La generación del milenio ante el fin del mundo
«Endgame» es la nueva saga apocalíptica con miles de lectores. La idea de James Frey incluye «apps», juegos y un premio de 500.000 dólares
La aventura es la aventura. Ya la puedes disfrazar de distopía futurista o apocalipsis postcatastrofista, que seguirá una pautas tan regladas como necesarias para enganchar al lector y dejarlo sin respiración a cada nuevo sobresalto. En «Endgame» se vislumbran dos modelos férreamente soldados: la búsqueda de una llave, cuyo modelo es «En busca del Arca perdida», y las aventuras guerreras de «Los juegos del hambre», de Suzanne Collins. En todas ellas, el misterio está recubierto de enigmas y éstas, de adivinanzas mezcladas con esoterismo, milenarismo y enfrentamientos mortales y peligros sin cuento. La piel que las recubre puede remitir a una distopía brutal que enfrenta a adolescentes en un juego apocalíptico en el que solamente puede quedar uno de ellos, siguiendo el modelo japonés de la novela de culto «Battle Royale» (1999), de Koushun Takami, publicada en España por Planeta en 2012, y llevada al cine en 2000. Todas las demás son variantes, ya sea «El juego de Ender», de Orson Scott Card, o «El corredor del laberinto», de James Dashner, protagonizadas por adolescentes obligados a matar o morir en el intento.
¿Cuáles son las diferencias entre la distopía clásica y las nuevas distopías juveniles? En esencia, el modelo totalitario del comunismo y su ingeniería social practicada por el bloque soviético, modelo de «1984» de George Orwell, o el peligro del progreso científico de «Un mundo feliz», de Aldous Huxley, ya no son sus modelos. Es una mezcla de novela de acción y videojuegos violentos, en una especie de globalización de los distintos recursos narrativos que los jóvenes utilizan a diario.
La llamada «intertextualidad transmedia» es el nuevo medio en el que se hace un uso coordinado de la narración a través de plataformas ARG («Alterantive Reality Games»), cuyos participantes actúan en tiempo real en los contenidos digitales en red y demás canales de comunicación. LA RAZÓN ha entrevistado a James Frey, para quien «el universo de “Endgame” está concebido para ser algo más que un libro y una adaptación cinematográfica. Es una ARG, la interacción con las redes sociales, los vídeos, las novelas, las apps y los relatos paralelos de los fans –los ‘‘fan-fic’’ que recrean universos paralelos–, además de juegos para móviles, un puzle y un juego de geolocalización con un rompecabezas encriptado en la novela, dotado de medio millón de dólares a quien lo resuelva. Un universo ficcional que lo hace muy distinto a cualquier otra cosa que se hubiera hecho anteriormente».
«Soy consciente de los rumores acerca de si ‘‘Endgame’’ es una especie de plagio de “Battle Royale” y “Los juegos del hambre” –dice Frey–, pero si lees el libro verás que es falso. Cierto, los protagonistas son jóvenes y luchan entre ellos y la palabra “juego” aparece en el título, pero eso es todo. Se trata de una comparación superficial. “Endgame” no tiene lugar en un futuro distópico o en una realidad alternativa, comienza en la actualidad, en nuestro mundo».
El engranaje que pone en marcha «Endgame» es una carrera contrarreloj para salvar al mundo. En su primer título, «La llamada», doce representantes de otros tantos linajes milenarios luchan por salvar a los suyos. Solamente quien encuentre las tres llaves logrará que su estirpe sobreviva, las demás serán aniquiladas. En un estilo oracular, los personajes hablan con sentencias como «de nosotros depende resolver el Gran Rompecabezas de la Salvación, y uno de nosotros debe hacerlo, o de lo contrario todos estaremos perdidos». Aquí surge una pregunta esencial para comprender el planteamiento de este complejo puzle y la procedencia de los linajes. James Frey trata de explicarlo apelando a la complejidad del genoma: «Para “Endgame” partí de la llamada teoría de la evolución humana de los extraterrestres, que defiende que hace unos 12.000 años algún tipo de inteligencia superior visitó la Tierra, llevó a cabo un experimento genético sobre el homo sapiens y le enseñó algunos trucos bastante avanzados y luego se fue». «Ésa es la razón de que –continúa–, junto a los humanos, doce linajes vivan preparándose durante siglos para ese juego final que los enfrentará hasta su exterminio. Son los descendientes directos de estas antiguas culturas humanas que estos “dioses” alienígenas crearon».
En esta misma línea, Frey fabula sobre estos linajes milenarios y el porqué del sangriento juego que han impuesto, señalando con un meteorito la elección de cada contrincante. «La bola de fuego es fascinante –dice Sarah–, terrible y, de repente, audible. La oye avanzar en el aire, ardiendo, embravecida–. ¡Ven! ¡Rápido!».
Oro para los «aliens»
Da la sensación de que estos extraterrestres están jugando con nosotros. Frey está convencido de que así es, de que «la razón por la que nos transformaron es porque necesitaban una fuerza de trabajo que extrajera el oro para ellos, presumiblemente porque utilizaban ese elemento como combustible o para otra aplicación esencial. Una vez obtenido todo el que necesitaban –concluye–, se fueron, pero no antes de lanzar la profecía de los doce linajes, que decía que algún día los “dioses” volverían y cuando lo hicieran, traerían con ellos el fin del mundo. Esto es “Endgame”».
En «La llamada», se narra así el porqué del juego: «Dicen que Endgame empezará si la raza humana demuestra que no merece ser humana. Si demuestra que ha desperdiciado toda la iluminación que Ellos nos dieron. La leyenda dice también que si damos la Tierra como algo que es nuestro por derecho propio, si nos superpoblamos y forzamos la máquina de este bendito planeta, empezará Endgame. Empezará para darle fin a lo que somos y restaurar el orden en la Tierra».
Como la trilogía no ha hecho más que empezar, James Frey se resiste a contestar a preguntas sobre las causas de este juego final y la pérdida de «iluminación» de los jugadores. «No debería decirlo, ya que sería como desvelar demasiado la continuación de los otros libros y novelas, del ARG y de los próximos juegos de móvil. Los keplers, sin embargo, tienen sus razones y yo sé cuáles son. Los jugadores de Endgame también lo sabrán a su debido tiempo, y cuando ellos lo sepan también lo sabrán los lectores».
Algo que resulta chocante es la militarización de los adolescentes en este tipo de novelas, que deben salvar el mundo, como «Metro 2033», de Dmitry Glukhovsky. La novela comenzó en un blog que la regalaba a los internautas y pasó al papel con ventas millonarias, poniendo de moda los relatos de terror y un Universo postapocalítico de relatos de «fan-fic» en internet.
Pero James Frey no sabe por qué los jóvenes se enganchan a estas historias. «Quizá tiene que ver con ser más conscientes de sí mismos, como hacen todos los adolescentes, algunos con mucho dolor, angustia y violencia interior. La consciencia de la vida lleva a la de la muerte. Además, nuestra obsesión con el final no es nueva, y no se limita a jóvenes lectores o espectadores. Llevamos hablando del fin del mundo desde el principio. En cierto sentido, de eso es de lo que trata Endgame: nuestro principio y nuestro final. Creación y destrucción van unidos de la mano. Para cada ángel, un arcángel; para cada Brahma, un Shiva; para cada Viracocha, un Supay; para cada Dios en el cielo, un señor del inframundo».
Y finaliza con esta idea: «La humanidad definitivamente tiene que salvarse de algo: de sí misma. Eso es un tema fascinante para cualquier narrador. Tan sólo trato de hacer un mundo entretenido en el que la gente de cualquier edad pueda sumergirse. Si los rituales giran en torno a Endgame, bien a través del juego de móvil, o del ARG, o del puzle, o de los libros mismos, entonces genial. Verdaderamente genial».