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La literatura vuelve a estar en el mapa

larazon

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La editorial Aventuras Literarias publica mapas de las ciudades y territorios donde discurren grandes novelas de todos los tiempos.
Todo comenzó en Kafiristán, una geografía montañosa donde todavía pervive la leyenda de dos hombres que no vacilaron en medirse con la naturaleza y la grandeza de sus propias quimeras. Henry Yule explicaba que ese término era de origen persa y que significaba «el país de los kafirs»; y un escritor, Rudyard Kipling, convirtió ese territorio apartado en unas nuevas coordenadas literarias cuando siguió los pasos de Peachey Carnehan y Daniel Dravot, esa pareja de pícaros que protagonizaba una de sus obras más conocidas: «El hombre que pudo reinar». «Solo oír ese nombre evoca un lugar vacío en el mapa en el que cualquier aventura es posible –se comenta en un nuevo prólogo a esta novela–. Un lugar en el que unos compañeros pueden llegar a ser reyes por derecho propio». La primera impresión que deja la literatura durante la infancia y la adolescencia es el sentimiento de peligro y riesgo; de explorar fronteras ignotas, lejanas, y acceder a mundos accesibles únicamente a los más intrépidos y valientes.
Mónica Vacas y Daniel Castillo, una pareja de editores de Gijón que todavía conservan en la memoria ese recuerdo, decidieron recuperar este lado olvidado de la lectura y volver a situar en los mapas las peripecias de los personajes más famosos de la literatura y mostrar ya, al mismo tiempo, las geografías que habitan, sin que importe si están en Asia o en Inglaterra. «Esta clase de libros marcó bastante a nuestra generación. Tenían ese espíritu de descubrimiento, de iniciación. Algo que últimamente ha caído en el olvido, pero que, de una manera o de otra, aún conocemos. Ocurre, sobre todo, con una serie de autores que publicaron sus libros a lo largo del siglo XIX. Encabezaron un género interesante, que te permitía adquirir bastantes conocimientos y que, además, poseían la característica de ser unos textos muy libres», comenta Mónica Vacas.
Con ese propósito, decidieron crear Aventuras Literarias, un nuevo sello que se ha centrado en una propuesta original, no abordada hasta ahora por ninguna otra editorial, pero que despertará el entusiasmo de los amantes de los libros: los mapas literarios. El primer paso se atrevieron a darlo con «El hombre que pudo reinar». Rebuscaron en varias bibliotecas y archivos internacionales hasta identificar un mapa que pertenecía a la época que relataba Kipling y que les permitiera detallar con exactitud la ruta de los personajes. «Lo que pretendemos es que la cartografía sea el punto de partida, que oriente a los lectores y les ayude a comprender los libros a los que se asoman. Los mapas de papel tienen un componente físico que completa la lectura: muestran de una forma real los lugares en los que se desenvuelve la acción». Con esta iniciativa inauguraban un particular atlas de urbes y regiones que registra el paso de grandes mitos de la literatura, como Sherlock Holmes, por ejemplo, en la ciudad de Londres. Por ejemplo, a través del mapa de Londres que hemos dedicado a Jane Austen –explica Mónica Vacas– entiendes cómo era esa ciudad en esos años, te ayuda a contextualizar la época y ver dónde se desarrollan sus novelas». Pero lo que, en apariencia, parece sencillo realmente no lo es.

Un trabajo difícil

Han tenido que armarse de paciencia y emplear mucho tiempo en consultar fondos de colecciones públicas para hallar el mapa más fidedigno y aproximado a las ciudades y los territorios de los lugares y periodos que les interesaban. «Hoy, muchos de esos sitios han cambiado. Ya no se conservan igual que en el pasado y los nombres que tenían han cambiado en multitud de ocasiones», comenta la editora. La tarea de localización de los topónimos, emplazamientos y caminos que se mencionan en los libros es muy difícil. Una traba que encontraron especialmente ardua durante la realización del mapamundi de «La vuelta al mundo en ochenta días», de Julio Verne. «El autor mencionaba un montón de aldeas, sobre todo en la India, que no había manera de encontrar. Hay que tener en cuenta que, en ese momento, India era una colonia y sus pueblos se conocían por unos nombres diferentes a los de hoy en día. Al final, identificamos todos los lugares menos uno. De hecho, para este trabajo en concreto tuvimos que consultar más libros que mapas porque Julio Verne hacía referencia a zonas muy pequeñas y, como todo avanzaba tan rápido en esa época, a veces no existen registros de esos puntos que él sí conocía. Hubo asentamientos británicos que se levantaron únicamente para llevar a cabo una construcción concreta. Pero al acabar esas obras desaparecieron sin más. No queda nada de documentación sobre esta clase de poblaciones que Verne sí registró. Algo parecido nos sucedió también con “El hombre que pudo reinar”. Resultó una cartografía muy compleja. Ubicamos todas las referencias que Kipling incluía en su texto, menos dos pueblos que no hemos descubierto porque no aparecen en ningún sitio ni en ningún mapa de esa época».
No son éstas las únicas dificultades que presentan estos mapas –reproducciones fidedignas de mapas históricos–. «Su elección es delicada. Intentamos dar con el mapa más cercano en el tiempo a las tramas que nos interesan. Después hay que restaurarlo, porque la mayoría de ellos son muy antiguos, suelen estar mal doblados, existen pliegues que no puede haber, zonas borrosas y hasta trazos de escritura de sus propietarios que tenemos que eliminar. Lo primero que hacemos es restaurarlo y limpiarlo. El que hemos hecho para las aventuras de Sherlock Holmes resultó una tarea muy puntillosa y tuvimos que borrar algunas cosas escritas». Esta tarea va unida a otra labor muy importante, una que cuidan de manera especial: «El mapa tiene que ser chulo, porque existen muchos que son bastante feos. Nos esforzamos en encontrar cartografías bonitas, con colores cálidos. Es cuestión de paciencia, de mirar. Pero ahora ya poseemos un catálogo interesante. Tenemos un montón de mapas». El otro logro de estos mapas –que se están comercializando con éxito en Inglaterra– está en su reverso. En ellos hay diversos puntos numerados que señalan dónde discurre la acción de las novelas de, por ejemplo, Austen o dónde se desarrollan los casos de Sherlock Holmes. Al darle la vuelta al mapa encontramos explicaciones de las novelas, datos curiosos de ellos y aclaraciones oportunas que ayudan a enriquecer la lectura.