última residencia conocida del dictador. Las autoridades bávaras decidieron entonces prohibir su reedición, aunque esto no consiguió impedir la lectura y adquisición del libro.

«Al haberse cumplido los 70 años –desde el suicidio de Hitler–, desaparecen los derechos, por lo que el ‘‘land’’ de Baviera no podrá controlar la publicación del libro a partir del 1 de enero de 2016», explica a LA RAZÓN Sebastian Dramburg, abogado especializado en derechos de autor. «Sin embargo, el Estado alemán sí podría prohibir su publicación a posteriori, alegando que se trata de propaganda a favor de la guerra o de la violencia», añade.

Sin duda, la reedición del manifiesto nazi levantará viejas ampollas. A pesar de los años transcurridos, el debate bulle en plena actualidad y no faltan las voces que gritan en contra de la reaparición del texto considerado como causante de la Segunda Guerra Mundial. El Ministerio de Educación alemán y el gremio de profesores se han mostrado abiertamente partidarios de que «Mein Kampf» se estudie en las aulas al considerarlo una herramienta académica que tiene que desprenderse del mito oscuro que la rodea y empezar a ser vista como mero documento histórico. El Instituto de Historia Contemporánea de Múnich (IZF), el organismo líder en el mundo en cuanto a la investigación del régimen nazi, trabaja desde 2009 en una versión comentada que proporciona una valoración histórica del Tercer Reich. La obra, dividida en dos ejemplares, añade 3.500 comentarios académicos al manifiesto íntegro escrito por Hitler en 1924. Estas anotaciones se encargan de rechazar, con datos científicos y documentados, las interpretaciones plasmadas por la pluma del dictador. El resultado final, de 1.984 páginas –muchas más de las 800 en la obra original de Hitler– está ya en la imprenta y se podrá encontrar en librerías a partir del 11 de enero a un precio de 59 euros. «Esta edición crítica que presentamos tiene dos direcciones muy concretas: por un lado, una reedición de la anterior como herramienta académica, además de perseguir también una función moral», explicó el director del IZP, Andreas Wirsching.

Instituciones como el Congreso Judío Mundial (CJM) demandan una prohibición absoluta de la obra, a la cual definen como una apología del antisemitismo y como el texto que sirvió de inspiración para el genocidio más escandaloso de la historia. El presidente del CJM, Ronald S. Lauder, envió una carta al diario «New York Times» con su postura a este respecto: «¿Qué pensarían los supervivientes del Holocausto y sus familiares si visitan una librería alemana y ven el libro de Hitler en sus estanterías? Debemos hacer lo que haga falta para prevenir la publicación y distribución masiva de ‘‘Mi lucha’’. Se lo debemos a las víctimas», escribió. Los oponentes a su publicación se aferran al artículo 130 del Código Penal alemán que, si bien prohíbe la incitación al odio contra sectores de la población en escritos que puedan utilizarse para difundir ideologías contra la dignidad humana, teóricamente comprende las obras escritas a partir de la formación de la República Federal de Alemania, por lo que no sería el caso de «Mi lucha», que se escribió antes.

Sin decisión

Otro de los argumentos que se utilizan en su contra es que el libro podría ser reeditado por partidos de extrema derecha y servir para alentar a los grupos neonazis que siguen existiendo. Si esto sucediera y las autoridades lo juzgaran pertinente, ciertas ediciones podrían ser prohibidas.

En pocos días, Baviera perderá la capacidad de decisión sobre el libro. Fue en este estado alemán donde Adolf Hitler hizo sus primeras apariciones públicas. Allí intentó un golpe entre el 8 y el 9 de noviembre de 1923, por el que fue condenado a una pena de prisión y fue también allí, en la cárcel de Landsberg am Lech, donde empezó a escribir en 1924 esta obra, en la que exacerbaba el antisemitismo y hablaba sin tapujos sobre la superioridad de su raza, exponiendo, con tintes autobiográficos, unas ideas que se materializarían años después en el triste episodio del Holocausto.

La vuelta del libro sigue causando preocupación a una parte de la sociedad alemana, mientras otros muchos la esperan con fascinación, impacientes de poder adentrarse en el instrumento concebido como una ventana a la mente del personaje. «Mi lucha», que vio la luz por vez primera en 1925 de la mano de la editorial fascista Eher, vendió seis millones de copias sólo en Alemania hasta el año 1940. No tuvo una aceptación masiva en un inicio y, según los cronistas alemanes, es de una paupérrima calidad literaria, pero ya se había convertido en un superventas antes de que Adolf Hitler accediera al poder. Su éxito se disparó, no obstante, durante los años del Tercer Reich, especialmente por los intentos promocionales del régimen, que lo regalaba en celebraciones como nacimientos y bodas. En poco tiempo, había un ejemplar en casi todas las casas alemanas de la época. Las cifras muestran que, al finalizar la era Hitler, se habían difundido en Alemania 12,5 millones de volúmenes, el libro más vendido en el país, sólo por detrás de La Biblia.

Los derechos de autor de «Mi lucha», que comportarían millones de dólares, podrían haber sido legalmente explotados por Peter Raubal, el hijo del sobrino del dictador, según publicó el diario «Bild». Esta certeza podría haber dado otro cariz al debate, de no ser porque Peter Raubal, ingeniero de origen austriaco que no quiere tener nada que ver con su antepasado, se quiso mantener al margen de ésta y otras cuestiones relacionadas con el Führer y declaró en 2012 que renunciaría por completo a los derechos del libro. «Tras la expiración de los derechos, él tampoco podrá reclamar nada», añade Sebastian Dramburg.

Sin embargo, la prohibición de la reedición de «Mi lucha» no pudo detener su adquisición. Además de los ejemplares que sobrevivieron al Tercer Reich y están almacenados en estanterías, sótanos y áticos de miles de casas, en 1979 una sentencia de la Corte Suprema alemana permitió la venta del libro en diversos lugares, como tiendas de antigüedades. Fuera de las fronteras alemanas, su publicación y venta está permitida en varios países; por ejemplo, en Estados Unidos, España, Turquía o, curiosamente, en el único Estado judío del mundo: Israel. Después, llegó internet, y, aunque desde 1999 se prohíbe su venta en tiendas virtuales alemanas, no faltan las páginas web que ofrecen descargas gratuitas del manifiesto. A partir del próximo 1 de enero, cualquier editorial germana podrá legalmente reeditar el libro, pero no publicar la versión íntegra, sino que deberá hacerlo, «por respeto a los millones de víctimas del régimen nazi», con las anotaciones explicativas pertinentes para contextualizar su contenido.