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Javier Perianes: «En música me gusta maridar el vino francés con el pescaíto»

Pianista
larazon

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A pesar de que el título de su nuevo álbum sea tan refinado ... «les sons et les parfumes» (Harmonia Mundi), Sergio Perianes (andaluz militante) es un compañero perfecto para irse de aperitivos. Soñó con ser periodista deportivo, y cualidades no le faltan. Podría explicarle a cualquier hincha que Chopin no es una marca de cervezas, e incluso conseguir que lo escuchara. Hoy no podrá lucir su sentido del humor en el concierto del Teatro de la Zarzuela. A cambio podrán comprobar su delicadeza.
–¿Se ve todavía comentando el Mundial?
–Lo he hecho. Cuando se jugaba el que ganó España, me invitaron en una televisión y mi mujer me advirtió de que tuviera cuidado porque con lo visceral que soy me veía insultando a los jugadores del equipo rival. El periodismo deportivo me apasiona porque lo he consumido desde que era joven.
–¿Y dio algún paso para tratar de conseguirlo?
–No, no me hubiera importado, pero la música no me dejó tiempo para el periodismo.
–Eso le acerca mucho más a los lectores que perciben a los músicos como seres etéreos...
–Una vez me llamó un periodista para entrevistarme y me preguntó: «¿dónde te pillo?». «Estoy haciendo la compra», respondí. Me dijo que me imaginaba en casa reflexionando. Y tuve que explicarle que también como, tiendo la ropa...
–Siguiendo el símil deportivo, en este disco podríamos decir que se enfrenta a dos top 5 de la música...
–Para un pianista, hablar de Debussy o Chopin es nombrar dos citas ineludibles. En algún momento de la carrera te los tienes que encontrar.
–Y si tuviéramos que definir el estilo de juego de cada uno...
–Como dúo podíamos decir que son dos buscadores de lo absoluto. Chopin dedicó casi el 90 por ciento de su producción al piano, pues lo consideraba su modo de expresión. Para resumirlo, podríamos decir que este autor es en la música esa «primadonna» belcantista belliniana. Unas melodías expansivas, romanticismo puro, sin virtuosismo espectacular: pureza, intimidad.
–Y Debussy...
–Fue un compositor lleno de sabores, colores y olores.
–¿Por qué decidió hacer este maridaje?
–Hay bastantes más puntos en común de los que podemos pensar. Ha sido un trabajo junto a un musicólogo, y hemos decidido hacer que en este maridaje haya puntos de conexión. Hemos distribuido el disco en parejas: obras en las que explicamos las relaciones entre las dos obras. Además, ambos coincidieron en el mismo espacio, París, pero en épocas distintas.
–Para quien no lo sepa, habría que decir que también existen los Bale del piano, pues nos acaba de visitar Lang Lang.
–Me estás dando en la línea de flotación, pues soy del Real Madrid. Afortunadamente, Lang Lang no tiene problemas de espalda como Bale.
–¿Es fácil tener relación con una megaestrella?
–Sí, extraordinaria. En su última visita sé que preguntó por mí, ya que yo estaba fuera de España y no pude ir a verle actuar. Pero siempre que coincidimos en Madrid, charlamos. Nos conocimos en Chicago en 2005 en las clases magistrales que impartió Barenboim allí. Desde entonces nos tenemos mucho aprecio. Es encantador.
–Los solistas podéis cambiar de entrenador cada semana (los directores de las distintas orquestas). ¿Quién cree que es el Guardiola de la batuta?
–Prefiero a Ancelotti, si no te importa. Hice hace años una entrevista que titularon: «Soy merengón, pero comulgo con Guardiola», y luego me tiraron de las orejas en el Bernabéu. Hay muchas estrellas en el foso, y, afortunadamente, he trabajado con muchos de ellos: Barenboim, Metta, Maazel... y españoles como Juan Mena, Frühbeck de Burgos, López Cobos, Josep Pons, Pablo González... Todos estos entrenadores aportan jugadas de estrategia para seguir adelante.
–¿Es duro enfrentarse a unos músicos de orquestas diferentes cada fin de semana cuando uno es la estrella?
–No, para los solistas es más fácil. Para ellos somos compañeros los que están encantado de ayudar y, si hay un conflicto, siempre se ponen de tu parte. A no ser que el director sea un reputado instrumentista. Nunca he sentido hostilidad ni en formaciones tan grandes como la Orquesta de San Petersburgo o la Filarmónica de Londres.
–¿Qué compositores españoles juegan la Champions?
–Claramente, Manuel de Falla, y, por supuesto, Tomás Luis de Victoria, aunque hayan pasado siglos entre ellos. Albéniz, Granados, Soler...
–¿Qué menú tiene preparado para esta noche en el Teatro de la Zarzuela?
–Primer plato: maridaje de vino francés y carne polaca (Debussy y Chopin). Para acabar, como la comida fusión funciona mejor de lo que la gente cree, vamos a mezclar vino galo de nuevo (Chopin) con «pescaíto frito» de Cádiz (Falla).
–¿Es muy distinto jugar en casa que hacerlo fuera?
–Es más difícil tocar en tu tierra, pues la responsabilidad de que te escuchen tus paisanos es mayor. Aunque el compromiso de verdad es con la música y con el compositor.
–Pasar tanto tiempo fuera, ¿ayuda a analizar más friamente la situación actual de España?
–Sí. No estamos en nuestro mejor momento, ni veo brotes verdes. Una de las cosas que aprendes en el extranjero es que nos vendemos mal. Vendemos las catástrofes a la primera. Tenemos motivos sobrados para presumir de la marca España.