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Ignacio Martínez de Pisón: «Los escritores tenemos un tesoro, que es la realidad»

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A Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) le sorprendió el pasado lunes la concesión del Premio Nacional de Narrativa, dotado con 20.000 euros y que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, por «La buena reputación». El jurado destacó que esta obra es «un retrato del mundo judeoespañol en Melilla en la época del Protectorado y el complejo desarrollo de una red de relaciones familiares en el marco de un relato extenso, muy fiel a la tradición novelesca».
–¿Qué representa para usted ganar este galardón?
–Es un motivo de felicidad porque uno no escribe pensando en los premios, pero si llegan unos a los que no te has presentado es la confirmación de que hay alguien al otro lado, alguien al que le gustan tus libros, lo que haces, y gente que te anima a que sigas escribiendo.
–El jurado ha resaltado su fidelidad a «la tradición novelesca».
–Creo que es más bien a la gran tradición narrativa española, que es el realismo. Hay algunos guiños a la literatura del siglo XIX, la novela más clásica y en la que más se percibe la intención de contar un mundo, aunque éste sea tan pequeño como Melilla. A través de la familia de «La buena reputación» estoy contando también la historia de Melilla y, como metáfora, Melilla también pasa a ser como una historia de España. A mí la tradición africanista me hace pensar en escritores que hablaron del Protectorado antes de la Guerra Civil, un tema que siempre me ha interesado mucho. Hablo de nombres como Barea, Sender o José Díaz Fernández. Realmente hay más cosas y mejores cosas escritas sobre el Protectorado antes de la Guerra Civil que con posterioridad. Me parecía que era un periodo y un territorio disponibles para escribir sobre él.
–¿Por qué cree que era un territorio y un periodo a explorar literariamente?
–Seguramente porque ha quedado un poco como en un triángulo de las Bermudas. Realmente fueron 17 años, posteriores a la Guerra Civil, en los que no pasó nada y lo anterior era la guerra de África, que es la propia preparación de lo que sucede en 1936. Lo que queda por contar del Protectorado es lo relacionado con las personas mayores que quedan allí, esas pequeñas cosas que en la memoria de esta gente es importante. Era como un paraíso para ellos.
–¿En qué trabaja actualmente?
–¡Hay tantas historias que contar! No me cansaré de escribir, porque los escritores tenemos un tesoro, que es la realidad.
–Sus libros anteriores, como «Enterrar a los muertos» o «El día de mañana», al igual que «La buena reputación», tocan aspectos poco conocidos de la historia de España.
–Me gusta pensar que sin hacer crónica con la historia de mis personajes puedo ofrecer un panorama de cómo fue aquella época en la que pasamos de la dictadura a la democracia. A partir de una etapa en la que pasaban cosas proyecto hacia delante y hacia atrás.
–¿Es un autor al margen de las modas?
–No es que trabaje al margen de las modas. Es que tengo una serie de personajes y temas que son los que más me gustan. Tengo una época y un territorio que conozco como mi casa. No me importa que mis libros se parezcan: lo prefiero. Me gusta que haya rasgos comunes.
–Como le gusta la realidad, ¿la situación actual en Cataluña da para una novela?
–Se han escrito libros éticos y cómicos sobre el tema. Me da la sensación que estamos en la etapa cómica.