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La nueva escena rusa... y Calderón

Miguel del Arco presenta en el Pavón «Ilusiones», su nueva pieza
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Miguel del Arco presenta en el Pavón «Ilusiones», su nueva pieza.
Enfrascado como está en la complicada tarea de gestionar con eficacia un teatro como El Pavón sin dejar de seguir produciendo espectáculos con su compañía Kamikaze, Miguel del Arco tenía pensado descansar en lo puramente creativo y aparcar esta temporada su labor como director escénico. Pero no ha podido ser. En cuanto cayó en sus manos este texto de Ivan Viripaev –uno de los puntales de la nueva dramaturgia rusa–, lo que dejó aparcado fue el voluntario retiro. «Cuando lo leí, recibí un golpe de tal calibre que no me pude resistir: me pareció que tenía que montar la obra –asegura el director–. El problema vino luego, a la hora de ponerme a trabajar, porque es una pieza muy narrativa y muy complicada».
El argumento de «Ilusiones» tiene como punto de partida las relaciones entre cuatro personajes que conforman dos matrimonios. Hasta aquí todo bien. Las complicaciones radican en la manera de exponer esas relaciones y de presentar ante el público a los personajes. «Son en realidad cuatro narradores de los que Viripaev ni siquiera nos dice sus nombres –explica Del Arco–. Ellos empiezan a contar la vida de estos dos matrimonios; pero lo hacen unas veces en tercera persona y otras en primera, y siempre de manera fragmentaria. No hay un hilo conductor. Lo que la función cuenta precisamente es que somos episódicos; es una obra profundamente existencialista. En esencia, habla de cosas que ya toqué en “La función por hacer”, como la desazón ante la imposibilidad de recuperar lo que uno fue y ya nunca será, y de cosas que ya mucho antes tocó Calderón en “La vida es sueño”. La función, precisamente, habla de que la vida es eso: una ilusión, una sombra, una ficción...».
Aplaudido director
Es muy posible que el aplaudido director de «Misántropo» haya encontrado también ciertas concomitancias entre el lenguaje teatral del autor ruso y el suyo propio, caracterizado por ese original tono tragicómico que tan buenos resultados le ha venido dando. «Es cierto que muchas veces las cosas te tocan porque tienen que ver con tu propia sensibilidad –confiesa–. Desde luego, esta pieza no es puramente una comedia; pero sí es verdad que hay muchísima ironía en la reflexión existencialista que hace Viripaev. En cierto modo, propone aquello de ‘‘vamos a reír porque es mucho mejor que llorar”». Fiel al equipo artístico que le suele acompañar en casi todos los montajes –el escenógrafo Eduardo Moreno, el músico Arnau Vilà, el iluminador Juanjo Llorens, Del Arco sí ha optado, en cambio, por trabajar en esta ocasión con actores con los que no lo había hecho hasta ahora. Son Daniel Grao, Marta Etura, Alejandro Jato y Verónica Ronda.

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