Javier Paredes: «Ser moderno es respetar el derecho a la vida»
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá publica un nuevo libro que relata la vida de tres niñas madrileñas que aspiran a ser santas
Más que una casa con libros, el prestigioso historiador Javier Paredes cuenta con una biblioteca con habitaciones y cocina. Además de los textos, tiene otra gran pasión: el estudio de las beatificaciones a menores. En 2008 nos adentró en este mundo con «Santos de pantalón corto» (Editorial San Román), que se ha reeditado este año. Pero este 2014 también ha publicado «Al Cielo con calcetines cortos» (Editorial San Román), en donde narra la historia de Mari Carmen, Pilina y Alexia, tres niñas madrileñas en busca de la beatificación.
–En su nuevo libro relata la persecución a la Iglesia en plena Guerra Civil a través de la vida de Mari Carmen. ¿Estos ataques son sólo pasado?
–Todos los días hay noticias de que se asesina a cristianos y se queman iglesias en países fundamentalmente musulmanes. Sin embargo, ultrajes y profanaciones contra la Iglesia los tenemos también en España. El ataque hace unas semanas, al grito de «Aborto es sagrado» al presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, por parte de cinco... –hace una pausa– No sé cómo calificarlas. Llevaban la cruz satánica invertida, no sé si eso da alguna pista... Hay que atajar este problema e intentarlo evitar, pero no podemos llevarnos a engaño, porque hace dos mil años Jesucristo nos aviso de que si a él lo habían perseguido a sus discípulos les iba a pasar igual. Persecuciones hay de todos los tipos y en todas las épocas. Sin embargo, tras 2000 años la Iglesia sigue en pie.
–Dicen de Francisco que es un papa abierto y moderno en temas con los que la Iglesia no comulga en demasía. Sin embargo, también ha condenado en múltiples ocasiones el aborto...
–Lo moderno es respetar la vida. Los razonamientos de los abortistas son realmente absurdos. «Nosotras parimos, nosotras decidimos» dicen. Pues por esa regla de tres yo digo: «Nosotros conducimos, nosotros decidimos». Así que fuera el código de circulación. Es la misma lógica, es decir, ninguna. ¿Qué tiene que ver que puedan dar a luz con matar a un inocente?
–¿La «ley Gallardón» está en el buen camino?
–No, el buen camino en la lucha por la vida es la derogación. No se puede abolir un poquito, como dijo el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla. Recuerdo que Juan Pablo II gritó al cielo de Madrid en una de sus visitas: «Nunca se puede justificar la muerte de un inocente». Ésa es su enseñanza. Por tanto, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, se queda corto en su ley. No puedo estar de acuerdo porque no concibo ni plazos ni supuestos. Juan Pablo II tampoco habló nada sobre estas condiciones.
–No son muy comunes las beatificaciones a niños, ¿lo tienen más complicado que los adultos?
–La explicación por la que sólo cuatro niños –Domingo Savio, Laura Vicuña y los dos pastorcitos de Fátima, Jacinta y Francisco– han sido proclamados santos en la historia de la Iglesia católica es sencilla. Los niños tuvieron durante muchos años un problema muy grande, ya que para ser canonizado se exige haber vivido las virtudes durante al menos diez años. Así que los adultos cuentan con ventaja, porque muchos niños no han llegado a vivir ni ese tiempo. Con motivo del centenario de la Congregación para la Causa de los Santos, Juan Pablo II promueve una comisión para determinar si se puede o no canonizar a los menores. Finalmente, concluyen que sí. La razón es que si no se les pudiera canonizar, la llamada universal a la santidad del Concilio Vaticano II ya no sería tan universal. Desde ese momento, sólo se exige lo vivido. Este hecho desencadenó en la aceleración de los procesos en niños. Pese a ello, el proceso de canonización es exactamente igual que el de un mayor. Se le hace un análisis para determinar si han vivido las virtudes heroicas y después, si se les aprueba, se les declara venerables. Llegados a este punto, en cuanto se les apruebe un milagro se les podrá beatificar.
–Francisco muestra cada día el amor por los niños, ¿intensificará él los procesos?
–Sí, seguramente en poco tiempo veamos algún proceso, pero, sin duda, el gran promotor de la santificación de menores es Pío X, porque es el papa que adelanta la comunión. Esto permite que haya niños santos. La Iglesia es sacramental y si no les das sacramentos a los niños hasta que acaben la carrera, no vas a tener santos en la infancia y en la juventud. Todos los menores que están ahora en proceso de beatificación murieron después de esa época. Por eso, estos niños deben a Pio X su salto a los altares.
–Pio X fue el primer Papa electo del siglo pasado. Benedicto XVI fue su homólogo en el siglo XXI. Hace ya un año que anunció que dejaba el Ministerio Petrino, ¿cuál es su legado?
–Benedicto XVI nos ha dejado mucho, pero si hubiera que resumir todo su pontificado diría que su legado es la denuncia que hizo a la dictadura del relativismo. Quizá ese sea el punto en el que confluye todo y nunca se lo agradeceremos bastante.