Buscar Iniciar sesión

Joël Dicker, nunca es tarde si la dicha es buena

Retoma la vida de Marcus Goldman en su nueva obra, «El libro de los Baltimore», una secuela premeditada que no es fruto de su éxito anterior.
larazon

Creada:

Última actualización:

Retoma la vida de Marcus Goldman en su nueva obra, «El libro de los Baltimore», una secuela premeditada que no es fruto de su éxito anterior.
Marcus Goldman llegó a su vida como un personaje más. Joël Dicker llevaba siete años exponiéndose a la hoja en blanco, a la dinámica del escritor, pero el éxito no le había acompañado en sus primeras novelas. Hasta que llegaron Marcus y Harry Quebert, los dos personajes principales de «La verdad sobre el caso Harry Quebert». Aún recuerda aquel primer artículo que lo encumbró: «Lo escribió un académico francés en ‘‘Le Figaro’’ y cuando, al día siguiente, fui al quiosco lleno de emoción por leerlo, resulta que había huelga de repartidores. Imagina cómo me quedé», bromea Dicker, de 30 años. «No podemos controlarlo todo, como yo tampoco podía prever mi éxito o mi fracaso», afirma en alusión a los más de dos millones de ejemplares que ha vendido de esa primera obra. Antes, ya le habían rechazado seis manuscritos. Está convencido de que la consagración le ha llegado en el momento oportuno: «Sé que si hubieran aceptado mi primera novela, no habría escrito ‘‘Harry Quebert’’. No habría pensado que podía hacer algo mejor. El fracaso me impulsó».
Antes del «boom»
Con «El libro de los Baltimore» (Alfaguara) retoma la vida de Goldman, ese personaje principal al que Harry Quebert eclipsaba en su primera obra. Pero esta secuela está premeditada, no es otra de las consecuencias del éxito. «La idea ya la tenía. Lo estaba escribiendo antes del ‘‘boom’’. Así que todo fue mucho más sencillo porque en cuatro meses ya lo tenía terminado». Sabe que a «Marcus no se le veía bien. Por eso decidí profundizar en él para que los lectores le conocieran mejor». Y es que, aunque lo pueda parecer, Dicker insiste en que Marcus –joven escritor y triunfador– no es su alter ego. «Aunque todos mis personajes tienen cosas mías, son un poco yo». En esta nueva obra, sumerge al lector en una trama familiar con la que busca reflejar todos los aspectos de la sociedad actual: tensiones, envidias, celos... Un retrato de la diferencia de clases dentro del seno de la familia. «¿Quién no ha tenido problemas con sus hermanos o primos?», se pregunta. Y, como en su anterior novela, existe un drama que lo invade todo y con el que Dicker juega para sus «flashbacks». Pero, aunque pueda parecer que el autor tiene claro el principio y el fin de cada uno de sus escritos, la realidad es distinta. «No planifico nada. Cambio mucho el argumento. Cada vez que avanzo tres pasos, retrocedo dos», reconoce. Pero nunca se detiene porque desde hace siete años no cambia su dinámica de trabajo y «gracias a eso, el éxito repentino no me creó pánico porque sé cómo funciona. Sólo tenía que seguir adelante».
Siete años aguantando la pregunta de sus próximos sobre su repetido fracaso: «¿Por qué escribes?» Había decidido cambiar Derecho por la página en blanco y en su entorno no lo comprendían. «Ahora me preguntan cómo voy a poder seguir escribiendo después de que mi obra se editara en 38 idiomas. Pero nada de la rutina ha cambiado». Reconoce que ahora tiene muchas más responsabilidades, pero agradece que la aprobación de los lectores no haya llegado demasiado pronto. «El éxito no es garantía de calidad. No sirve de nada tener miedo al triunfo», un temor que considera que está demasiado asentado en nuestra sociedad. «Vivimos con constante miedo al fracaso y no es malo errar porque son esos tropiezos los que te dan experiencia. Se trata de hacer lo mejor de uno mismo».
Le comparan con Stieg Larsson e, incluso, con Philip Roth, pero él no lo tiene claro. «Soy demasiado joven para que hagan esa comparación. Cuando cumpla 85 años y revisen mi obra se podrán sacar conclusiones».