Jorge Blass: «Me haría invisible para hacer como Robin Hood y atracar un banco»
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Siempre con un as debajo de la manga, o una paloma, o un pañuelo... Ahora, tras encandilar a Las Vegas, vuelve a Madrid para presentar su nuevo «show», «Palabra de mago»
Desde la experiencia de haber quedado retratado, con cara de bobo y la boca abierta, me permito la licencia de afirmar que Jorge Blass sabe de esto del ilusionismo, magia o como quieran llamarlo. Lo mismo te convierte una paloma en una atractiva mujer, que consigue que 3.000 personas elijan la misma carta de la baraja al unísono o te pone delante a tu lista de «facebookamigos», ¡en vivo! Si quieren sorprenderse, no lo duden, vayan a ver «Palabra de mago» al Compac Gran Vía.
–¿Cómo lo hace?
–(Risas) Pues muy bien, ¡y con mucho cuidado!
–Casi cuela... Ésta más fácil, ¿por qué Blass con dos eses?
–Surgió en un viaje que hice a la India hace años, yo me llamo Sánchez Blas y me enteré de que allí la doble ese es símbolo de buena suerte y decidí añadirla a mi apellido.
–¿Y cuál es la palabra de un mago?
–Mira, hay muchas que son mágicas porque lo que se quiere demostrar al público es que somos personas honestas, a pesar de que la gente desconfíe de nosotros. Y con razón después de todo lo que hacemos: engañamos a la percepción, hacemos ver y creer cosas que no suceden, jugamos con la memoria... Pero en realidad somos personas de las que uno se puede fiar.
–Veo que las palomas no pasan nunca de moda.
–Depende de cómo se haga en el «show». Yo tengo una secuencia en la que las utilizo, pero lo hemos elevado a otro nivel porque de repente las palomas se transforman en bellas bailarinas y, claro, eso ya sorprende un poquito más. Ya no es la simple aparición, sino que se transforma por completo. En el espectáculo hay bastantes clásicos de la magia que hemos llevado a un nivel superior, por ejemplo el de la mujer cortada, que hacemos una versión en la que la caja es transparente y así la gente puede ver a la chica en todo momento; o de pronto me pongo a jugar con unos aros de toda la vida, sin embargo, estos levitan por el aire. Y, bueno, hay mucho más que también es interactivo y donde el espectador pasa a ser protagonista, e incluso un número para que todos los espectadores hacen magia al mismo tiempo.
–Y acaba de llegar de Las Vegas. ¿Cómo es ir de estrella a un sitio tan emblemático?
–Muy emocionante porque es la ciudad del espectáculo por excelencia. Allí están lo mejores «shows» de magia, música, circo... de todas las artes. Es un sitio donde se vive todo de una forma distinta a la que se haría en cualquier otro lugar. Entonces ha sido espectacular la experiencia de trabajar allí y más haciendo una aparición desde un helicóptero. Vamos, una cosa para recordar. Y también he tenido oportunidad de trabajar de cerca con David Copperfield.
–Que si no tengo mal entendido fue él a usted, ¿cómo es eso?
–Increíble. Hace cosa de un mes, me llamó y me dijo: «Quiero un juego que haces, que has inventado tú, y que he visto en YouTube. Quiero hacerlo aquí en Estado Unidos». Y entonces aproveché que iba a Las Vegas para vernos. Estuvimos trabajando un par de días para cederle los derechos y enseñarle. La verdad es que estoy muy contento por que el mago más célebre del mundo ahora mismo se interese por un juego que yo he creado.
–Y, además, que te lo compre...
–Si, pero sólo para que pueda hacerlo allí y que yo siga aquí con él.
–Para eso es suyo.
–Sí, pero es muy emocionante también el conocerle y aprender de cerca cómo trabaja con su equipo. La verdad es que he evolucionado mucho.
–Y ¿cómo es eso de comprar y vender un truco de magia? Yo pensé que esto era universal, de todos.
–La verdad es que son ideas y conceptos, y al final a él le interesaba algo que es parte de mi espectáculo. Lo que yo le vendo es el conocimiento y la experiencia haciendo ese truco.
–Cuente, que éste es de los que le deja la boca abierta a cualquiera.
–Sí, lo primero es elegir una persona de Facebook o Twitter y, después, que se teletransporte al teatro o la sala oportuna. Ése es el concepto que le ha gustado y que quiere hacer. La verdad es que en la magia no se pueden registrar ideas, es algo muy abstracto, pero los magos somos muy honestos y entre nosotros nos llevamos muy bien. Siempre ocurre esto de querer hacer un truco, hablas con el mago y, si está interesado en vender los derechos, adelante. A pesar de ello se podría coger igualmente, pero estaría muy mal visto por la profesión y en magos de cierto nivel queda feo.
–¿Son tramposos?
–Sí, desde luego. Tenemos que serlo porque nos dedicamos a ello, hay que desviar la atención, ser muy ingeniosos, muy sutiles, pero todo el fin de nuestro engaño es ilusionar, por eso somos gente honesta. Hay otros que utilizan las mismas técnicas para vender productos en publicidad, o para que te voten cuando hay elecciones. Son las mismas argucias, muchas de ellas psicológicas, de desviación de la atención, pero nuestro fin es más saludable y honesto.
–Al menos cumplirán las promesas.
–Desde luego que sí.
–Si pudiera elegir un poder, ¿cuál elegirías?
–Hacerme invisible, es una cosa que llevo intentado algún tiempo y no he conseguido todavía.
–Eso no puede traer nada bueno.
–La verdad es que sólo sirve para hacer maldades y ¡muchas fechorías!
–Por ejemplo...
–Hacer como Robin Hood y atracar un banco para regalárselo a los pobres.
–Poca malicia tiene eso... En su Twitter se define como brujo, ¿de los de las pócimas?
–Creo que los magos de hoy en día somos una evolución de aquellos, pero la verdad es que en otra época nos hubieran quemado en la hoguera.
–¿Un truco confesable?
–Son todos secretos. Un mago nunca los revela.
–A ver si se ha ablandado... ¿Cómo lo hace?
–¿Sabes guardar un secreto?
–Claro.
–¡Pues yo también!
–Había que intentarlo...