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La Giralda de Sevilla es única, o no...

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La pasión en el siglo XIX por Andalucía de un matrimonio catalán, Joan Roquer y Marí y Candelaria Negravernis, hizo que la Giralda no sólo esté en Sevilla.
La pasión en el siglo XIX por Andalucía de un matrimonio catalán, Joan Roquer y Marí y Candelaria Negravernis, hizo que en la localidad tarraconense de L'Arboç exista una réplica de la Giralda de Sevilla, que si bien no es la única, sí tiene una historia que va más allá de la arquitectura.
Los vecinos de esta localidad del Bajo Penedés, que tiene poco menos de 6.000 habitantes, se han acostumbrado ya a tener en su paisaje urbano esta réplica de la torre sevillana, obra de Roquer Marí, que no es solo una reproducción de la torre hispalense, sino que alberga algunos de los mejores recuerdos en forma de monumentos que el matrimonio se llevó a su tierra desde Andalucía. Informa Fermín Cabanillas/Efe.
Así, según explica a Efe la oficina de turismo del municipio catalán, el conjunto destaca por la reproducción de la Giralda a escala 1:2, con una altura de 52 metros, pero cuenta con otra del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada y del Salón de los Embajadores del Alcázar de Sevilla.
Aparte de los ladrillos, sus paredes cuentan una historia que se inició en 1886, cuando el matrimonio recibió una herencia de un tío de la mujer que había hecho fortuna en América, y decidieron que una buena parte de ese dinero se tenía que destinar a fomentar la cultura en distintos aspectos.
De esta forma, sacaron adelante los teatros Romea de Barcelona y el de 'Larboc', ya que de este municipio era originario el marido, aunque ambos vivían en Barcelona capital.
Años después decidieron adquirir un terreno cerca de lo que hoy es la entrada de la localidad desde la carretera N-430, nada más entrar en la provincia de Tarragona, y allí levantaron la réplica de lo que más les había llamado la atención de sus viajes por Andalucía, una prueba más de la pasión de ambos por todo lo relacionado con la cultura y los monumentos,
Las obras terminaron en 1907, aunque una buena parte del edificio ya estaba listo cinco años antes.
Quedaba por rematar la torre, que hizo que L'Arboc contase desde ese momento con una seña de identidad que es visible desde que se está llegando al pueblo desde su carretera de acceso.
La reproducción de La Giralda es lo que llama la atención desde fuera, pero dentro, en la parte dedicada a los Reales Alcázares de Sevilla, cuenta con un salón cubierto por una cúpula bizantina forrada con 30 kilos de láminas de papel de oro.
La historia del monumento está documentada en el Ayuntamiento de L'Arboc, aunque en el pueblo se mantiene la versión romántica, que habla de un matrimonio de emigrantes andaluces que levantó la obra para llevar mejor la morriña que sentían al estar lejos de su tierra.
Aunque la de Tarragona llama la atención por la semejanza con la sevillana, no es la única réplica que existe de la Giralda, ya que se han llegado a levantar seis más, de la que hoy día quedan cinco en pie.
Existen réplicas más o menos idénticas a la original en las localidades sevillanas de Écija y Carmona, en Badajoz, y en las ciudades estadounidenses de Kansas City, Miami y Chicago, y en todas ellas se aprecia la huella de andaluces que quisieron dejar con esa obra un poco de su tierra al encontrarse lejos Andalucía.
Lamentablemente, no se conserva la de Nueva York, levantada en 1890, y que formaba parte del complejo deportivo y social del Madison Square Garden, y que tenía la particularidad de ser más alta que la original, pero fue demolida en 1925, cuando la adquirió en subasta una compañía de seguros, que decidió hacer un uso urbanístico del terreno que ocupaba.

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