Oculus, el gran intercambiador de transporte de Nueva York, ve hoy la luz
Después de 10 años y un presupuesto de 4.000 millones de dólares, el doble de lo estimado en un principio
«The Oculus», la estación de metro diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, en la Zona Cero de Nueva York, se abre hoy al público
La estación de metro diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava en el World Trade Center (WTC) de Nueva York abre parcialmente al público hoy jueves, rodeada de polémica y sin inauguración oficial.
La Autoridad del Puerto de Nueva York y Nueva Jersey (PATH), agencia que gestiona el proyecto del arquitecto español, explicó que que la ceremonia de apertura del denominado «Oculus» se celebrará en la primavera, una vez las instalaciones estén completamente operativas y todos los accesos de metro ya funcionen.
La posibilidad de que se celebrase una inauguración de la estación ha estado cargada de polémica a causa del elevado coste económico final y del abstracto diseño curvado del edificio, que contrasta con los altos y rectos rascacielos de la zona financiera del sur de Nueva York.
El luminoso recinto, inspirado en la histórica estación de Grand Central, destaca por contar con amplios escenarios y niveles, y una gran cúpula hecha de blancas vigas de acero que se elevan del edificio hacia el cielo creando una forma parecida a las alas de un ave a punto de emprender el vuelo.
"La estación representa el renacer de la Zona Cero tras los atentados de 2001", afirmó el director de construcción del WTC, Steve Plate, en una reciente gira por el lugar.
El intercambiador de transportes (HUB) de la Zona Cero conectará hasta once líneas de metro distintas con la línea de tren que enlaza a Nueva York con Nueva Jersey, ofrecerá accesos subterráneos directos a las principales torres del WTC y albergará también una zona de ocio con un centro comercial y restaurantes.
Los encargados del World Trade Center calculan que la terminal recibirá a diario cerca de 100.000 pasajeros y a millones de turistas y visitantes al año.
Toda la infraestructura que conecta la estación tardó doce años en construirse, con un coste final de 4.000 millones de dólares, el doble del presupuesto inicial, lo que ha despertado importantes críticas de algunos miembros de la dirección del PATH.
Su director ejecutivo, Patrick Foye, definió ya el Oculus como "un símbolo de exceso", por lo que todo apuntaba a que, a pesar de su apertura, no habría ninguna gran fiesta de inauguración en la fecha inicialmente prevista.
Los miles de millones que costó y la peculiar forma de ave del proyecto provocaron también que la ya estación de metro más cara del mundo fuera blanco de las críticas de la prensa local.
La crítica más feroz fue la del New York Post, que en su editorial calificó el Oculus como "la estación más fea del mundo", un "mausoleo"que tira 4.000 millones de dólares "por el desagüe".
Por su parte, The Wall Street Journal califica el diseño del edificio de "extravagante", mientras que The New York Times rompe una lanza a favor de la estación y la define como una "atracción para los selfis"con una "fantástica y deslumbrante estructura blanca con sus alas desplegadas".
Quizás, a medida que los escépticos ciudadanos de Nueva York se acostumbren a pasear a diario por el inconfundible recinto y los turistas empiecen a tomarse selfis en sus balcones, el Oculus de Calatrava pueda, pese a las críticas, convertirse en uno más de los sitios obligados de visita que ofrece la ciudad. EFE