París

La lista de Gurlitt empieza a salir a la luz

Se han hecho públicas 25 obras de las 1.406 piezas que poseía procedentes del expolio nazi

«La calle del tranvía», de bernhard Kretschmar
«La calle del tranvía», de bernhard Kretschmarlarazon

Cornelius Gurlitt no se ha volatilizado, como muchos pensaban. El semanario francés «Paris Match» lo ha localizado, y no ha tenido que buscar mucho para encontrarle. El octogenario dueño del llamado «tesoro nazi», las 1.406 obras maestras confiscadas en 2012 por la Policía alemana, y valoradas en mil millones de euros, no se había movido de Múnich. Ajeno al revuelo mediático que ha supuesto el descubrimiento de esta inconmensurable colección, el anciano ha continuado cumpliendo con su rutina más prosaica.

La revista gala, que publica una foto de Gurlitt empujando el carro de la compra, habría seguido su pista hasta dar con él en un supermercado de Schwabing, el barrio en que reside. Sin embargo, el anciano se ha negado a hablar con los periodistas galos, explica «Paris Match», que por toda respuesta obtuvieron de este personaje algo huraño y de atemorizada mirada una «enigmática» frase: «Una aprobación que viene del lado malo es lo peor que puede suceder», se habría limitado a decir, para perplejidad de los reporteros. Desde que la noticia saltara a la luz el pasado día 4, su paradero era desconocido, incluso para el fiscal alemán encargado de la investigación desde que en marzo de 2012 la Policía hiciera tamaño hallazgo cuando registró el domicilio de Gurlitt, cuya existencia ignoraban todas las Administraciones.

«Déjenme tranquilo»

Como ha hecho desde que su madre falleciera en el año 1967, Gurlitt vive solo y recluido. Y desde que su nombre se hiciera público no ha respondido a ninguna llamada ni ha dado entrevistas. En un post-it pegado en la puerta de su apartamento muniqués, según la Prensa, pedía estos días que le dejaran tranquilo. Pero la presión mediática le ha hecho salir de su casa. Y esta vez, no para hacer la compra, sino para alejarse del ruido, según otros medios que, fotografías en mano, muestran al octogenario –que posee doble pasaporte alemán y austriaco– envuelto en un abrigo, protegido con una bufanda y con rostro pálido subir a un coche camino del aeropuerto. Al parecer, le escoltaba y acompañaba una destacada periodista de investigación del semanario germano «Der Spiegel», aunque la publicación no ha querido confirmarlo.

Sobre el origen de las obras, algunas desconocidas y que van desde un autorretrato de Otto Dix a una pintura de Marc Chagall de mediados de los años veinte pasando por algunos clásicos como pueden ser Matisse, Picasso o Paul Klee, se van conociendo nuevos datos. También, que el lienzo más antiguo encontrado es del siglo XVI y que un puñado de cuadros pertenecen al XIX, con lo que no se trataría únicamente de obras modernas ni tampoco todas fruto del expolio judío y la confiscación de los nazis que consideraba el arte de las vanguardias, «arte degenerado» (de hecho, muchos de esos cuadros fueron destruidos por los nazis). Algunas de estas obras, parece que Hinderlit, el padre de Cornelius y artífice de esta colección y marchante a las órdenes del régimen y de Goebbles –el ministro de la propaganda nazi que también llegó a acaparar una buena galería privada de obras que había sustraído de museos y colecciones privadas–, las habría confiscado a sus propietarios judíos, perseguidos por Adolf Hitler.

Veinticinco de ese casi millar y medio de obras se pueden ver desde ayer en la web «Lostart.de», que precisamente se ha puesto en línea por las autoridades germanas, que durante estos últimos días han recibido un aluvión de críticas por la lentitud con la que están trabajando sobre este caso. No sólo porque han mantenido secreto el descubrimiento de la fenomenal colección, sino porque parecen poco preocupadas por acelerar los procesos para aclarar la procedencia de ese legado artístico (compuesto por dibujos, acuarelas, litografías...) y localizar a sus eventuales propietarios originales, en caso de que formaran parte de los expoliados durante el Tercer Reich.

Por eso, las críticas más indignadas proceden de varios responsables de la comunidad judía que han condenado el silencio del Estado federal alemán sobre este asunto, el de los expolios, que colea desde hace varias décadas y que, de vez en cuando, vuelve a surgir. Ayer se congratulaban de que algunas de estas obras se difundieran por fin en internet aunque reclamaban de antemano que todas fueran expuestas «si es posible antes de que termine el año», señalaba la «Conference on Jewish Material Claims against Germany», una organización que está encargada de la restitución de los bienes expoliados en Alemania durante este periodo.