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Juan Pedro Cosano: «La Justicia es hoy más lenta que en el siglo XVIII»

Juan Pedro Cosano. Abogado y escritor. Acaba de ganar un premio con «El abogado de pobres», un thriller judicial que no da respiro
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No es un recién llegado al oficio de la escritura («Hispania», «Las muertes pequeñas» y el poemario «La noche calma y otros poemas») y en el de la abogacía lleva ya más de veinte años de trayectoria, casi nada. Cuando decidió presentarse al Premio Abogados de Novela por «El abogado de pobres» (Martínez Roca) lo hizo, como casi todos (¿o no?) con la firme certeza de que sería el galardón para otro. Mira por dónde el premio fue a sus manos. Las críticas han sido muy elogiosas y Juan Pedro Cosano (Jerez, 1960) lo disfruta a sorbos pequeños porque la felicidad dura un punto.
-Dígame cómo se topa con la historia y, sobre todo, con el personaje de Pedro de Alemán, el protagonista de este libro lleno de aventuras.
-Fue leyendo. Me encontré con el tema del abogado de pobres, me encantó el nombre y empecé a investigar. Había muy poco escrito salvo una obra de Bretón de los Herreros. Iba y venía con la escritura porque soy muy anárquico. Pero tomó cuerpo y la acabé. La di a leer a mis compañeros y me animaron a que la presentara al premio. Lo hice y me olvidé completamente hasta que recibí una llamada en la que me decían que era finalista y que estaba entre los favoritos. Y gané.
-Tal y como acaba el libro ,da la sensación de que al menos continuación habrá.
-La editorial me pidió que no matara al malo. Y llevo ya casi cien páginas de una segunda entrega que tiene título: «El crimen del hospital de la sangre», y ahí estoy, dándole forma.
-¿Qué era un abogado de pobres?
-El que defendía a los menesterosos, a aquellos que no tenían medios para poder pagar a un abogado privado. No estaba muy bien remunerado. El paralelismo con el abogado de oficio tal como hoy lo conocemos es enorme.
-Y ése es el protagonista de este relato lleno de intriga, Pedro de Alemán. El nombre ya suena contundente.
-El personaje es fascinante por su tremenda humanidad, está lleno de defectos y es un hombre en lucha constante consigo mismo. Engaña a sus clientes, se aprovecha de ellos, y de ellas, aunque intenta buscar siempre un punto de decencia. Son personajes que salen una vez en la vida, que te atrapan. Yo estoy dispuesto a seguir conviviendo con él.
-Vamos, que es un personaje corrupto.
-Lo es. Siempre que haya poder habrá corrupción. Además, está perfectamente imbricado con la trama de la falsificación de cuadros, en el caso nuestro, de Zurbarán. En aquella época en España se dio un negocio que floreció de sustracción de obras de arte en el que estaban de acuerdo tantos, las autoridades civiles como las eclesiásticas.
-No me extrañaría que alguna productora de fuste le ofreciera llevar al cine su libro. ¿A qué actor ve en la piel de Pedro de Alemán?
-Estoy aún soñando, no me deje que despierte..., pero la verdad es que no me parecería extraño. El argumento es muy trasladable a lo audiovisual, por la época, por las aventuras que se suceden. No veo ahora a un actor que lo encarne. En el libro se dan muy pocas pistas de cómo es físicamente. Tengo una imagen particular, no lo imagino ni joven ni viejo, a pesar de que tiene 29 años. El lector puede hacerse la imagen que desee de él.
-Conseguir este premio le ha puesto en una buena posición para continuar la senda literaria, señor Cosano.
-Bueno, es un sueño que tenía y que se ha podido hacer realidad. He pasado toda mi vida escribiendo y no pensaba que esto me iba a suceder. Seguiré con este oficio pero sin abandonar el mío porque no quiero que uno prevalezca sobre otro.
-¿Le ha dado satisfacciones la abogacía?
-Muchas, porque es una profesión llena de grandezas y misterios. Todo abogado puede contar las mil y una injusticias que ha visto y ha vivido. Conocemos al ser humano con todas sus grandezas y sus defectos. Somos depositarios y conocedores de historias que sufrimos y compartimos con nuestros clientes y ante las que debemos poner distancia para no sufrirlas. Me ha dado los mejores momentos, las mayores alegrías y también unos cuantos disgustos.
-¿Cree que la Justicia atraviesa un momento delicado en España, que es blanco de demasiadas críticas?
-La Justicia, por definición, es humana e imperfecta. Si la comparamos con la del siglo XVIII es bastante más lenta y premiosa hoy. La Justicia que no es rápida no es justicia. Actualmente existen más garantías y protección, pero lo que es propiamente la Administración de Justicia está peor que entonces.
-Llama la atención su dominio de la gastronomía de la época. El menú es de lo más variado: perdices estofadas, sopa de ajo, sopa fría de tomate con huevos duros, compota de membrillo. A más de uno le habrá abierto el apetito de par en par.
-Tengo tipo de ser un buen degustador (se ríe), pero me paso la vida a régimen. Yo creo que hablar de una calle sin mentar una taberna no es real. Descubrir una comida da vida a una escena. Y también lo hago porque a mí me gusta leerlo en otros.
-¿Con qué plato se quedaría?
-Con la sopa de pan y tomate, que en Jerez yo soy de allí llamamos el ajo caliente. Era sustento para los campesinos y se componía de ajo, pan y tomate. Es una lástima porque son platos que es están perdiendo y no tienen dificultad. Es ponerse. Se maja el pan en un lebrillo...
-Igual que rescata la gastronomía trae a la actualidad un lenguaje de la época que es una delicia leer.
-He utilizado palabras que tienen reminiscencias del siglo XVIII, pero sin ser cansino.
-El premio está dotado con 50.000 euros. No es un mal pellizco, Hacienda aparte.
-No está mal. Lo que haré con el importe es vivir. Cuando tienes una empresa con más de viente personas es bienvenido para poder salir adelante.

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