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La leyenda negra de Catalina la Grande: insaciable en la cama y sexo con caballos

Catalina “la grande” revive en la serie de Sky en la piel de Hellen Mirren con alto voltaje erótico. La zarina tuvo muchos amantes pero la historia que se relata tiene mucho de leyenda
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Catalina “la grande” revive en la serie de Sky en la piel de Hellen Mirren con alto voltaje erótico. La zarina tuvo muchos amantes pero la historia que se relata tiene mucho de leyenda
El estreno de la serie protagonizada por Hellen Mirren sobre el personaje de Catalina la Grande vuelve a poner en circulación historias falsas sobre la que fue la gran modernizadora de Rusia y fina estadista, que contribuyó a engrandecer un país que ya nunca sería igual . Reinó tres décadas. Fue llamada la “grande” no solo por la política exterior, como escribió el historiador David Hernández de la Fuente, sino por la modernización en el interior y sus obras culturales. Mantuvo una relación estrecha con los enciclopedistas franceses. A ella se debe el despegue de la música y la literatura rusas o la creación de las magníficas colecciones del Hermitage.
En la época ya circulaban lo que hoy se llaman “fake news” y se tejió una leyenda sobre las desorbitadas ansias eróticas de Catalina. Es cierto que mantuvo relaciones con varios amantes con apenas recato pero su retrato verdadero no es la de una “devorahombres” sin escrúpulos. Su matrimonio con Pedro III fue un desastre, en parte por la debilidad y la personalidad pusilánime del marido. Catalina y Pedro tardaron ocho años en traer al mundo a su hijo. El zar tomó el poder en enero de 1762 y el 13 de julio se vio involucrado en una desafortunada intervención rusa en un conflicto germano-danés y acabó perdiendo el trono y la vida. Ahí empezó el poderío de Catalina.
No escondió su vida sexual. Pensaba que si lo hacía los cotilleos de la Corte la llevarían a situaciones desagradables. Disfrutó de sus amantes de uno en uno. El primero reseñable fue Grigori Orlov con el que tuvo un hijo, Alexéi Brobinski, que se vio obligada a esconder. Ya con su marido fallecido se sintió libre para seguir esa relación, tanto que las habitaciones de Orlov estaban encima de las de ella. Orlov participó en los movimientos en la sombra para derrocar a Pedro III.
Luego llegó Grigory Potemkim, que tiene un gran protagonismo en la serie. No en vano, la zarina mantuvo con él una relación obsesiva. “Cuando estoy contigo, no doy ninguna importancia al mundo. Nunca he sido tan feliz, dijo. Para Catalina, era “el personaje más cómico y divertido de este siglo de hierro”. Potemkim, a pesar de que había perdido un ojo, era un hombre apuesto y bien dotado. En la producción de Sky se refleja la química sexual de la pareja y los encuentros en su baño privado. Potemkim fue militar y su figura de estadista ayudó a la emperatriz en la expansión de Rusia. Llegó a ser no solo el más valiente en las batallas sino su mejor asesor.
La cama de Catalina fue ocupada después por el comandangte serbio Semión Zórich, el burócrata Piotr Zavadovski, Dmítriev-Mamónov o el príncipe Platón Zúbov, apodado “El Negrito”, de 22 años, 40 menor que ella. En palacio contó con la complicidad de la condesa Bruce, liberada sexualmente, interesada en probar las artes amatorias de los jóvenes que llegaban a la Corte. Algunos autores la apodaron “la catadora de amantes” de la emperatriz.
Tal fue su fama libidinosa que los bolcheviques hicieron circular por Europa que Catalina sentía un deseo erótico hacia sus caballos, hasta tal punto que se llegó a decir que murió cuando saciaba su apetito cuando era penetrada por uno de sus ejemplares. Todo era válido para desprestigiar al imperio que había creado. La leyenda fue eso, leyenda, ya que Catalina falleció de una apoplejía.

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