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Julio de la Rosa, el amor y sus armónicos

El músico y exitoso compositor de bandas sonoras cierra su trilogía sentimental con «Hoy se celebra todo», un disco sobre el amor en positivo
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El músico y exitoso compositor de bandas sonoras cierra su trilogía sentimental con «Hoy se celebra todo», un disco sobre el amor en positivo.
El nuevo disco de Julio de la Rosa (Jerez de la Frontera, 1972) se abre y se cierra con el sonido de una radio dando noticias. «Lo que quería expresar es que, a pesar de todo lo que sucede en el mundo, a pesar de lo podrido que está todo, nosotros seguimos en nuestros cubículos emocionales y eso es lo que realmente nos importa», explica el compositor de las bandas sonoras de «La isla mínima» (por la que ganó un Goya en 2014) y «El hombre de las mil caras» (nominado en 2016) sobre su nuevo álbum en solitario, «Hoy se celebra todo». «No quiero decir que no nos afecten determinadas situaciones o noticias a nivel global y político, sino que quería centrarme en esa idea de que hay cosas más pequeñas y cercanas que pueden más que todo eso. Por otro lado, no incluyo en mis discos nunca textos de denuncia social porque me parecería redundante. Todos mis textos son políticos y cualquiera que los haya escuchado sabe de mi forma de pensar independientemente de que haga una crítica ideológica en ellas», comenta el compositor.
Estabilidad emocional
Después de dos álbumes dedicados al amor, pero no precisamente mirado desde su ángulo más amable, llega este tercero que el compositor considera «el cierre de una trilogía que empecé sin darme cuenta con el disco de “La vida universal”, entre risas y descubrimientos, y luego continuó en “Pequeños trastornos sin importancia” a base de golpes y búsqueda desesperada. Ahora, concluye en una especie de celebración del amor saludable, un album que habla de lo positivo de las relaciones personales», explica. Sin embargo, los sentimientos, no son siempre planos y puros, y menos cuando se enmarcan en una relación real. «Exacto. Yo ahora por fin puedo decir que estoy en una relación saludable y me he ido a vivir al campo y creo que tengo un momento de estabilidad emocional que era justo intentar plasmar. Sin embargo, se dice que la alegría, al contrario que la pena, se vive pero no se canta. Yo creo que eso es porque los sentimientos nunca se dan por sí solos, como sucede con las notas musicales. La nota ‘‘la’’ no es solo ella aislada, sino que cuando suena está rodeada de notitas pequeñas que flotan en el aire. Son los armónicos. Y por eso tampoco hay una felicidad tal cual, sino que todos los sentimientos están teñidos de armónicos», teoriza.
Sin embargo, si predominan los aromas positivos a veces surge el pudor. «Cierto. Cuando escribes desde un lado luminoso te miras a ti mismo y a lo que escribes con lupa. Por eso al final sólo hay un par de canciones realmente blancas, que celebren la suma de una forma abierta. El resto, digamos que son intimistas con algo más. Es cierto que resulta complicado que la creación tenga una eficiencia desde el lado luminoso de la vida», comenta el compositor, que añade: «El arte es sanador, y al oyente le atrae la idea de sublimar a través del arte lo que siente. Sin el arte es muy difícil someterte a tí mismo al proceso de llevar los sentimientos más allá». Uno de los temas es un homenaje a Violeta Parra, que cantó «Qué he sacado con quererte». «Es una canción que habla de los trastornos mentales que se dan en el seno de la pareja», bromea. De forma que ni los anteriores trabajos suyos eran tan oscuros ni este es todo alegría, como puede sugerir erróneamente el título. «Exacto. De todas formas, el título también tiene una broma interna porque estoy ahora muy en contacto con los valencianos y he descubierto que son gente que lo celebra todo, por nimio que sea el evento. Y me hace gracia que se pasen más tiempo celebrando que haciendo cosas que celebrar», comenta. Sin embargo, es un hecho que las alegrías han inspirado menos canciones que las desgracias. «De todo se aprende en el terreno emocional. Yo con este trabajo descubrí sin darme cuenta que había comenzado a escribir de manera más poética que en los discos anteriores, porque en cierto modo todos tenemos que mentir para contar verdades. Y llevando las palabras a este terreno me acercaba más a lo que pretendía», señala.
Si están esperando una gira de presentación, no la tendrán. «No lo quiero tocar en directo porque me he agotado de eso. Los conciertos pueden ser emocionantes por la conexción con el público, pero si lo haces demasiado puede resultar extenuante y monótono. En el directo, como decía el pianista Glenn Gould, no cabe la imaginación, solo reinterpretas las canciones ya grabadas y por mucho que le quieras dar la vuelta puede ser una experiencia horrible. Yo me he recorrido España varias veces con la guitarra en el maletero del coche y lo volveré a hacer, no solo por necesidad sino por apetencia, en el momento en que me surja porque es cierto que me gusta, pero no ahora mismo», remata.

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