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La Biblia: del esperanto al cómic

El espacio CaixaForum inaugura la extensa y variopinta colección de Pere Roquet, que lleva 25 años atesorando ejemplares del Antiguo y Nuevo Testamento en varios formatos e idiomas.
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    Marta Moleón

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Pere Roquet lleva veinticinco años guardando idiomas. Empezó a poner en práctica esta pasión en 1995 y todavía no tiene previsto parar de ejercitarla ya que asegura; «Me divierte profundamente». El objeto que ocupa el epicentro de esta peculiar afición no es otro que el libro más vendido de la Historia. Y es que el coleccionista andorrano ha llevado a cabo la entrañable y titánica labor de reunir un total de 1.593 ejemplares de la Biblia en más de 1.900 lenguas diferentes. En una visita al poblado de Lokori, en Kenia, el ex banquero «felizmente jubilado» dio comienzo a esta fascinación por los textos sagrados gracias a la ofrenda del padre Franco Moretti, un misionero colombiano que incendió su interés y curiosidad gracias a la entrega de un Nuevo Testamento escrito en turkana, una remota y aparentemente desconocida lengua nilótica oriental, que, sin embargo hablan la friolera de casi un millón de personas.
En ese momento, Pere Roquet decidió que valía la pena adentrarse en un viaje desinteresado por la conservación de las palabras. Ahora, lejos de acercarse a una pretensión adoctrinante o al ensalzamiento de su significado religioso, el espacio CaixaForum en colaboración con el Arciprestazgo y el Gobierno de Andorra inaugura la exposición «La Biblia. Un viaje por las lenguas del mundo», en donde se muestra todo el compendio de Biblias que el coleccionista ha ido adquiriendo a lo largo del mundo con el objetivo de reivindicar de manera ilustrativa la riqueza y variedad de un patrimonio lingüístico y cultural que ha contribuido indiscutiblemente a la formación de la civilización occidental.
Las vitrinas que dibujan el recorrido de la sala, esconden volúmenes de lo más variopinto como el escrito en esperanto o uno traducido en itelmen, un idioma de la península rusa de Kamchatka que tan solo lo hablan unas sesenta personas –en su mayoría ancianos– y que ahora empieza a enseñarse con mayor interés en las escuelas de la región gracias en parte a las grabaciones y traducciones conservadas del texto sagrado. «Traducir la Biblia en lenguas orales no escritas es un proceso muy trabajoso y extremadamente complicado. Antes se tardaban 25 años, ahora gracias al avance tecnológico se ha reducido a un promedio de 7», explica Roquet, un hombre que guarda en su mochila generacional una batería de anécdotas vitales dignas de la mejor de las novelas y cuyo resumen califica de «epopeya».
Lectura clandestina
Después de confesar su anómala pasión por la colección de textos sagrados durante un viaje a Londres estando aún en activo como banquero y a pocos minutos de cerrar una importante negociación con un miembro de la Asociación de Banqueros Británicos, le reunieron en un despacho para proponerle una entrevista con un periodista de la BBC. «A lo largo de estos años he descubierto que la Biblia ha sido un fenómeno extraordinario de difusión para la cultura europea. Uno de los fundamentos clave para el mantenimiento vivo de las lenguas orales», aseguraba al hilo de la explicación sobre el significado emocional que ha supuesto esta odisea. La colección sigue aumentando en la actualidad y gracias a la cesión de todos los archivos y a su posterior exposición en la muestra que ahora nos ocupa, la posibilidad de descubrir la manera que tenemos de estructurar nuestro pensamiento y ejercitar nuestra necesidad de comunicarnos se convierte en una realidad.
De entre las casi 2.000 Biblias expuestas y detrás de las historias que albergan las distintas lenguas en las que están escritas, destaca el caso de la de Corea del Norte, cuya adquisición describe el coleccionista como «relativamente fácil», pero cuyo proceso clandestino resulta especialmente llamativo. Como consecuencia directa de la imposición atea del dirigente Kim Jong Un en el país asiático y para esquivar la pena de muerte que conlleva la posesión de una Biblia, los coreanos han ideado una estrategia furtiva que consiste en el traslado de algunos ejemplares a través de globos aerostáticos equipados con dispositivos GPS. Biblias sin título que vuelan a seis kilómetros de altitud para poder leerse en relativa libertad. Según datos de la Unesco cada dos semanas desaparece una lengua en el mundo, y, aunque las palabras mueren igual que las personas, Pere Roquet lucha para tarden lo máximo posible.
Nuevos formatos, nuevos lenguajes
En mitad de una vorágine digital que empuja con excesiva fuerza las costumbres, un soporte ancestral como la Biblia también tenía que adaptarse con rapidez a las nuevas formas narrativas. Es por eso que actualmente existen versiones en formato cómic, como el manga japonés o una opción del Génesis más «underground» creada por Robert Crumba pasada por el tamiz gráfico de la contracultura.

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