J. J. Benítez: «Hoy el Che Guevara sería un yihadista»
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Protestaba por todo. Era tozudo, irascible y caótico. Tenía la lengua afilada y disfrutaba haciendo llorar. Se consideraba un profeta y hacía gala de un mal genio casi permanente. Así es el comandante Guevara que aparece en el nuevo libro de J.J. Benítez, «Tengo a papá. Las últimas horas del Che» (Planeta), en el que el escritor narra el descenso al infierno del guerrillero argentino en la selva de Bolivia hasta su ejecución sumaria en octubre de 1967 a manos del Ejército. Benítez comenzó esta investigación periodística a partir del testimonio de un ex agente de la CIA que fue testigo de la muerte del revolucionario. Su relato también se nutre de los diarios de personas que estuvieron cerca del mito comunista y las declaraciones de militares bolivianos.
–¿Qué imagen tenía usted de joven sobre el Che?
–Le venía como a un libertador, un mito. Tenía una imagen algo difusa. Yo no sabía realmente lo que había pasado con él, pero cuando me puse a investigar sobre él me di cuenta de que todo estaba todo manipulado.
–¿Qué rasgos del Che Guevara descubrió durante su investigación que desmienten al mito ?
–Era un hombre desequilibrado, violento, machista, muy culto pero muy poco tolerante, con unas ideas revolucionarias terribles, donde lo único que importaba era la sangre y la guerra para combatir al imperialismo yanqui. Quiso lanzar bombas nucleares sobre Estados Unidos. Era un demente sanguinario. No tiene nada que ver con lo que nos habían contado a mi generación. Nos han estado mintiendo. Al mismo tiempo, tenía una cultura enciclopédica, le gustaban las matemáticas y la lectura. Y le fastidiaban mucho los honores. Al final, las circunstancias lo convirtieron en un héroe.
–¿Es verdad que Fidel pudo haberle rescatado de Bolivia pero prefirió dejarlo morir?
–Así es. El Che se fue a Bolivia con mapas manipulados por los cubanos y con una radio sin capacidad para transmitir. Fidel le pudo conseguir munición, comida y apoyo del Partido Comunista. Todo eso falló. No me creo que los servicios de inteligencia cubanos le den unos mapas de Bolivia con errores. Fidel le envió a una muerte segura.
–¿Por qué Guevara nunca habla mal de Fidel antes su compañeros de guerrilla?
–Él sospechaba de Fidel, pero no tenía sentido decirles a los revolucionarios que le acompañaban que Cuba les había traicionado, no podía reconocerlo delante de sus hombres. Estaba aislado. Se limitaba a cantar tangos, a fumar en pipa y a escribir su diario.
–¿Era un buen soldado, un buen estratega?
–No, cometía muchos errores. Los propios guerrilleros le decían que los mapas estaban mal y que la guerrilla no contaba con el apoyo del campesinado boliviano. No tenían logística. En esa situación tienes que marcharte, pero él siguió adelante, condenando a más de cuarenta soldados a una muerte casi segura.
–¿Pero en Cuba él sobresalió como guerrillero?
–Por eso era un héroe. Actuaba como un suicida, se lanzaba a la batalla como el primero, eso le granjeó muchas simpatías en Cuba. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando se decantó por una filosofía que no era el castrismo. Fidel le dejó entonces que siguiera con sus guerritas, que en el fondo era una manera de quitárselo de en medio, porque en Cuba era un problema.
–Cuando lo atrapan, ¿puede intuir Guevara que será asesinado?
–Creo que él mantuvo la esperanza de que lo juzgaran, pero el Ejército boliviano no quiso arriesgarse a lo que supondría un juicio al Che.
–¿Sigue habiendo misterios en torno a la figura del Che?
–Sí, empezando por el paradero de sus restos mortales. Yo sostengo que sigue enterrado en Bolivia. Su cuerpo fue incinerado y como no se quemaba del todo lo desmembraron y lo enterraron en cuatro lugares de un cuartel. En Cuba, sin embargo, tienen un memorial con los supuestos restos del Che.
–La CIA quiso llevarse vivo al Che, pero Bolivia optó por matarlo. ¿Fue así realmente?
–Los norteamericanos son unos mentirosos compulsivos. No te puedes fiar de las intenciones de la CIA. Que la CIA avise a los Mossos d’Esquadra en mayo de que habrá un atentado en las Ramblas de Barcelona sólo puede ser o bien porque tienen topos infiltrados entre los yihadistas o bien porque ellos han creado el movimiento yihadista. O los creas, o participas en ellos o los alimentas. O las tres cosas. A los norteamericanos les interesa un sistema de creación permanente de terror.
–¿Hoy es inviable una figura revolucionaria como la del Che?
–Es muy difícil que alguien así pudiera prosperar hoy día. Y si lo hiciera sería calificado de terrorista, que probablemente es lo que eran aquellos guerrilleros. En esa época se les llamaba revolucionarios. El Che fue un terrorista y hoy sería un yihadista. Es alguien que fusila a cientos de soldados en Bolivia en nombre de la libertad. ¿Qué libertad es esa? Era un radical que estaba en la cuadrícula de China, del marxismo maoísta. Por eso se enfrentó a Fidel Castro. Las fricciones entre ambos vinieron por desavenencias ideológicas.
–¿Se ha tomado licencias literarias en el relato sobre Guevara?
–En absoluto. No he recurrido a la ficción ni he recreado literariamente los últimos días del Che. El material que tenía era tan fuerte y tan vivo que entendí que no era necesario.
–¿Sus lectores se van a sorprender de encontrar un libro suyo tan distinto al resto?
–Supongo que sí, porque lo habitual es que se encuentren con otro tipo de investigación basada en misterios. Pero yo soy periodista y he hecho muchas investigaciones que no tienen nada que ver con lo habitual. Y seguiré haciéndolas, por pura curiosidad.