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Y a Dalí se le paró el bigote

La exhumación del artista se realizó el jueves sin incidentes y sin perder tiempo. Se le extrajeron cabello, uñas, dientes y dos huesos largos (que se le repondrán), que se enviaron a dos laboratorios para contrastar los resultados.
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La exhumación del artista se realizó el jueves sin incidentes y sin perder tiempo. Se le extrajeron cabello, uñas, dientes y dos huesos largos (que se le repondrán), que se enviaron a dos laboratorios para contrastar los resultados.
Salvador Dalí vuelve a descansar en paz. El circo de su exhumación acabó sin incidencias, de forma rápida y con la sensación generalizada de rubor infinito por haber tenido que llegar a estos extremos. Como estaba previsto, a las 20.00 horas empezó a levantarse la lápida de una tonelada y media que protegía los restos del genio surrealista. Trece personas fueron testigos de todo el proceso, incluyendo a tres forenses, un ayudante, dos miembros de la funeraria, los abogados, del Estado, la Fundación Gala-Salvador Dalí y letrado que asiste a Pilar Abel, la presunta hija y demandante, un mosso d’esquadra, el embalsamador del artista en 1989, Narcís Bardalet, la alcaldesa de Figueras, Marta Felip, y los responsables de la Fundación Gala-Salvador Dalí. Tuvieron que dejar sus móviles fuera de la carpa que escondía los trabajos de extracción para evitar la filtración de imágenes morbosas del cadáver. No había que perder tiempo.
A pesar de que se había afirmado que los trabajos podían alargarse hasta altas horas de la madrugada, antes de la 00.40 horas la lápida volvía a estar cerrada, los restos ponían rumbo al laboratorio y el Teatro Museo Dalí se preparaba para abrir sus puertas como si nada hubiese pasado, como si fuera un viernes cualquiera del verano. Los trabajos previos de preparación así como la realización del proceso de apertura de la lápida lo realizó el mismo personal que estuvo en el entierro de Dalí. Los forenses, que tuvieron que bajar dos metros hasta la lápida, consiguieron así extraer cabello, uñas, dientes y dos huesos largos, que no se quisieron identificar para no añadir detalles morbosos y que se repondrán una vez finalicen los trabajos.
Lo que sí se hizo público es que el cadáver de Dalí estaba muy bien conservado, incluso mantenía su característica melena cana y su bigote seguía teniendo el mismo aspecto, «con su clásica postura de las diez y diez», como comentó el secretario de la Fundación, Lluís Peñueles. Las eternas manecillas seguían paradas en la misma hora. El cadáver estaba tan bien momificado que su cuerpo parecía de madera y los forenses no pudieron utilizar bisturíes, sino sierras para extraer los huesos, como confirmó Bardalet, que dijo haber vivido «un momento histórico». Y surrealista.
Los trabajos fueron tan precisos y acelerados que a las 23. 40 horas se comenzaba a cerrar de nuevo la cripta. Una vez entrada la madrugada los forenses llevaron los restos a los laboratorios donde serán analizados. Para que el resultado de estos análisis no genere ninguna duda, se han utilizado dos laboratorios diferentes, uno de Madrid y otro de Barcelona, con la voluntad que el doble análisis confirme si el ADN de Dalí es compatible con el de quien asegura que es su hija. Aún así, por la mañana Pilar Abel incluso afirmaba que aunque el resultado fuese negativo, ella seguiría con el proceso porque «no me fío de esta gente. Me han hecho famosa pero yo no quiero serlo». Esta rocambolesca historia no parece que tenga fin.
Desde la Fundación, con el ánimo caldeado, no tardaron en pedir que, una vez termine todo el proceso de análisis, los restos extraídos de Dalí vuelvan a su tumba, con lo que en septiembre podría repetirse todo el «show» del levantamiento de la lápida. Se prevé que los resultados estén listos a principios de septiembre, y que todo se dilucide el 18 del mismo mes, cuando se celebre el juicio sobre la demanda de paternidad. A partir de aquí, los restos podrían volver al Teatro Museo. Al menos así Dalí mantendrá su deseo de ser enterrado con su cuerpo completo embalsamado. Pero, ¿podrá descansar en paz? En la Fundación los ánimos están muy calientes y han declarado la guerra a Abel frontal y directamente. A las ocho de la mañana los miembros de la misma celebraron una rueda de prensa para explicar el funcionamiento de la exhumación y denunciar su realización. «Ha sido una situación muy incómoda, del todo improcedente. Toda exhumación no deja de ser un acto de violencia con la persona difunta», señaló Peñueles. Desde la entidad que explota los derechos del pintor no entendían que se realizase un «acto tan invasivo» al artista sin antes haber cotejado el ADN de Pilar Abel con el de su padre legal (ya fallecido) o el de su hermano, lo que parece más lógico.
Vuelta a la normalidad
El abogado de la Fundación, Albert Segura, del bufete Roca Junyent, aseguró que no entendía lo que había llevado a la juez María del Mar Crespo, titular de Primera Instancia número 11 de Madrid, a pedir la exhumación, sobre todo por las pocas pruebas que presentó Abel y su abogado para justificar la relación de su madre con Dalí. «Solo presentaron el testimonio de una amiga de su madre que aseguraba que ésta le había dicho que su hija era de Dalí», comentó Segura, que afirmó que si el resultado del ADN es negativo y se demuestra que Abel no es hija del artista, estudiarán solicitar «una declaración de error judicial» para pedir «responsabilidades patrimoniales a la administración de justicia».
Por su parte, Enrique Blánquez, abogado de la demandante, aseguraba que habían presentado más pruebas, como el testimonio de la dueña de un colmado donde Dalí enviaba a su servicio a comprar y que afirmaba que «estos siempre le pedían que les dijesen cómo estaba Pilar para comentárselo después a Dalí», así como otros testimonios de vecinos de Figueras, donde la madre de Abel servía, que también conocían la historia de la paternidad. ¿Suficientes y consistentes testimonios sin ninguna prueba factual? Para la magistrada fue suficiente.
Si después del análisis del ADN resulta que Abel sí es hija de Dalí, la tarotista tendría derecho a pedir la legítima de la herencia de Dalí, que legó todos sus bienes al Estado para que conservaran y difundieran su obra. «La legítima se calcula sobre el momento del deceso y desconozco lo que podría ser. En cualquier caso es algo que tendría que tratar con el Estado», señaló Juan Manuel Sevillano, gerente de la fundación. En cualquier caso, Abel únicamente tendría derecho a cobrar ese 25 por ciento del valor de lo legado por Dalí en 1989, algo complicadísimo de calcular. En ningún caso tendría derecho a lo que genera la obra y el nombre del artista hoy, ni podría exigir cómo cobrar lo que el Estado decidiese que es el valor que tenía la herencia en 1989.
El Teatro Museo Dalí abrió así con total normalidad a las nueve de la mañana, con los turistas y visitantes entrando como si nada hubiese pasado a la cúpula bajo la que descansa Dalí. A pesar de que no había rastros físicos, salvo cuatro pequeños trazos blancos en la losa de la cripta, de la exhumación, sí que se oía ese run rún entre los visitantes valorando lo sucedido. Las cámaras y la comitiva mediática venidas de medio mundo ya se habían marchado, pero algo extraño permanecía en el ambiente. «Entiendo que esa mujer tiene derecho a saber quién es su padre, pero Dalí hoy día es un poco de todos, y no me parece bien que le hayan hecho esto», decía un turista que había venido de Dusseldorf para ver la casa de su artista favorito. La exhumación ha acabado, pero éste «happening» surrealista todavía no, seguro. Tiempo al tiempo.